Amabilidad a la décima potencia

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David Ben Horin

Posteado en 10.01.22

Cuando entré, él estaba listo para dar un salto de su silla y darme un gran abrazo. La tensión de su rostro dio paso a una mirada de auténtico agradecimiento, como si le hubiera salvado la vida.

No tuve que ponerme delante de un tren en marcha ni administrarle reanimación cardiopulmonar.

Solamente era el décimo hombre en el minián.

Los rezos comienzan a las 7 de la mañana, pero yo espero con mi hijo a su autobús escolar, que llega a las 7:10. Tardo unos 5 minutos en llegar a la shul. Llego justo cuando se necesita un minián.

La ciudad de Afula, donde yo vivo, tiene unas cuantas comunidades grandes, rodeadas de muchos Batei Knesset emergentes más pequeños. La nuestra está en una caravana. La mayor parte del tiempo tenemos alrededor de 12 o 13 hombres, pero un día puede ocurrir que alguien tenga una reunión temprano por lo que va a rezar en netz (el minián más temprano a las 5:30 AM).

A veces, alguien llega tarde. En un día frío, algunos se quedan en casa. Siempre es un reto conseguir el quórum. 

Afula es una de las ciudades más cálidas de Israel. Cuando llueve, todos contenemos la respiración. A medida que avanza el invierno, apenas conseguimos llegar. A unos 200 metros de la entrada de la sinagoga, el gabai se quedaba en la puerta gritando para que yo diera el paso.

Nunca me di cuenta de lo importante que era eso hasta que vi la mirada de mi amigo.

Él llevaba meses recitando el kadish junto a mí. Si faltaba uno de nosotros, perdía la oportunidad de ayudar a alguien a quien quiere tanto, que se levanta temprano en el frío para recitar el kadish por él.

Con esa mirada, me demostró lo mucho que significa cumplir esta mitzvá.

Las bondades se multiplican

Todos soñamos con tener un impacto en el pueblo judío más allá de nosotros mismos.

Llegar al minián les permite a diez judíos decir el Kadish por sus seres queridos. En un minián, siempre hay al menos uno o dos miembros de cada servicio de rezos que recitan esta plegaria en beneficio de algún familiar que se ha ido ya al Otro Mundo.

También beneficiamos a las almas de las personas por las que se recita el Kaddish. Realizamos un acto de bondad con los vivos y con los muertos.

Es una mitzvá anónima. ¿Cuántas veces hemos escudriñado toda la sinagoga para ver exactamente quién está allí?

Es una bondad para quien recibe una aliá a la Torá. Los lunes y los jueves tenemos una lectura de la Torá durante el servicio de la mañana. Tres personas son llamadas a la Torá. Una persona lee. Otra persona sostiene la Torá.

Cinco personas obtienen el mérito de las mitzvot adicionales, y otra comunidad lee de la Torá porque gracias a que tú entras por la puerta.

La mayoría de las personas en la sala ahora sirven a Hashem con mayor energía, bendición y mitzvot por lo que tú acabas de hacer.

Una simple suposición

¿Qué sucede cuando tú eres es el undécimo o el duodécimo en llegar al shul?

No te muevas.

He asistido a muchos servicios matutinos en los que un par de personas han tenido que salir corriendo a trabajar justo después del rezo de Aleinu. El número de personas en el shul pasa a ser de un solo dígito y todos volvemos a las plegarias individuales.

Si te quedas hasta el final, rescatas tres kaddish adicionales que tus hermanos pueden recitar.

Ten en cuenta esto:

En esos días en los que te levantas y hace frío, llueve, o simplemente te sientes tan pesado que ir a la sinagoga es una posibilidad remota, ten en cuenta que muchas otras personas eden tu comunidad se sienten exactamente como tú.

Esos días en los que menos quieres ir al minián es cuando tu comunidad más te necesita.

Es una gran oportunidad para empezar el día con amabilidad realizando un acto de amor con nuestro prójimo.

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