¿De qué te preocupas?

Aquel que alega que el día que más trabajo tiene es precisamente en Shabat está cometiendo un gravísimo error!

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 16.11.20

“Seis días lo recogerán, pero el séptimo día es Shabat; en ese día no habrá. Y sucedió que al séptimo día algunos salieron a recoger, y no encontraron. Dijo Hashem a Moisés: ‘¿Cuánto tiempo más se negarán a observar Mis preceptos y Mis enseñanzas? Verán que Hashem les ha dado el Shabat; es por eso que Él les da el sexto día una porción doble de pan. Que cada hombre permanezca en su sitio; que nadie salga de su sitio el séptimo día’. Y descansó el pueblo el séptimo día (Éxodo 16:26-30)”.

 

Estos versículos nos enseñan una gran lección –en Shabat no se puede ganar dinero. Es imposible. Aquel que alega que el día que más trabajo tiene es precisamente en Shabat está cometiendo un gravísimo error, ya que no obtendrá ningún placer ni beneficio de esas supuestas “ganancias”. Y aunque al principio le pueda parecer que está ganando mucho dinero, al final va a ver que lo va a perder a través de toda clase de dificultades “innecesarias”. Y viceversa: si observa el Shabat, entonces durante el resto de la semana va a ganar muchísimo más que si hubiera trabajado en Shabat. Así es como Hashem maneja el mundo. Así de simple…

 

Dijo Moisés: “Verán que Hashem les ha dado el Shabat; es por eso que Él les da el sexto día una porción doble de pan”. Moisés les explicaba a los israelitas que no tenía sentido que Hashem les ordenara abstenerse de toda labor a menos que tuviera un sistema que asegurara que iban a recibir todo lo que necesitaran también en ese día.  Hashem no nos exige algo imposible –si Él quiere que observemos el Shabat, entonces es porque Él creó un mecanismo que nos permite hacer exactamente eso.

 

Querido lector: te pido que medites con profundidad acerca de los versículos que hemos citado. En ellos, Moisés expresa su disgusto por el comportamiento de aquellos que no tienen confianza en Hashem. Y esas mismas palabras siguen resonando a lo largo de las generaciones y es posible que Moisés nos esté hablando directamente a nosotros: “¿Cuánto tiempo más van a seguir negándose a cumplir con los preceptos de Hashem? ¿De qué se preocupan tanto? ¿De cómo ganarse la vida? Hashem les va a dar hoy cantidad suficiente para mañana –¡solamente que cada uno se quede en su sitio!”. ¿Y cuál es el versículo que sigue? “Y descansó el pueblo el séptimo día…”.

 

“Dijo Moisés a Aarón: ‘Toma un frasco y pon dentro de él un omer completo de maná; colócalo ante Hashem como depósito para sus generaciones’ (Éxodo 16:33)”.

 

El Profeta Jeremías tomó el frasco de maná que se había conservado en el Templo Sagrado junto al Arca del Pacto y se lo mostró a los hombres de su generación, diciéndoles: “¡Véanlo con sus propios ojos!”. No les dijo que lo escucharan cuando les contara la historia de los israelitas en el desierto, sino que de hecho ¡tomó el mismísimo jarro de maná y se lo mostró! Y les dijo que Hashem tiene muchos emisarios y muchas formas de enviar el sustento –solamente hace falta que uno pase más tiempo dedicándose al servicio Divino.

 

El tiempo pasa pero la gente básicamente sigue siendo la misma que antes. Cuando estaban en el desierto, los israelitas tuvieron que recibir la orden de no trabajar en Shabat, para que pudieran desarrollar su emuná en Hashem. Un milenio más tarde, en la época del Primer Templo, las cosas prácticamente no habían cambiado. Es por ese motivo que Hashem le ordenó a Aarón por intermedio de Moisés que preservara un jarro de maná para que sirviera de recordatorio.

 

“Y comieron los Hijos de Israel el maná durante cuarenta años, hasta que arribaron a una tierra habitada; comieron el maná hasta que llegaron al límite de la tierra de Canaán. El omer es una décima parte de un eifá (Éxodo 16:33)”

 

El milagro del maná duró cuarenta años, o sea, todo el tiempo que los israelitas estuvieron en el desierto. En todo ese lapso, no pasó ni un solo día (excepto Shabat) en que el maná dejara de caer. Hashem hizo eso a fin de arraigar en la mentalidad del pueblo un concepto de enorme importancia: que el sustento de la persona depende única y exclusivamente de Hashem.

 

Los israelitas estaban a punto de entrar a la Tierra de Israel, donde trabajarían de mercaderes, granjeros y hombres de negocios. Pero antes de embarcarse en esa nueva forma de vida, necesitaban desarrollar una inequívoca conciencia de que todo depende de Hashem –que las horas extras y los turnos extras no generan ingresos mayores a los que el individuo tiene predestinados. La base de la emuná radica en internalizar el hecho de que Hashem se encarga de cada uno de nosotros en forma absolutamente precisa, a través de Su maravillosa e increíble Supervisión Individual. Y tal como dice el famoso libro “Los deberes del corazón”, en su sección El pórtico de la Confianza, “el elemento más indispensable para la persona que sirve a Hashem es tener absoluta confianza en Él en todos los aspectos”.

 

 

 

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