Plegaria para rectificar la codicia

Que sea Tu voluntad, Hashem nuestro Dios y Dios de nuestros antepasados...

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Rabi Natan de Breslev

Posteado en 10.01.21

Que sea Tu voluntad, Hashem nuestro Dios y Dios de nuestros antepasados, que con Tu abundante benevolencia, Te apiades de mí y me concedas el beneficio de Tu verdadero bien. Que todo el tiempo me protejas y me salves de la terrible transgresión que es la ira, porque Tú sabes, Hashem, que estos rasgos tan terribles que son la ira y la obstinación son algo que ya tenemos arraigado desde muy jóvenes. Son tantas las veces que me he enojado que ya ni me doy cuenta de la gravedad de esta falta. Recién después de que sucedió me detengo y reflexiono acerca de lo acontecido, y hasta justifico mi ira con toda clase de argumentos… Hashem, Tú sabes que la ira es equivalente a la idolatría, lo cual es algo que Tú prohíbes en forma explícita, tal como está escrito: “No habrá dioses extraños en tu medio, y no te postrarás ante dioses ajenos”.

El enojo destruye por completo a la persona, tal como está escrito: “Uno se destruye a sí mismo con su enojo”. Debido a mis muchas faltas, Hashem, no tengo idea de cómo puedo salvarme de este terrible pecado que es la ira, en la que reincido una y otra vez.

Amo del universo, Tú, que confieres el bien a todos, apiádate de mí y enséñame Tu camino de bien, para que pueda emular Tus virtudes, y que pueda ser siempre una buena persona, y anular por completo el rasgo de la ira y que no le guarde rencor a nadie y que no tenga en el corazón ni un rastro de enojo hacia nadie. Y que cada vez que el Instinto del Mal me tiente para que me enoje, que sepa con total emuná que estoy a punto de recibir una enorme abundancia desde Arriba. Te pido por favor que me ayudes a pasar la prueba de la tentación y que no me enoje en ninguna circunstancia. Que transforme la ira en bondad y compasión. Que tenga el mérito de recibir gran riqueza espiritual  -un muro de riqueza espiritual, tal como está escrito: “La fortuna del rico es su ciudad fortificada y como una fuerte muralla en su recámara” (Proverbios 18:11). Que esta muralla de riqueza nos proteja del enojo impulsivo, que es como una ciudad sin muralla y llena de perversión, tal como afirma el Rey Salomón: “Como una ciudad destruida sin muralla, así es el hombre cuyo espíritu no tiene restricción” (Proverbios 25:28).

Amo del universo, Tú sabes perfectamente cuánto he perdido a causa de mi enojo… cuántas personas he alejado de mí, a cuántas personas he herido, cuánta riqueza espiritual he perdido, cuántos mundos espirituales han sido dañados por mi causa…

Amo del universo, dada mi tendencia a obsesionarme con las cosas, caigo presa de la ira. Pienso que no existe otra alternativa fuera de mi propia opinión y me quedo frustrado y confuso. Y para colmo, a causa de mis muchos pecados, mi conciencia espiritual está nublada y borrosa y entonces no puedo formular las plegarias que necesito para elevarme por encima de este terrible pecado. Lo único que sé decir es… sálvame. Sálvame, mi Rey. Sálvame, mi Padre, mi Amo, mi Dios. Ayúdame a anular y quebrar este terrible defecto que es el enojo. Permíteme alcanzar la riqueza espiritual, que es la fuente de toda la vitalidad del alma. Ayúdame a quebrar por completo mi afán de riquezas, este anhelo de dinero que no es mío. Que deje de ansiar y anhelar riquezas. ¡Por favor, Hashem! ¡Erradica de mí toda pretensión de riquezas materiales! ¡Lo único que deseo es conectarme contigo y quererte a Ti!

Sálvame también del tremendo pecado que es el robo. Que nunca, jamás, en ninguna circunstancia, robe nada de mi prójimo, ni un solo centavo. Que jamás codicie su casa, sus pertenencias, su mujer, su dinero, su ropa, ni nada que le pertenezca.

Amo del universo, Tú sabes cuánta gente ha caído presa del pecado de la codicia por el dinero. Y cuántas veces la codicia no quedó en un mero anhelo sino que se concretó en un robo. Y aunque uno no robe, la codicia es la raíz del robo. Te pido entonces que me salves de ambos pecados. Sálvame, para que no me manche con ninguna forma de robo. Que nunca me fije en lo que tiene mi amigo, y que nunca codicie lo que es suyo. Por favor, Hashem, Te lo ruego, protégeme también de los demás –que nadie me mire con ojos llenos de codicia y que nadie desee lo que yo tengo. Que nunca nadie ponga mano ni en mí, ni en mi cónyuge, ni en mis hijos, ni en mi casa, ni en mi riqueza, ni en ninguna de mis pertenencias. Que todos podamos fortalecernos para superar a aquellos que quieren hacernos daño, y que todos estos sean vencidos y no tengan ningún poder para hacerles daño a los demás.

Te pido por favor que nos permitas dar muchísima caridad a los pobres, y que en mérito de esta buena acción, tengamos éxito en todos nuestros emprendimientos. Que sea Tu voluntad que recibamos nuestra riqueza antes de que la necesitemos. Concédenos una abundancia de riqueza espiritual, honores y vida. Amo del universo, Tú solo sabes que “Desfallecen ya las fuerzas de los cargadores” (Nehemías 4:4); ya no tengo más fuerzas, y sin Ti estoy perdido. No tengo forma de ganarme la vida que me garantice que tenga éxito a menos que deposite toda mi confianza en Ti. Tú, que provees el sustento a todos los seres vivos, desde el gusano hasta el animal más grande, por favor, Te pido que Te apiades y me proveas el sustento. Protégeme y provéeme con Tu mano abundante un medio de ganarme la vida. Y que nunca tenga que depender de los regalos ni de los préstamos de un ser de carne y hueso para mi sustento y por favor, Te ruego que me ayudes a devolver las deudas que contraje.

Hashem, Te pido por favor que a partir de este momento me protejas para que no vuelva a caer de nuevo en la trampa de las deudas. Cuídame del potencial pecado y que a partir del día de hoy nunca vuelva a caer en el robo. Y tanto si robé dinero en forma premeditada como si lo obtuve en forma involuntaria, que pueda tener el mérito de devolver hasta el último centavo, tanto si el dinero llegó a mis manos a través de negocios turbios como si me llegó por medio de un robo; que cada moneda le sea devuelta a su legítimo dueño. Por favor, Hashem, bendíceme con dinero suficiente para que pueda corregir el daño que he hecho. Y si, Dios no lo permita, robé algo que no recuerdo haber robado, por favor, ayúdame a recordarlo para que pueda devolver todo lo que no sea mío. Permíteme también cumplir con las palabras de nuestros Sabios y utilizar este dinero para las necesidades públicas (pues no sé a quién devolvérselo) pues Tú sabes, Hashem, la enorme gravedad del robo, que equivale a quitarle el alma a la persona.

Oh, Rey Compasivo, apiádate de mi alma y ayúdame a rectificar todo lo que hice mal. Ayúdame no sólo a corregir el mal que hice sino también a hacer mucho bien. Ayúdame a dar caridad a los pobres a fin de rectificar la codicia y el deseo de tener lo que tenía mi prójimo y acabar robándole. Por favor, Hashem, ayúdame a rectificar esta falta haciendo que pueda dar abundante caridad.

[Y que sea Tu voluntad, oh Hashem, que eres lleno de compasión, que tenga el mérito de rectificar completamente el pecado de derramar semen en vano y que tenga el mérito de santificarme a través de aquello que me está permitido. Protégeme y sálvame de este deseo físico y del afán de riquezas, y concédeme la fortaleza necesaria para quebrantar estos deseos de una vez por todas. Que sea merecedor no solamente de actos limpios sino que también mis pensamientos sean puros y no los ensucie con pensamientos pecaminosos. Protégeme, Hashem, de todos aquellos cuya única intención es utilizar la lujuria para destruirme espiritualmente, pues “Poderosos son aquellos que me cercenarían, aquellos que son mis enemigos sin causa. Lo que no he hurtado, entonces tendré que devolver” (Salmos 69:5)].

Amo del universo, “Sálvame de mis enemigos, mi Dios, fortaléceme contra aquellos que se levantan en mi contra” (Salmos 50:1). Aquel que ve los insultos contra los pobres, “Ve mi aflicción y mi esfuerzo; ve a mis enemigos que se han vuelto numerosos y cómo me odian sin motivo. Hashem, cómo han crecido mis aflicciones. Muchos se han levantado contra mí. No debería haber esperanza para ellos, Hashem. Protégeme y sálvame, y que jamás sea avergonzado por haber confiado en Ti”. Protégeme de entrar en controversias con los demás. Concédeme Tu gracia y Tu compasión. Que tenga el mérito de ser grácil y sabio a los ojos de Hashem y de la humanidad, y que mis palabras sean oídas y usadas como combustible para el crecimiento espiritual.

Apiádate de nosotros. Permítenos descubrir y utilizar las puertas de la sabiduría y la introspección que los tzadikim ya nos abrieron. Ellos, que a través de su grandeza se humillaron y ocultaron su luz para que pudiéramos percibirla de la manera que nos corresponde. Ellos, que con su Torá abrieron las puertas de la sabiduría y la introspección, que tengamos el mérito de aferrarnos a ellos y absorbamos sus conocimientos para que podamos conectarnos a Ti de la manera apropiada.

Y que nos traigas al Mashíaj, el Redentor, y que venga acompañado del Profeta Elías. Sálvanos de las fauces de los leones y que los padres junto a los hijos se regocijen muy pronto en nuestros días. Amén, que así sea Tu voluntad.

 

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