El idealismo olvidado

Nuestro mundo se vio ensombrecido por los asesinatos de Martin Luther King Jr., el presidente John Kennedy y su hermano, Robert. Todos tenían la esperanza de hacer del mundo un lugar con más amor, tal como se expresó en Woodstock,

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Rabino David Charlop

Posteado en 23.01.23

El amor. El idealismo. Esperanza. Eran palabras de moda para una generación que luchaba por la igualdad de derechos, contra la horrible guerra de Vietnam y que anhelaba profundamente cambiar el mundo para mejor. Nuestro mundo se vio ensombrecido por los asesinatos de Martin Luther King Jr., el presidente John Kennedy y su hermano, Robert. Todos tenían la esperanza de hacer del mundo un lugar con más amor, tal como se expresó en Woodstock, en las masivas concentraciones pacíficas contra la guerra, y los hippies que querían compartir su amor e interés por la humanidad. En aquellos días, se derribaron viejas vallas, se rompieron barreras…

Gran parte de la energía positiva estuvo dirigida a intentos concretos de crear un entorno utópico de amor e interés por los demás. Surgieron comunas y muchas zonas, sobre todo la zona de la bahía de San Francisco, se convirtieron en refugios del movimiento pacifista. Es difícil describir el optimismo tan puro de aquella época, sobre todo hoy en día, ya que mucha gente se ha vuelto hastiada, crítica y dudosa de los sueños del pasado.

Eran días emocionantes, pero también bastante difíciles. Hubo mucha lucha a muchos niveles y, por desgracia, muchos de los ideales y esperanzas de un futuro mejor nunca llegaron a materializarse. Yo no diría que todo el idealismo se convirtió en una nada, pero sí creo que sería justo decir que gran parte del idealismo se agrió tras los muchos intentos abortados de hacer de la vida un “Shangri-La”. ¿Qué pasó en realidad? Además, ¿qué tiene que ver toda esta historia “antigua” con nuestra lectura semanal?

Uno de los aspectos peculiares de la ley de la Torá es su preocupación por los detalles y el análisis. El Talmud y el Código de la Ley Judía están llenos de casos intrincados que a menudo parecen perder el lado humano y emocional de la vida. En la sección de las leyes que tratan del matrimonio, por ejemplo, el amor parece tener poco lugar y se presenta más como una relación comercial que como una expresión de profundo cariño. En nuestra lectura semanal de la torá, vemos numerosos casos muy técnicos que también pueden parecer demasiado intrincados. Otra dificultad con la presentación de estas leyes es que parecen casi anticlimáticas, especialmente después de la parashá de la semana pasada que trató de la espectacular revelación y entrega de los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí.

Hay una regla muy importante que escuché de un sabio rabino, el Rabino Noaj Orlowek. Él dice que “las emociones son en tiempo presente” y continuó explicando que la naturaleza de los sentimientos es que son intensos y se sienten tan reales cuando están sucediendo. Sin embargo, en algún momento, el amor, el odio, la ira, etc. se disiparán y los buenos sentimientos (o malos) serán difíciles de recordar. Nuestros Sabios comprendieron que todas las relaciones basadas en sentimientos cálidos y buena voluntad están condenadas a la decepción y, posiblemente, al fracaso. Por eso, los precedentes legales de la Torá son intelectualmente rigurosos y no se basan en las emociones. Por supuesto, la Torá espera que desarrollemos el amor en nuestros matrimonios y la comprensión mutua en nuestros negocios, pero ese no es el punto de partida. Cuántos malentendidos y dolores se habrían evitado, o podrían haberse evitado, en aquellos días idealistas de los años 60 y 70 si hubieran comprendido esta idea básica.

Asimismo, los Sabios nos cuentan una regla sorprendente: es señal de mayor grandeza realizar una mitzvá por el hecho de haber sido ordenado a realizarla que hacer esa misma mitzvá en forma voluntaria. Por ejemplo, es más loable dar caridad cuando a uno se le ordena dar caridad que darla motu proprio. Y la verdad es que esta enseñanza es un tanto difícil de entender. Uno pensaría que el acto nacido de la buena voluntad es más loable que el realizado por un sentido de obligación. Sin embargo, hay muchas razones por las cuales nuestros Sabios prefieren el acto de obediencia. En lo que respecta a nuestro análisis, cuando uno da solamente porque le apetece, ¿quién puede decir que mañana también le apetecerá dar? Si me caso porque estoy profundamente enamorado, ¿quién puede decir cómo me sentiré mañana? Aunque suene poco romántico, creo que la creciente tasa de divorcios revela que tenemos mucho que aprender de nuestros Sabios.

Aquella época tan especial de la década del 60 y el 70 fue un período de inspiración inusual. Se hizo mucho bien y posiblemente se podría haber hecho todavía mucho más si hubiéramos contado con el conocimiento de la Torá y de los Sabios. La buena voluntad es algo bueno, pero las buenas acciones son las que cambian el mundo. Y si las leyes de la Torá a veces parecen demasiado técnicas y mezquinas, debemos saber que son las formas concretas que Hashem nos dio para crear un mundo de paz y de amor. Por mucho amor y esperanza que hubiera en aquella época, no se puede comparar con el amor que Hashem siente por Su mundo y Su esperanza de hacer del mundo un lugar de paz y bendición eternas. Y afortunadamente tenemos la guía, que es la Torá, para hacer realidad este sueño.

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1. Laura Contreras Araque

1/26/2022

Gracias, si somos afortunados de tener a los sabios y los estudiosos de la Toráh, para difundirla a tod@s las personas del Mundo. Gracias. Equipo Breslev. Bendiciones y éxitos ✡️🥳

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