Los verdaderos judíos reformistas

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David Ben Horin

Posteado en 23.11.21

¿Cuál es la diferencia entre un hombre y una mujer?

Una mujer se casa con un hombre con la esperanza de que cambie, pero él nunca cambia.

Un hombre se casa con una mujer con la esperanza de que ella nunca cambie, pero ella siempre cambia.

¿Quién tiene razón? ¿El que cambia o el que no?

El Cristianismo

Originalmente, el cristianismo era el judaísmo reformista de la época. No cuajaba.

¿Cómo entonces, los primeros cristianos vendieron su nueva religión a las masas romanas?

Después de un siglo, algunos tuvieron una idea. ¿Y si abandonaban la circuncisión? Los romanos adoraban el cuerpo humano. Para ellos, cualquier cambio en el cuerpo era algo abominable.

Entonces, en lugar de pedirles a los romanos que cambiaran, ellos mismos cambiaron su religión. El mandamiento de la circuncisión fue dejado de lado.

Algunos romanos empezaron a darse cuenta, pero eso no fue suficiente.

El 21 de diciembre comenzó el festival romano llamado Saturnalia, que se festejaba en honor a un ídolo y en el cual se suspendían todas las leyes durante una semana. Se podía hacer lo que se quisiera sin ninguna repercusión.

Para satisfacer los deseos de los lugareños, inventaron una fiesta que se celebraba justo en esas fechas. Esta fiesta tenía lugar cuatro días después del equinoccio de invierno y culminaba una semana después con otra fiesta más.

Una vez que no era necesario cambiar para ser cristiano, la religión se extendió como reguero de pólvora. Y hasta los emperadores romanos se convirtieron.

El Islam

Antes de la propagación del Islam, Arabia estaba poblada por cientos de feudos beduinos. Los árabes eran tribales, no nacionales. Eran violentos, y siempre estaban en guerra entre ellos mismos. Creían en el saqueo, permitiendo a los hombres tomar las esposas de los pueblos que conquistaban como propias.

La nueva religión tenía que cambiar esto.

Eso fue hasta que la Jihad se convirtió en un núcleo fundamental. Los árabes y otros seguidores del Islam no tenían que renunciar a la violencia. Podían seguir abrazándola.

La conquista de las mujeres se convirtió en una parte de la nueva fe. Los mártires sagrados ya no eran recompensados con la cercanía a Hashem en la otra vida sino que se les ofrecían los placeres carnales de una orgía eterna con 72 jóvenes vírgenes.

Ni el Cristianismo ni el Islam le piden a la gente que cambie de carácter..

Lo que hicimos el día que Hashem nos dio la Torá

¿Por qué comemos torta de queso en Shavuot?

Para celebrar lo que significa ser judío.

El día en que Hashem nos dio la Torá, tiramos miles de toneladas de carne. Apenas 50 días después de salir de Egipto con todas sus riquezas, debíamos tener cientos de miles de reses, ovejas, cabras y ganado variado aquel 6 de Siván.

El día anterior, todo había sido comestible.

Pero en el momento en que aceptamos las leyes Divinas que rigen lo que comemos, toda la carne que teníamos a mano se convirtió en comida para perros.

En lugar de esperar a que Dios dejara de exigirlo, nosotros mismos nos deshicimos de la carne. Aprendimos a sacrificar y preparar la carne según la voluntad de Hashem, y no volvimos a comer un bocado de carne hasta que lo hicimos como se debía.

La Torá es inmutable. No cambia. Viene de Hashem, que es Perfecto. Somos nosotros los que tenemos que cambiar constantemente.

El cinco de Siván un hombre se podía casar con dos hermanas. En el momento en que aceptamos la Torá, esos matrimonios quedaron prohibidos.

Continuamos haciendo los cambios más fundamentales. Rompimos todos los matrimonios prohibidos por la ley de la Torá.

Hicimos estos cambios porque Hashem nos lo ordenó.

Lo que hacemos cada día desde entonces

El judaísmo es un constante abrazo al cambio.

A los ocho días de vida, cambiamos la parte más sensible de nuestro cuerpo. Reconocemos que siempre debemos cambiar nuestra naturaleza, superando esta lujuria incesante con el fuego del espíritu judío que recibimos en el momento en que hacemos este primer cambio.

A los 12 años, nos convertimos en fanáticos de los Yankees y hablamos mal de todos los demás equipos.

Y entonces, a los 13, asumimos todas las mitzvot. Aprendemos las leyes de lashón hará, cómo hablar de la manera que Hashem quiere que hablemos. Cambiamos nuestra forma de hablar. Podemos seguir alentando a Derek Jeter, pero ya no podemos hablar mal de los demás.

Cada vez que aprendemos algo nuevo, ya sea una lección de ética judía (musar), una sección de la Guemará o el comentario de Rashi que acompaña a la lectura de la Torá de esta semana, hacemos cambios. Aprendemos un poco sobre cómo se comportaban los más grandes judíos y hacemos lo posible por acercarnos a sus normas.

El Gaón de Vilna alabó estos cambios diciendo que memorizar tanto el Talmud de Jerusalén como el de Babilonia no es tan difícil como mejorar un solo comportamiento personal.

Hasta tal punto son importantes los cambios.

Casarse requiere un cambio. Firmar una Ketubá es un compromiso de por vida para cambiar.  En ella, el hombre promete proporcionarles a su esposa e hijos todo lo que necesiten física, emocional y espiritualmente.

La única manera de lograr este shalom bait es seguir cambiando hasta conseguirlo. La mujer va un paso por delante, siempre cambiando. Nosotros somos los que tenemos que seguir el ritmo.

Tener hijos requiere cambios. Ser abuelos requiere cambios. Jubilarse requiere cambios. ¿Pasarás más tiempo con tu familia? ¿Pasarás más tiempo estudiando Torá? ¿Harás todo lo que puedas para cumplir con tu misión antes de la “jubilación” definitiva?

Incluso con nuestro último aliento, debemos confesar aquellas partes de nuestra vida en las que no cambiamos y pedirle perdón a Hashem antes de expirar.

Desde los primeros días de nuestra vida, hasta el final, Hashem nos bendice con el mandamiento del cambio constante.

Por qué ser ultraortodoxo es un pecado

El diccionario Oxford define ortodoxo como:

Conforme a lo que es general o tradicionalmente aceptado como correcto o verdadero; establecido y aprobado. Tipo común o habitual; normal.

Fueron los judíos reformistas los que nos endilgaron este libelo inexacto.  El judío de la Torá, o el judío que da sus primeros pasos en la Torá, es todo menos ortodoxo.

Se le prohíbe conformarse a nada. Conformarse es anclarse a un lugar. Para cualquier mitzvá, siempre tenemos que encontrar la manera de hacerla mejor, con más intención.

Nuestro trabajo consiste en mantenernos dentro de un rango de dirección avanzando siempre hacia adelante.

Los que nos llaman ortodoxos son los verdaderos ortodoxos. Ellos zigzaguean fuera de las líneas con el único propósito de ajustarse a la normalidad establecida y aprobada del momento.

Nosotros siempre nos reformamos para acomodarnos a la Voluntad Absoluta de Dios, expresada en Su Torá.

Siguen cambiando las reglas para acomodarse a la ortodoxia del deseo humano – exactamente como los cristianos, romanos, árabes y musulmanes.

Cada día renacemos.

Cada día nos damos cuenta de que formamos parte de Su mundo. Nuestro tikun olam, hacer de su mundo un lugar mejor, es volvernos mejores personas.

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