¿Cuál Es La Risa Verdadera?

En la raíz de la sabiduría profunda del judaísmo existe la idea de que, por decirlo así, Di-s Mismo se ríe –“El que está sentado en el Cielo reirá”…

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Rabino Akiva Tatz

Posteado en 24.03.24

En la raíz de la sabiduría profunda del judaísmo existe la idea de que, por decirlo así, Di-s Mismo se ríe –“El que está sentado en el Cielo reirá…”…

Un examen de la risa humana mostrará que lo que causa la risa es una aguda e improbable yuxtaposición de opuestos. Cuando un proceso se mueve en cierta dirección, y luego en forma súbita e inesperada cambia en la dirección opuesta, ello genera la risa. De hecho, cuanto más extremo sea el contraste, más extrema sea la tensión existente antes del cambio y más súbito el quiebre hacia la otra dirección, más intensa será la risa.
Curiosamente, esto es cierto incluso cuando los sucesos o procesos observados no son intrínsecamente cómicos en absoluto. Por ejemplo, la explosión de risa ante los apuros de la víctima de una broma inofensiva es incongruente con su situación, mas a pesar de ello podría ser casi inevitable. ¿Por qué? El espectáculo de un individuo arrogante y pomposo que se da aires de todopoderoso, lanzado al suelo por una ridícula cáscara de banana, en sí mismo no es cómico, pero podría ser que incluso las personas que corran a ayudarle no puedan ocultar una sonrisa. ¿Cuál es el significado de este extraño fenómeno?
Su significado es el siguiente: la verdadera risa, aquella que tiene contenido espiritual, es la respuesta cósmica a un cambio real. Este concepto ha sido expresado por un versículo de la Torá: “Az yimalé s´jok pinu -entonces nuestras bocas se llenarán de risa”, lo cual implica: entonces, pero no ahora. De hecho, conforme a la halajá no debemos reír con abandono total en esta fase de la historia del mundo, mientras que todavía está con nosotros el dolor del exilio; pero durante y después del proceso de redención, entonces la risa total será la reacción apropiada. Y, más sorprendente aún, “va´tisjak l´iom ajarón: una mujer de valor “reirá en el último día”. ¡Imagínese, reír en el día de la muerte! Pero por supuesto que el proceso de transición a la vida eterna -cuando esta realidad es por fin revelada- constituye el momento más feliz que pueda imaginarse. Una mujer “de valor”, es decir, adecuadamente preparada con fuerza espiritual, ciertamente sentirá esa simjá (alegría). Y muy en particular, es la mujer -por ser precisamente ella la que posee esa grandeza de espíritu que le permite ser un vehículo para dar vida- la que tiene más capacidad para entender la felicidad que implica la actualización de una vida potencial.
Analicemos esta idea más profundamente. En el camino espiritual, ¿cuál es el cambio que genera el sentimiento de plenitud de la risa de carácter espiritual? Es el cambio que implica pasar de la prueba a la redención; y más específicamente, de una crisis intensa a una redención que parecía imposible. Cuando una crisis no nos deja más opción que la desesperación total, y justo en ese momento llega la liberación, lo que resulta de ello es la risa. Cuando Abraham y Sara procrearon al primer hijo nacido en el linaje del pueblo judío, es allí que se nos enseña este secreto. Abraham era un hombre muy anciano; por su parte, Sara estaba ya mucho más allá de la edad apta para dar a luz. El Talmud declara que ella era intrínsecamente estéril: ni siquiera tenía matriz. Cuando a estas dos personas completamente desprovistas de cualquier posibilidad de tener un hijo se les dijo que a pesar de todo sí lo tendrían, se rieron. Y un hijo nació. Y el nombre, de origen divino, que se le dió fue Itzjak ´él reirá”. ¿Y acaso no es ésta la historia entera del pueblo judío? Nosotros comenzamos precisamente allí donde termina lo imposible.
Cuando Itzjak creció, su padre lo sube al altar para sacrificarlo. Es sacrificado, y al mismo tiempo no lo es. En términos físicos se le salva de ello y desciende del altar. Pero la sabiduría profunda afirma que “las cenizas de Itzjak están puestas delante de Mí”: en términos espirituales sí fue sacrificado. Un aspecto que explica el significado de esta paradoja es que a partir de entonces Itzjak vive en dos mundos: físicamente aquí, pero espiritualmente trascendente. Y los sabios de la Cábala subrayan el significado de este nombre: el vocablo Itzjak, está compuesto de las palabras -´muerte en vida”, o mejor aún: “el mundo venidero estando en vida”. El hombre cuyo nombre mismo significa risa (y un “nombre” en la Torá siempre denota la esencia) abarca dos mundos: vive en el mundo de las pruebas, los desafíos, pero un aura del mundo de la liberación le rodea. ¿Acaso no es ésta la historia del pueblo judío?
El Rambam (Maimónides) explica que el nacimiento de un niño es un macrocosmos de este concepto. El misterio y el milagro del nacimiento de un ser humano revela en forma impresionante las fuerzas generadas por la inversión transformadora que tiene lugar en el limbo entre dos mundos. La experiencia de la madre es, quizás, el ejemplo más claro del sendero que lleva de la prueba a la redención. El embarazo se desarolla gradualmente, según su pronóstico. Pero luego – como la mayor parte de las pruebas y crisis en la vida – el parto ocurre súbitamente, y su intensidad está más allá de toda comparación con respecto a los meses precedentes. El parto ciertamente no da la apariencia de ser una vivencia donadora de vida: si una persona que no tuviese ningún conocimiento de cómo son la fisiología humana y el nacimiento presenciara un parto por primera vez, sin duda que quedaría convencido de que está ocurriendo un desastre. En el momento cumbre del parto, cuando vistas superficialmente las cosas parecen tomar el peor cariz, nace un niño. Y sólo entonces se demuestra que todo ese proceso era un nacimiento, y no lo contrario.
Pero en términos más profundos, la experiencia del niño mismo nos enseña este principio. El niño que todavía no nace vive en un medio en el cual se adapta perfectamente: sumergido en un líquido, con una circulación sanguínea y otros detalles de su fisiología específicamente adecuados para su medio ambiente intrauterino. Sus pulmones no se han desarrollado y no son funcionales; su sangre no llega a los pulmones; el corazón tiene aberturas entre sus diferentes recámaras de modo distinto al de un adulto; en pocas palabras, muchas de sus características son radicalmente diferentes de una persona que ya ha nacido. Pero más todavía, mientras que esas características le dan vida en ese medio ambiente, serían fatales en el nuestro; y las características que son necesarias para mantener la vida en nuestro mundo serían fatales en el suyo: en verdad, una situación de opuestos.
Entonces da principio el nacimiento: un niño que está perfectamente adaptado para una serie de condiciones es arrojado a otra serie donde la muerte se halla a sólo unos cuantos minutos de distancia: ¡este niño solamente dispone de lo opuesto a lo que necesita! Y en forma milagrosa, en el corto espacio de unos pocos minutos críticos, ¡todo se invierte! “Lo que está cerrado se abre, y lo que está abierto se cierra”, declara al respecto el Talmud. Casi instantáneamente los pulmones se abren y aspiran aire, la sangre es simultáneamente dirigida hacia los pulmones, la sangre que mana de los conductos umbilicales misteriosamente se detiene al mismo tiempo que estos conductos se contraen fuertemente y, de repente, un niño ha nacido vivo en este mundo, perfectamente adaptado para él.
El nacimiento es el símbolo de todos los procesos de transición, y nos enseña a ser sensibles al comprenderlos. El Rambam cita este fenómeno para ilustrar un principio cardinal de nuestra creencia en que existe una transición de este mundo al siguiente: a pesar de que de este lado del gran abismo solamente percibimos el cambio de la vida a la muerte, podemos comenzar a comprender un poco más profundamente ese principio fundamental de nuestra fe, que la muerte, en realidad, conduce a la vida. Al otro lado del abismo la inversión ya ha comenzado milagrosamente. Va´tisjak leiom ajarón – “ella reirá el último día”.
Cuando alguien atraviesa un súbito cambio de estado, cuando un falso estado de la personalidad es transformado en su contrario o, para expresarle en términos extremos, a alguien se le juega una broma, lo humorístico de la situación es obvio, pero sólo para el observador. El que experimenta este cambio súbito no se da cuenta de lo chistoso. El choque de verse forzado a admitir la verdad, de verse confrontado con la falsa imagen, con las queridas pero erróneas convicciones propias, las imperfecciones de la personalidad propia, no es motivo de risa.[ …] Cuando este mundo sea volteado al revés a la hora de la redención, la broma será para aquellos que deberán voltearse al revés a sí mismos. Vivir como judío es, por lo tanto, un intento por vivir en oposición a los valores seculares del mundo; o, si se prefiere, de vivir al revés aquí. Cuando aquella inversión final y contundente ocurra, quisiéramos hallarnos ya en posición vertical, capaces de presenciar la rectificación de nuestros valores sin precisar del choque de experimentarla en nuestra propia carne.
En la raíz de la sabiduría profunda del judaísmo existe la idea de que, por decirlo así, Di-s mismo se ríe. Yoshev ba´ shamayím yisjak, Hahsem yilag lamó -“El que está sentado en el cielo reirá, el Eterno se burlará de ellos [los malvados].” La risa de Di-s está dirigida al hecho de que, al mismo tiempo que se intensifica el mal, genera su propia aniquilación. La Hashgajá de Di-s, Su dirección de los asuntos del mundo, arregla las cosas de tal modo que las propias maquinaciones de los malvados se vuelven contra ellos mismos, una suprema ironía que se burla de ellos en el sentido más profundo. Sus acciones negativas resultan ser la fuente de su propia destrucción y, en términos espirituales, esto se convierte en la ironía suprema. Mientras el Faraón desesperadamente intentaba exterminar a los niños judíos para que el redentor que había sido profetizado no viviera más allá de la niñez, sin proponérselo él mismo criaba al futuro redentor bajo su propio techo.
Cuando Hamán construyó el cadalso para Mordejai (Mardoqueo), él mismo fue ahorcado en ese mismo cadalso. Las fuerzas que había desencadenado para destruir al pueblo judío son las mismas que son utilizadas para salvarlo y destruir a sus enemigos. De hecho, en el núcleo mismo del mensaje de Purim hallamos el concepto de vnahafoj hu -“y fue trastornado” o invertido. Hipuj, o la inversión total, es lo que constituye la historia de Purim. Toda la obscuridad de la experiencia judía en Persia se pone aquí de manifiesto. El Nombre de Di-s no es menencionado en la Meguilá,- “Ester” significa “oculto”. Incluso el destino de los judíos es sellado por puro “azar”: el sorteo. Pero todo eso es transformado en luz: el Nombre de Di-s es revelado y el sorteo mismo, que “ocurrió” en el aniversario de la muerte de Moshé Rabenu también “ocurre” en el día de su nacimiento. Las mismas cosas, pero también sus opuestas. Éste es el mensaje de Purim, la máscara y la ausencia de la máscara.
Ésta es la risa de Purim. Y aprendemos que también la luz del mundo -la Torá- fue encendida en Purim: a pesar de que la Torá había sido aceptada en el Sinaí, su aceptación más profunda y obligatoria ocurrió en Purim. Según señalan los comentaristas, puesto que el Sinaí ardía con la incandescencia de la revelación manifiesta, el pueblo judío se vio forzado a aceptarla. Pero en Purim, donde no se manifestó ningún milagro evidente y lo único que era obvio era la obscuridad, eran libres de rechazarla, de negarse a ver la mano divina en el curso de los acontecimientos naturales. Por lo tanto, cuando en esta ocasión aceptaron la Torá voluntariamente, ésto significó una aceptación auténtica; esto constituyó un lazo permanente con la Torá.
Solamente cuando existe la posibilidad del error se puede manifestar lo correcto. Solamente cuando existe la dificultad puede existir también un progreso significativo. Parafraseando una famosa declaración del Zóhar, sólo a través de la obscuridad de la prueba puede revelarse la luz del crecimiento personal.
Extraído y adaptado de “Vivir inspirado” escrito por Akiva Tatz
 
(Con la amable autorización de www.Torá.org.ar)

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