Dios de Rabí Meir, ¡respóndeme!

El Rebe Meir, el sabio de la Mishná comúnmente llamado “Rebe Meir Baal HaNes", o "dueño del milagro", es uno de los sabios más citados en todo el Talmud y uno de los cinco (algunos dicen que siete) alumnos del Rebe Akiva. Su padre, un converso al judaísmo, era descendiente del emperador Nerón.

La Guemará (Tratado Avoda Zara, 18a-b) nos cuenta que Rabí Meir estaba casado con Bruria, una mujer brillante, hija del santo Rabí Janina ben Tardion, uno de los diez mártires a quienes persiguieron los romanos. Los tiránicos ocupantes romanos condenaron a Rabí Janina y a su esposa a ser ejecutados por enseñar la Torá públicamente. Y condenaron a su hija, la hermana de Bruria, a ser ingresada en un burdel.

Bruria le pidió a su esposo que salvara a su hermana. Rabí Meir tomó una bolsa de monedas de oro y se dijo a sí mismo: "Si ella ha permanecido casta, le ocurrirá un milagro, y si no, no".

Luego fue al burdel disfrazado de caballero romano y le pidió que se acostara con él. Ella se negó, alegando que estaba en la mitad de su período menstrual. Cuando él se ofreció a esperar hasta que terminara, ella dijo: "Hay muchas otras mujeres aquí que son más hermosas que yo". Luego se dio cuenta de que ella usaba esta táctica con todos los que la buscaban y concluyó que ella realmente había conservado su castidad.

El Rebe disfrazado luego ofreció las monedas de oro como soborno al guardia. El guardia respondió: "Cuando venga mi supervisor, notará que falta una muchacha y me matará".

El rabino Meir respondió: "Toma la mitad del dinero para ti y usa la otra mitad para sobornar a los funcionarios".

El guardia argumentó: "Y cuando no haya más dinero y vengan los supervisores, ¿qué haré?"

El rabino Meir respondió: "Di, 'Eloka la Meir, aneni, Dios de Meir, ¡respóndeme!' y te salvarás".

El guardia aún no estaba convencido: "¿Cómo puedo estar seguro de que con esto me salvaré?"

Rabí Meir le respondió: "Mira, allí hay perros que devoran hombres. Iré a ellos y lo verás por ti mismo". Rabí Meir se acercó a los perros, les arrojó un terrón y los perros fueron corriendo hacia él para destrozarlo. Él gritó: "Dios de Meir, ¡respóndeme!" y los perros se retiraron. El guardia se convenció, aceptó el soborno y le entregó a la hermana de Bruria.

Sin embargo, la historia no termina allío: cuando llegó el grupo de supervisores, el guardia los sobornó con el dinero. Finalmente, el dinero se agotó y se publicó lo que había sucedido. Entonces arrestaron al guardia y lo condenaron a muerte en la horca. Le ataron la cuerda alrededor del cuello y él dijo: "Dios de Meir, ¡respóndeme!”. La cuerda se rompió, para gran asombro de todos. Él confesó, por lo que emitieron una orden de arresto contra el Rebe Meir. El guardia se salvó.

Los romanos distribuyeron un grabado con la imagen del Rabí Meir y proclamaron que cualquiera que vea semejante persona deberá entregarlo a las autoridades. Un día, algunas personas lo vieron y corrieron tras él, por lo que huyó y entró en la casa de una ramera. Los hombres irrumpieron en la casa, pero entonces Eliahu HaNaví, se les apareció como una ramera abrazando al Rebe Meir. "Si este fuera Rabí Meir", se dijeron, "¡ciertamente no habría actuado así!". Así fue como Rabí Meir escapó y huyó a Babilonia.

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Desde entonces, existe una tradición en el judaísmo de que cuando una persona está en peligro, Dios no lo permita, debe dar caridad y en memoria de Rabí Meir Baal HaNes y entonces debe decir "Eloka Meir aneni" – tres veces, lo que significa, "Dios de Meir – ¡respóndeme!"

El yahrzeit de Rabí Meir, o sea, el aniversario de su muerte, cae en Pesaj Sheni, el día 14 de Iar, que este año cae el domingo 29 de abril de 2018. Este es un día especial para dar caridad en nombre del Rabí Meir y pedir todo lo que desees. Y si puedes, ve a visitar el sitio de la tumba sagrada del Rebe Meir en Tiberíades, con vista al Mar de Galilea (Kineret). Es un lugar especial al que asisten miles de personas y muchísimos han visto milagros en sus propias vidas después de haber rezado allí.

Que el santo recuerdo de Rabí Meir interceda por nosotros, ¡amén!