La empatía potencia la plegaria

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Dennis Rosen

Posteado en 21.02.22

El Rabino Eliahu Kedoshim contó hace poco una historia referente al Rabino Ovadia Yosef.

Un joven que llevaba siete años casado y todavía no tenía hijos fue a verlo para pedirle que rezara en su nombre. El rabino cerró los ojos durante un buen rato. El joven pensó que quizás el rabino se había quedado dormido. Entonces vio que al rabino le salía una lágrima de los ojos. El hombre se quedó asombrado porque él mismo nunca había llorado por su propia situación. El rabino comenzó entonces a bendecirlo profusamente para que él y su esposa tuvieran hijos. Sin duda, el rabino había oído hablar de muchas situaciones como esta, quizá incluso ese mismo día, y aun así fue capaz de responder con enorme empatía y compasión.

La bendición dio frutos, ya que este joven y su esposa tienen ahora muchos hijos. La lección que aprendemos de esto es que necesitamos empatizar con otras personas que están pasando por situaciones difíciles. Tenemos que cerrar los ojos y pensar en cómo nos sentiríamos nosotros en esa misma situación y sentir compasión. Esto potenciará nuestras plegarias.

Esto me recuerda una historia que leí sobre el Jafetz Jaim. Un joven estaba pensando en dejar la yeshiva y decidió ir a ver al Jafetz Jaim para pedirle consejo. Cuando llegó a la casa, uno de los familiares le dijo que tomara asiento y esperara.

El joven vio al Jafetz Jaim del otro lado de la habitación, muy angustiado, llorando y recitando Tehillim con gran fervor. Sus acciones parecían incongruentes con el comportamiento del resto de la familia, que seguía despreocupadamente con sus asuntos. El joven le preguntó a uno de los miembros de la familia qué estaba pasando, y así fue como se enteró de que unos minutos antes de que él llegara, un absoluto desconocido se había acercado al Jafetz Jaim y le había informado que uno de sus familiares estaba muy enfermo.

Cuando el joven vio la gran compasión mostrada por el Jafetz Jaim por otra persona que ni siquiera conocía, se quedó muy asombrado y se dio cuenta de que ese nivel de preocupación por otro ser humano sólo podía alcanzarse a través del estudio de la Torá, y así fue como decidió continuar sus estudios en la yeshiva.

Hace un tiempo, escuché una charla del Rabino Elisha Friedman en la que enumeraba algunas de las principales dificultades a las que se enfrentan Klal Yisrael y el mundo entero. ¿Qué podemos hacer nosotros para cambiar la situación?

El Rabino mencionó la bendición sacerdotal (bircat kohanim). Antes de bendecir a la congregación, los kohanim recitan un rezo especial, en el que Le agradecen a Hashem por el hecho de haber sido santificados con la santidad de su antepasado Aarón y que se les haya ordenado bendecir al pueblo judío con amor.

Aarón amaba a la gente, buscaba la paz y acercaba al pueblo a Hashem y él fue elegido para ser el progenitor de la clase sacerdotal precisamente por su amor al pueblo judío.

Cuando un kohen dice esta bendición, se recuerda a sí mismo lo importante que es amar al pueblo que va a bendecir. La fuente del poder de cada kohen es que está lleno de amor. Eso es lo que sobrecarga su bendición.

La mayoría de nosotros no somos kohanim, pero ciertamente deberíamos canalizar el amor y el respeto por el pueblo judío y por toda la humanidad en nuestras plegarias. Esto aumentará enormemente la eficacia de nuestras plegarias y nos hará dignos de ser un conducto para las bendiciones del Creador.

Además de sentir empatía y compartir las dificultades de otras personas, también deberíamos compartir sus alegrías. Como dice el refrán: “Una pena compartida se reduce a la mitad y una alegría compartida se duplica”.

En su libro, El Jardín del Conocimiento, el Rabino Shalom Arush enseña que debemos sentirnos felices por los demás cuando tienen éxito y cuando experimentan abundancia espiritual o material. La razón por la que debemos alegrarnos es que Hashem siente una gran alegría cuando Sus hijos tienen éxito. Vale decir, debemos compartir la felicidad de nuestro Padre que nos ama tanto. Debemos hacer esto incluso cuando, y especialmente cuando, otras personas están teniendo éxito o abundancia en áreas en las que nosotros sufrimos de una carencia. Como esto resulta más difícil, esta práctica invoca un tremendo favor Divino.

En su folleto, Amar al prójimo con abnegación, el Rabino Arush cita a Rabí Shimon Bar Yojai, quien enseñó que nuestra misión principal depende de nuestro amor mutuo. Este amor mutuo se canaliza en nuestras sinceras plegarias por el bienestar de los demás.

Recordemos que debemos ponernos en el lugar de los demás y pensar cómo sería pasar por las tribulaciones que ellos están pasando. Hagamos que nuestras plegarias estén animadas por esta empatía. Que nos esforcemos por amarnos y rezar por los demás con espíritu de amor. Por último, alegrémonos por los demás cuando tengan éxito y compartamos sus alegrías. Esto establecerá una atmósfera de amor mutuo en el pueblo de Israel y en el mundo entero y esto nos traerá muchas bendiciones y salvaciones.

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