El director de orquesta – Miketz

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Rabino David Charlop

Posteado en 29.11.21

Este mundo es una sinfonía de la presencia de Hashem. Para que la música se ejecute correctamente, los intérpretes deben conocer la partitura…

Cualquiera que tenga un conocimiento básico de la música sabe que el director es absolutamente esencial para que la orquesta toque la sinfonía correctamente. Sin su presencia, la pieza puede ser interpretada, pero o bien habrá conflictos y disonancias entre los miembros de la orquesta o, incluso si tocan juntos, no podrán expresar plenamente las intenciones más profundas del compositor.

De la misma manera, este mundo es una sinfonía de la presencia de Hashem. Para que la música se ejecute correctamente, los intérpretes deben conocer su partitura.

Cuando Abraham estaba por ser enterrado, el versículo nos dice: “Sus hijos, Isaac e Ismael, lo enterraron”. De este relato aparentemente sencillo, Rashi nos enseña una lección muy importante. “De aquí aprendemos que Ismael hizo teshuva (se arrepintió de las transgresiones pasadas) y puso a Issac delante de él”. Teshuva (arrepentimiento) significa en realidad volver al origen. La capacidad de conocer el lugar de uno en el esquema más amplio de la realidad es esencial para cumplir el propósito en este mundo.

Por el contrario, cuando falleció Isaac, el versículo nos dice “…y sus hijos Esaú y Jacob lo enterraron”. Aunque esta historia tuvo lugar significativamente después de que Jacob recibiera las bendiciones del primogénito, aún no había llegado el momento del orden adecuado de Jacob frente a Esaú. (Todavía estamos esperando que Esaú comprenda la condición de primogénito de Jacob. Pero ese es otro tema).

Con estas ideas en mente, tratemos de entender una dificultad importante en esta Parasha. Es bien conocida la historia de cómo los hermanos de Yosef fueron a Egipto a comprar comida debido a la gran hambruna que había en Israel. Yosef acusó a sus hermanos de espionaje y les exigió que demostraran su inocencia llevando a su hermano Benjamín a Egipto. Después de mucho debate y muchas dudas, Jacob accedió a enviar a Benjamín. Yosef se reunió con su hermano Benjamín (sin que Benjamín supiera que era su hermano) y luego lo envió a él y a los demás hermanos de vuelta a Israel, pero no antes de plantar su copa en la bolsa de Benjamín para ver si los hermanos acudían en ayuda de Benjamín.

Las acciones de Yosef son muy desconcertantes. ¿Por qué Yosef les causó tanta angustia a Benjamín y a los hermanos? Parece poco probable que un tzadik (persona justa) de la categoría de Yosef se proponga vengarse. Muchos comentaristas explican que Yosef quería ver si los hermanos se jugaban la vida para ayudar a salvar a Benjamín (a diferencia de cómo trataron a Yosef muchos años antes). El problema con esta explicación es que su dedicación a ayudar a Benjamín podría haber estado motivada por el deseo de salvar a Jacob de la angustia y no porque se arrepintieran totalmente de haber vendido a Yosef. Parecería que hay una lección sutil pero muy importante que Yosef trataba de enseñarles a los hermanos.

El gran autor jasídico de la obra Shem MiShmuel, el Rabino Shmuel Bornstein (1855-1926), ofrece una visión fascinante de esta historia tan desconcertante. Debo admitir que sus reflexiones me resultaron un tanto catárticas y me hicieron replantearme algunos de mis propios defectos personales, como intentaré explicar a continuación.

Mencionamos en un artículo anterior que la intención de Yosef de liderar a los hermanos, lejos de estar motivada por cualquier atisbo de altanería, se basaba en su deseo de maximizar la grandeza personal de cada uno de ellos. Él comprendía sus cualidades únicas de liderazgo y pensaba que los hermanos también apreciarían ese hecho. En el momento de la venta, ellos no comprendieron la importancia que tendría esto para el futuro del pueblo judío.

Curiosamente, una consecuencia de la venta fue la pérdida por parte de los hermanos de la bendición Divina que Yosef les proporcionó y su posterior descenso de sus anteriores niveles de grandeza. Esto fue una consecuencia natural de no tener al “director” en su posición legítima. El versículo nos dice que después de la venta, Yehuda “descendió” de sus hermanos, lo que significa simplemente que lo depusieron como su portavoz. Sin embargo, el significado más profundo de este “descenso” se refiere a su declive espiritual como consecuencia de la venta. Sin embargo, no sólo bajó el nivel personal de Yehuda, sino también el del resto de los hermanos.  Aunque inicialmente sintieron este declive, no relacionaron estos sentimientos con la venta.

Según el sagrado Libro del Zohar (el libro más básico del misticismo judío), esta sensación de declive espiritual fue temporal… La razón fue que, en ausencia de Yosef, el liderazgo espiritual fue heredado por Benjamín. Por una serie de razones, incluyendo el hecho de que Benjamín no estaba involucrado en la venta de Yosef, Benjamín se convirtió en el heredero espiritual de la grandeza de Yosef. Mientras se sintió la presencia de Benjamín, la falta de Yosef no fue del todo comprendida por los hermanos.

Cuando Yosef finalmente reunió a los hermanos, quiso rectificar completamente el error cometido unos veintidós años antes. Él sentía que los hermanos estaban listos para aceptarlo como su líder espiritual. Sin embargo, para poder llevar el mensaje a casa, Benjamin necesitaba ser encarcelado y separado del resto de sus hermanos. Recién cuando los hermanos volvieran a sentir esa caída espiritual, se darían cuenta de que tanto el descenso pasado como el presente se basaban en la pérdida del “tzadik”. Entonces y recién entonces se darían cuenta del verdadero lugar de Yosef como “director” de la “orquesta” llamada pueblo judío.

En resumen, la razón de la aparente “crueldad” de Yosef era para asegurar su lugar adecuado entre los hermanos y formar la estructura esencial del pueblo judío en el futuro.

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