La persona más feliz del mundo – 2da parte

¿Cuándo fue la última vez que valoraste tu mano? Cuando tienes sed, tomas un vaso, lo llenas de agua y entonces te llevas el vaso a la boca y bebes. ¿Alguna vez te pusiste a pensar en el valor de tus músculos, los tendones, los huesos, gracias a todos los cuales puedes mover la mano?

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Posteado en 07.03.22

Hoy entiendo algo que a la persona sana le cuesta comprender: que el cuerpo es algo secundario. Mientras lata el corazón, y funcione la mente y los ojos vean y los oídos oigan y la boca hable y coma y el alma me eleve, ¿qué otra cosa necesito? No necesito absolutamente nada. Porque al saber que este mundo es transitorio, que la vida es pasajera, que el cuerpo es efímero, ¿de qué me voy a preocupar? ¿Por qué voy a temer? ¿A qué le voy a tener miedo? Mi Padre Divino, Hashem, me cuida y me protege y me provee todas mis necesidades y como dice en los Salmos (23): “Mizmor LeDavid. Hashem es mi Pastor; nada me ha de faltar”. Gracias a Dios, estoy contento de ser quien soy, lo que soy y como soy. No tengo quejas contra Hashem. ¡Solamente gracias! Soy muy feliz.

¿Alguna vez te pusiste a pensar en el valor de tu cuerpo? ¿En el dedo meñique? Cuando te pica la nariz, el oído o cualquier otra parte del cuerpo, levantas el dedo y te rascas enseguida, sin ningún problema, porque para ti todo es obvio. Cuando a mí me pica la nariz, el oído o cualquier otra parte del cuerpo, yo tengo que sufrir la picazón durante largos minutos en el mejor de los casos. ¡No puedo dar nada por sentado! ¿Cuándo fue la última vez que valoraste tu mano? Cuando tienes sed, tomas un vaso, lo llenas de agua y entonces te llevas el vaso a la boca y bebes. ¿Alguna vez te pusiste a pensar en el valor de tus músculos, los tendones, los huesos, gracias a todos los cuales puedes mover la mano?

Yo no puedo mover ni siquiera un dedo. Yo tengo que pedirle ayuda al vecino para que me den de beber, de comer o para que me rasquen la espalda. Yo solo no puedo hacer nada de nada. Por eso, díganle al Creador: “Dios mío, gracias por las manos; gracias por poder hacer todo lo que quiera, de la manera que quiera, cuando quiera, tanto como quiera. ¡Gracias, Dios mío, gracias!”.

¿Alguna vez te pusiste a pensar en el valor de tus piernas? Un par de piernas que sostienen sobre sí mismas varias decenas de kilogramos. Estás parado frente a las escaleras; tienes que subir varios pisos y te dices a ti mismo: “Uf… cuánto tengo que subir”. Te da pereza. Dale las gracias al Creador. Gracias por tener piernas sanas, gracias por poder caminar, gracias por poder subir las escaleras. Hay personas inválidas, hay personas ancianas, que hasta que suben un escalón y otro escalón pasa un rato largo, mientras que tú los vas subiendo de dos en dos. Cuando llegues arriba, dale las gracias al Creador, gracias por las piernas sanas, gracias por darme la capacidad de subir hasta arriba. ¡No se puede dar nada por sentado! ¡Nada! “Gracias por darme la capacidad de ir donde quiera, cuando quiera, tanto como quiera, sin necesitar la ayuda de nadie. Gracias por darme la capacidad de bañarme yo solo, y estar limpio, y vestirme”.

Hay personas que no pueden hacer estas cosas por sí solas. Hay que bañarlas en la cama, como yo por ejemplo. Yo estoy acostado en la cama, conectado al respirador, dentro de una habitación pequeña de la cual casi no salgo. No veo lo que pasa afuera. Tú, amigo mío, párate junto a la ventana, mira hacia afuera, respira bien profundo y dile al Creador: “¡Gracias, Dios mío! ¡Gracias por poder respirar yo solo; por ver el cielo, por ver el sol, por ver la luna y las estrellas, por ver las nubes, por ver los pajaritos, por ver la tierra, por ver los árboles, por ver las flores, el pasto. Por poder disfrutar de las maravillas de esta magnífica Creación”. ¡No es algo que podamos dar por sentado!

Sabe valorar cada cosa que te dio el Creador. Tienes que sentir que eres una persona dichosa, que la vida es bella, que el Creador te ama, que te concedió el mérito de tener un cuerpo sano, una mente sana.

***

Hasta acá las palabras de Alón Paz.

Cuenta el Rabino Kovy (Yaakov) Levi, que incluyó esta historia en uno de sus libros, que no hace mucho Alón Paz fue invitado a dar una conferencia ante 1800 voluntarios de la organización de ayuda al prójimo Ezer Mitzion. Y allí dijo lo siguiente: “Ustedes se me quedan mirando. Inválido. Sin manos. Sin piernas. Pero no me tengan lástima. Yo soy feliz. Yo soy completo. Y no sólo eso: si el Santo Bendito Sea me trajera un hombre multimillonario, fornido, alto con brazos fuertes y piernas resistentes, y me dijera: ‘Alón, este hombre quiere intercambiar puestos contigo. Él se va a quedar postrado en esta cama, inválido, sin poder moverse, porque va a recibir tu cuerpo, y tú vas a recibir el cuerpo de él y toda su fortuna y podrás finalmente vivir como una persona normal: rico, sano, capaz de hacer lo que quieras cuando quieras y disfrutar de la vida. Cualquier cosa que pidas, te la daré’, entonces yo Le respondería: ‘No, no quiero’. ¿Y por qué? Porque Tú, Hashem, Tú sabes qué es lo mejor para mí. Y si para mí lo mejor es estar postrado en esta cama completamente inválido, entonces yo prefiero seguir así y muchas gracias por todo’”. Este hombre alcanzó una emuná completa, la total convicción de que solamente Hashem sabe qué es lo mejor para cada uno. Únicamente el que tiene una emuná semejante puede considerarse “feliz con su parte” y él es el verdadero millonario.

A partir de esta historia vemos que la vida buena y dulce es únicamente la vida con emuná. La vida feliz es la vida con emuná. ¿Acaso tú vives con la emuná de que todo es bueno? ¡No hace falta más! ¡Todo es bueno!

¿Qué necesita la persona? Una sola cosa: hablar con Hashem. Lo principal es que tiene una boca. Solamente eso. Que respira. Que el corazón le late. ¿Él puede hablar con Hashem? Eso es lo que hace falta en este mundo: hablar con Hashem, dar las gracias, estudiar Torá, rezar. No le falta nada. Es feliz, dichosa. ¡Al revés! No tiene pruebas. No tiene pasiones físicas. No tiene el materialismo de este mundo. Solamente hace el bien. Ya no puede hacer nada malo. ¡La persona no puede dejar de dar las gracias! ¡A cada momento, a cada instante, dar las gracias! Dar las gracias por cada inhalación, por cada exhalación…

Cuanto más se fortalezca la persona en la emuná de que no existe el mal en el mundo, más feliz será. Toda la depresión, toda la falta de alegría que tiene la persona es porque todavía no cree con total y absoluta emuná que Hashem la supervisa con Su precisa Supervisión Individual. Que todas las cosas que le causan pena en realidad son para su propio bien eterno. Que no existe el mal en el mundo. Esta persona aún sigue pensando que existe el mal.

Aunque aprendamos otras cosas, no olvidaremos la gratitud todas nuestras vidas. Todo el tiempo tenemos que aferrarnos a la emuná, tenemos que fortalecer nuestra emuná. Cantar y alabar, gracias, gracias, gracias. Y cuanto más, mejor.

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1. Nina Garcia

3/13/2022

Bendito sea nuestro Creador por sus bondades y misericordias. Pero sobre todo por este mensaje q acabo de leer q me ha despertado a Agradecer las mas minimas cosas q damos por sentado q tendremos siempre y q en cualquier momento pueden desaparecer de tu vida. Todah Raba HaShem por tus bendiciones!!!

2. Alain

3/12/2022

Debería servirnos de ejemplo y de auténtica Emuna este ejemplo y no pasarnos el día quejándonos por cosas sin sentido e insignificantes
HaShem siempre es Bueno y Misericordioso

3. dieter

3/11/2022

Desde a lo menos tres años les escucho y uds. me enseñaron a dar las GRACIAS al ETERNO por TODOOOOOOO .Al despertar cada mañana lo primero que hago es sentarme en mi cama levantar mis brazo y agradezco al ETERNO REY del Universo todo .
Ha sido una hermosa experiencia ser agradecido .La gratitud nos eleva a su presencia .Es hermoso , llena el alma ser agradecido

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