Dio las gracias y le pagaron

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 12.01.22

Un día me encontré en la calle con alguien que me llamó diciéndome: “¡Rabino! ¡Por fin lo encuentro! Usted no me conoce, pero yo soy alumno suyo hace mucho tiempo, desde que empecé a leer sus libros y escuchar los CDs. ¡Rabino, tengo para contarle milagros y maravillas!”. Entonces me contó que contrajo muchísimas deudas hasta tal punto que se dio cuenta de que no existía forma de terminar con todas ellas. Un día escuchó un CD mío donde explico que todo es para bien. Él se fortaleció mucho y empezó a cantar como aprendió en el CD y así fue como tuvo el mérito de cantarle a Hashem dos horas sin parar: “No entiendo nada. No entiendo nada. Sólo sé y tengo fe que todo es para bien. Muchas gracias, Hashem Bendito, por todas las deudas que me diste…”.

Él entendió que en términos lógicos se encontraba en muy mala situación. Pero en términos de emuná, por cierto que todo es para bien. Por eso se fortaleció en alegría y se puso a cantar: “No entiendo nada. Sólo sé y tengo fe que todo es para bien”. Su esposa oyó que estaba cantando y dando gracias por las deudas y le dijo: “¿Pero qué te pasa? ¿Te sientes bien? ¿Oí mal o realmente estás dando las gracias por las deudas tremendas que tenemos?”.

Él le respondió: “Tienes razón. Tal como ves, la situación es muy difícil. Pero querida, conviene que escuches el CD Deja de Lloriquear y entonces tú también te fortalecerás en emuná y sabrás que todo es para bien y entonces tú también vas a empezar a cantar conmigo”. Y añadió: “No hay nada que hacer. Tengo que mantenerme bien fuerte en mi emuná de que todo es para bien. Porque Hashem es el único que me puede salvar y que me puede ayudar en la situación en la que estoy”.

Así fue como se fortaleció más y más… ¡hasta que le llegó la salvación! ¿Y cómo llegó? Hace muchos años, el padre de él había estado preso en la cárcel siria. Y ahora de repente se enteraron de que existía una forma de recibir indemnización. El padre fue y realizó todos los trámites correspondientes a fin de recibir el dinero de la indemnización y finalmente lo recibió. Entonces el padre lo llamó y le dijo: “Hijo mío, toma el dinero y ve a pagar todas las deudas que tienes”. Resulta que la canción al final sí que lo ayudó…

Y tal como escribí en el libro “En los Campos del Bosque”, qué importante es cantar, cantar alabanzas, literalmente. De hecho, el único motivo por el cual nuestros Sabios instituyeron las Bendiciones Matutinas (Bircot Hashajar), las Bendiciones de Goce (Bircot Hanehenim), los Versículos de Alabanza (Pesukei Dezimrá) y los rezos, fue para educarnos y recordarnos en la oscuridad de este mundo material que ese es nuestro único objetivo: darle las gracias a Hashem, alabarlo y ensalzarlo.

¡La persona tiene que cantarle a Hashem y entonarle melodías! Disfrutar de cada palabra de la plegaria. Decir las bendiciones con música. Con una melodía que lo despierte espiritualmente. Que le dé alegría. Y también la plegaria de Shemone Esré, las Dieciocho Bendiciones, hay que cantarlas. De esa manera, uno está vistiendo a la Presencia Divina (Shejiná) con un atuendo maravilloso, y está mitigando todos los juicios.

El poder de la melodía es inmenso y es capaz de hacer despertar el corazón. Se cuenta de Rabí Natan que siempre viajaba en una carreta cubierta y durante el viaje se dedicaba a la Torá y a la plegaria. Una vez sus discípulos lo acompañaron en el viaje. Era la hora de las plegarias matutinas y Rabí Natan empezó a rezar. Sus discípulos oyeron que su rabino rezaba con tono apesadumbrado, triste. Y así continuó hasta que poco a poco Rabí Natan empezó a cantar una cierta melodía de alegría y entonces la alegría fue aumentando cada vez más hasta que terminó rezando la plegaria con enorme entusiasmo y una tremenda alegría y una total devoción, hasta tal punto que los gentiles de los pueblos por los que pasaba la carreta dejaron de trabajar y se pusieron a correr tras la carreta para poder escuchar la música que emanaba del vehículo.

Al llegar a la plegaria de Shemone Esré, Rabí Natan estaba tan sumido en la plegaria y su devoción era tanta que sus discípulos tuvieron que bajarlo en andas de la carreta y pararlo frente a la pared de una posada del lugar para que rezara el rezo de Shemone Esré.

Al continuar el camino, los discípulos le preguntaron qué le había ocurrido. ¿Por qué al principio del rezo había estado tan triste y cómo fue que poco a poco fue cobrando tanta alegría?

Les respondió Rabí Natan: “Al comienzo de la plegaria, me sobrevinieron una melancolía y una tristeza terribles. Pero después me acordé de lo que dijo Rabí Najman, respecto a que uno tiene que darse vitalidad a sí mismo con alguna melodía alegre y en especial durante las plegarias. Y entonces empecé a cantar una melodía alegre hasta que finalmente la alegría creció tanto que recé el resto de los rezos rebosante de felicidad”.

Eso es lo más enigmático: que las plegarias –que son puras alabanzas y canciones compuestas por el Rey David, que era todo gratitud– por lo general se dicen a toda velocidad y en tono monótono y uno no se da cuenta de que en realidad se está contradiciendo: por un lado está convocando a todo el mundo a cantar a Hashem y alabarlo, tal como está escrito: “Hodu La-Hashem, shiru Lo, zamrú lo, siju vejol nifleotav – Den las gracias a Hashem, cántenle, alábenlo, hablen de Sus prodigios”, ¡pero él mismo no Le canta!

O como cuando convoca a todo el mundo diciendo: “Haríu la Adon-ai kol ha aretz –  Cantad con júbilo a HaShem”, toda la tierra, y él mismo no canta en absoluto, sino que susurra a toda velocidad las palabras de la plegaria. O cuando dice “Ivdu et Ado-nai be simjá – Sirvan al Eterno con alegría”, porque es sabido que el servicio es la plegaria y que esta tiene que hacerse con alegría. Resulta por lo tanto que este individuo convoca a todos a que lleven a cabo el trabajo de la plegaria con alegría mientras que él mismo no reza con alegría.

O como cuando uno dice “Baruj she amar ve haia ha olam – Bendito es Aquel que habló y se creó el mundo”, pero él mismo no presta atención a lo que está diciendo, que hay que bendecir a Hashem: “¡Amo del universo, gracias, ¡qué bueno que creaste el mundo! ¡Gracias, Hashem, por haber creado el mundo! ¡Qué mundo tan bello creaste! ¡Gracias… Bendito es Aquel que habló y se creó el mundo!”.

Si las personas se dedicaran al agradecimiento y a la canción, se anularían todos los problemas y todos los exilios y ya habría venido la Redención. Porque todos los problemas y todas las enfermedades son todos producto única y exclusivamente de la falta de alegría y la ingratitud. Porque cuando la persona no alaba, no canta y no da las gracias, esa es la más grande acusación en su contra. Y en el sagrado Libro del Zohar dice que la principal acusación se debe a que la persona no da las gracias. Es por ese motivo que el Rey David estableció que se deben recitar todos los días cien bendiciones, que son principalmente alabanzas y muestras de gratitud al Creador.

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1. Gracias por sus enseñanza

1/13/2022

Me encanta aprender soy mujer pero me encanta cuando los leo o olivo en sus videos

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