Lecciones del Padre

Estábamos paseando por Ein Parod, al sur de Safed. Allí fue donde mi hijo me enseñó el significado de la palabra “arrepentirse”.

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David Ben Horin

Posteado en 16.02.20

Estábamos paseando por Ein Parod, al sur de Safed. Había estado lloviendo y el camino estaba hecho un río con cascadas que caían al valle.

 

Allí fue donde mi hijo me enseñó el significado de la palabra “arrepentirse”.

 

Mi esposa nació en la Unión Soviética. Ella habla ruso con su mamá y con los demás israelíes oriundos de Rusia. Mi hijo aprendió una palabra: kniet. Cada vez que sus maestros, o sus padres le pedían algo, él aprovechaba para practicar ruso.

 

Si se peleaba con los compañeros en la escuela y el maestro le decía que dejara de pelear, mi hijo le respondía “kniet” y se reía. A la hora de irse a dormir, le decíamos que se pusiera sus pijamas, pero nos sonreía y nos respondía “kniet”.

 

No sabíamos ya qué hacer.

 

El viaje de casa a Ein Parod tarda cerca de una hora. Después de la gran cantidad de precipitaciones que cayeron este año, los campos estaban verdísimos y era un placer ver el paisaje.

 

Mi hija se había portado bien, así que la premiamos dejándole sentarse adelante con papá.

 

En el medio del paseo, Ari me preguntó si él también se podía sentar adelante. Quise explicarle que su comportamiento de los últimos días no justificaba un premio. O también podría decirle que ya se lo había prometido a su hermana.

 

Pero en lugar de eso, le sonreí y le dije “kniet”.

 

Y ahí fue cuando perdió los estribos. Y entonces me pidió si podíamos mirar un vídeo en el auto.

 

Otra vez le dije: “kniet”.

 

Se quedó refunfuñando. Y después se puso a pensar.

 

Fue a su mamá y le pidió perdón por haberse portado mal.

 

Fue un buen comienzo, pero mamá no estaba del todo convencida.

 

“Ari, ya me pediste perdón tantas veces… Si realmente estás arrepentido, entonces deja de portarte mal. Si logras pasar una semana entera sin decir “kniet”, entonces te voy a creer”.

 

Mi hijo me miró buscando ayuda.

 

Yo tampoco tenía ganas de jugar sus jueguitos.

 

“Ari, cuando uno se arrepiente de algo, la mejor manera de demostrarlo es haciendo todo lo posible por no volverlo a hacer”.

 

Así es exactamente como nuestro Padre nos enseña a dejar de portarnos mal.

 

Yo “castigué” a mi hijo haciéndole exactamente lo mismo que él les hacía a otros. Y entonces empezó a entender cómo todas esas personas se habían sentido.

 

Es sabido que aquello que nos sucede es producto de lo que les hicimos a los demás. Si nos pasa algo malo, o alguien nos hace sentir mal, tenemos que hacer introspección para ver qué fue lo que nosotros mismos les hicimos a otras personas. Y cuando descubrimos en qué nos equivocamos, la plegaria es el mejor punto de partida.

 

El más grande regalo que Dios nos da en Yom Kipur es que Le demostramos que somos sinceros al no cometer los pecados por los cuales nos arrepentimos. Durante los diez primeros días del año, Le damos a Dios una idea de lo arrepentidos que estamos. Pero durante los restantes 344 días realmente demostramos si nuestras palabras fueron sinceras.

 

Cada día que mi hijo no dice “kniet” es un día en el que nos ha demostrado que realmente se ha arrepentido. Cada día en el que no hablamos más de los demás, nos resistimos a las tentaciones inmorales, y les damos prioridad a nuestra mujer y nuestros hijos, es un día en el que las plegarias que decimos con la boca llegan hasta Hashem desde lo más profundo de nuestras almas.

 

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