La dieta de mi hijo

Mi hijo ha decidido ponerse a dieta. Él siente que un menú de chocolate y Coca-Cola Light sería lo ideal.

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Dovber Halevi

Posteado en 08.12.19

Mi hijo ha decidido ponerse a dieta. Él siente que un menú de chocolate y Coca-Cola Light sería lo ideal. Después de explicarle que tiene que comer sano, se puso rebelde. Traté de razonar con él, pero él se mantuvo firme en su postura. Entonces decidí que era hora de enseñarle a mi hijo una lección sobre opciones y consecuencias. Mientras se negara a comer huevos y verduras, le quitaría su juguete favorito. Su reacción fue inmediata y rápida: se puso a llorar. Nunca es una experiencia agradable ver llorar a tu hijo. Pero aprendió la lección, y que las decisiones que tomamos tienen sus consecuencias.

 

El dolor se transformó instantáneamente en alegría cuando él "redescubrió" los méritos de un desayuno equilibrado y llegó a la conclusión de que la diversión y los huevos y las verduras eran mejor que el chocolate y el aburrimiento. Después de un momento difícil, su angustia temporal comenzó a cosechar beneficios permanentes.

 

Así debe ser cómo se siente nuestro Padre Celestial con respecto a Sus hijos.

 

Hashem nunca quiere lastimarnos – sólo quiere el bien para nosotros. Nuestro desafío es recordar constantemente que somos seres creados. Vivimos en un mundo creado. No conocemos las reglas exactas sobre cómo funciona este mundo, pero sí sabemos cómo optimizar nuestro propio comportamiento.

 

Es por eso que Hashem nos dio el manual de instrucciones para que podamos aprovechar al máximo el mundo que creó. La palabra hebrea para “instrucción” es Torá.

 

Como los niños, queremos hacer lo que nos hace sentir bien. Nuestros objetivos de vida se centran en cómo podemos lograr el éxito financiero, social y material.

 

Pero, ¿es este es el propósito principal en la vida? ¿Qué pasa si las expectativas que mantenemos en nuestro círculo inmediato contradicen las expectativas Divinas que Hashem tiene para nosotros? Las consecuencias de lo que elegimos para nosotros mismos pueden darnos alegría hoy, e incluso en el próximo mundo, pero los desafíos reales que terminamos descuidando nos niegan las verdaderas alegrías que podemos sentir en cualquier momento.

 

El mundo del hombre puede hacer que nos sintamos satisfechos con el chocolate y la Coca-Cola light, pero nuestro Padre nos ama mucho más. Él quiere más de nosotros solo porque quiere más para nosotros.

 

Cuando yo tenía 23 años, obtuve mi primer trabajo en Wall Street. Un momento después de que me calmé de la emoción de un gran trabajo y el buen salario, sentí un pequeño vacío dentro de mí. Pensé que si ganaba suficiente dinero, el vacío se llenaría. Cinco años y cuatro trabajos más tarde tuve una muestra de éxito. Conseguí un trabajo en una empresa importante y mis propios ingresos de seis cifras anuales.

 

En lo que a mí respecta, mi misión en este mundo estaba completa. A partir de ese momento, nunca más iba a sentir vacío o dolor.

 

Qué sorpresa fue darme cuenta que el vacío que había sentido en mi primer trabajo no había desaparecido y, de hecho, incluso se había intensificado. Sentí que no importaba cuánto dinero ganara, la sensación nunca desaparecería. Ningún éxito, calificación salarial o promoción podría darme lo que estaba buscando en la vida.

 

Elegí el camino equivocado. Hashem, en Su compasión, se aseguró de que me diera cuenta.

 

Aunque lo que quería era sensato, Hashem sabía que no podía encontrar verdadera alegría en lo que estaba haciendo. Sabía que no podía cumplir mi misión en este mundo desde donde estaba en ese momento. Por mi propio bien, Él puso obstáculos en mi camino, dándome la oportunidad de darme cuenta del potencial de ser que Él me dio.

 

Por amor, Hashem bendice cada una de nuestras elecciones con todo tipo de consecuencias.

 

Hashem sabe lo grandioso que es el próximo mundo. Él sabe que el verdadero valor de una mitzvá es mucho mayor que cualquier cosa que podamos percibir en esta existencia finita. Recién nos daremos cuán grandes son realmente estos actos divinos solo una vez que estemos en una posición en la que ya no podamos realizarlos. En ese momento, estaremos muy agradecidos con Hashem por asegurarnos de que realizamos la misión para la que fuimos creados mientras aún teníamos la oportunidad de hacerlo.

 

El niño que llora por un juguete perdido tiene el mismo potencial que los veintitantos que descubren que el ingreso de seis cifras no es la respuesta a todos los dilemas de la vida.

 

La emuna comienza con la aceptación de que Hashem viene de un lugar mucho mejor que nosotros y que Su más grande alegría es llevarnos allí.

 

A partir de ese momento, todos los momentos de la vida se vuelven mucho más dulces. Y más saludables    . Como los huevos y las verduras.

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