Vivir Con una Sonrisa

Cada persona, hombre o mujer, viejo o joven, debe tomarse una hora entera de "Hitbodedút" – "La Plegaria Personal en 'Aislamiento'" cada día...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Cada persona, hombre o mujer, viejo o joven, debe tomarse una hora entera de "Hitbodedút" "La Plegaria Personal en 'Aislamiento'" cada día

 
Vivir con una sonrisa
 
El hombre que cada día se aparta una hora para aislarse con el Creador, logrará en el crucial Juicio anual de comienzo del año nuevo, un veredicto favorable, pues ya se arrepintió de sus pecados cada día del año. También, ¡le estará asegurado que dejará inocente este mundo y no verá el infierno!
Un  gran  Sabio  enseñó  a  sus  discípulos  que el hombre debe arrepentirse un día antes de su muerte,  para  morir  sin  pecados.  Le  preguntaron sus discípulos: “¿Pero quién puede saber cuándo morirá?”.  Les  respondió: “Ésta  es  la  explicación del versículo (Eclesiastés 9:8): ‘En todo tiempo sean blancos tus vestidos’ – tener la ropa siempre blanca significa estar siempre ‘limpio’ de pecados. ¿Y cómo realizamos esto? Arrepintiéndonos hoy, pues quizás moriremos mañana. Así, viviremos constantemente en arrepentimiento”.
¡Mira cuán misericordioso es el Creador del Universo, dándole al hombre la posibilidad de juzgarse a sí mismo, y evitarse así el castigo. ¡Pero no sólo eso, sino también la de ser recompensado por arrepentirse!
 
Cada uno debe meditar sobre esto verdaderamente – si en este mundo las autoridades judiciales le darían al inculpado la posibilidad de confesar sus transgresiones, ser perdonado y otorgarle un premio, ¿habría alguien que no la aprovecharía?
 
He aquí una parábola que demuestra cómo sería este mundo, si la justicia mundana fuera como la Celestial:
 
Un hombre está manejando su automóvil, y pasa el semáforo en rojo. De pronto, ve en su espejo retrovisor luces oscilantes y escucha la sirena conocida de la policía, señalándole parar a un costado… El conductor para inmediatamente, sale de su coche y empieza a arrepentirse diciendo: “Señor del Universo, me confieso frente a Ti por haber transgredido deliberadamente las leyes de tráfico y haber avanzado con luz roja. Lo lamento y pido Tu disculpa por haber realizado un acto tan irresponsable, poniéndome  a  mí  mismo  y  a  los  demás  conductores  en peligro; prometo nunca más reincidir mientras viva. ¡Por favor perdóname!
 
Al haber escuchado su confesión, remordimiento y petición de perdón, la cara severa del policía se calma, y se dirige al hombre con una cálida sonrisa en los labios diciéndole: “Debe saber señor, que al principio pensé castigarle con la máxima multa, revocar su licencia de conducir, y convocarle al tribunal de justicia. Pero veo que se arrepintió, y por lo tanto… – todo le está perdonado. Ah, y otra cosa más, usted se merece una recompensa por haberse arrepentido.” Sin demora, ¡el policía saca de su bolsillo un talonario de cheques, y redacta delante del conductor un cheque de cien mil dólares, colmándole de numerosas bendiciones y deseándole un buen viaje!
 
Si nuestro mundo se condujera de esta forma, ¿existiría un conductor que no se arrepintiera, en vez de que su licencia sea revocada, recibiendo una gran multa, una convocatoria al tribunal, y perdiéndose así los cien mil dólares por su arrepentimiento? ¿Existe en el mundo un ser tan tonto?
 
¡Exactamente así se conduce el mundo espiritual!
 
El Creador del Universo le ha dado al hombre la posibilidad de arrepentirse después de todo pecado cometido, ¿es posible entonces no tomar provecho del más grande regalo que un ser humano podría recibir? ¿Cómo se puede entonces no hacer cada día una hora de examen de conciencia para verificar tus acciones, desde la víspera hasta ahora, con el fin de corregirlas evitando así el Juicio Celeste? ¿Qué puedes decir?: ¿que no tienes tiempo?, ¿que no sabes de qué hablar durante una hora entera?; ¿acaso no cometes transgresiones?, ¿acaso eres un perfecto Justo? – ¡¿Podrá haber un hombre que entienda esto y, a pesar de todo, no se aísle en plegaria cada día, prefiriendo sufrir en este mundo y en el venidero a causa de sus transgresiones, renunciando a la gran recompensa del Precepto del arrepentimiento?!
 
El Creador, en Su Clemencia, nos ha dado un camino fácil para retornar hacia Él, como dijo el profeta (Oseas 14:3): “Tomad con vosotros palabras, y retornad al Eterno” – ¡todo lo que se necesita es decir unas palabras! El proceso del arrepentimiento consiste en hablarle al Creador diciéndole palabras de confesión, remordimiento, perdón, plegaria y súplicas. ¿Qué hombre sería tan indolente que se obstinaría en no cumplir este privilegio, quedándose con las numerosas acusaciones en su contra que le causan tantos sufrimientos en este mundo, sin hablar de la cuenta abierta que le esperará en el Mundo Venidero?
 
Por consiguiente, con la ayuda del Todopoderoso, aprenderemos  cómo  arrepentirnos  y  cómo  juzgarnos correctamente cada día, con el fin de ser inocentes toda la vida.
 
El único consejo
 
Cada persona, hombre o mujer, viejo o joven, debe tomarse una hora entera de “Hitbodedút” – “Aislamiento” cada día, donde se arrepentirá y rezará al Creador. Esta hora puede ser escogida según su conveniencia, de día o de noche. El lugar no importa, con tal que sea cómodo y retirado, como un jardín, un bosque, un cuarto privado, un balcón, etc. Lo esencial es que el hombre este solo con el Creador, sin interferencias y sin ser distraído. Es posible realizarlo parado, sentado o caminando, como se quiera; sin embargo, está recomendado caminar, pues la marcha inspira las palabras.
 
Así se aconseja conversar:
  • Al principio, debemos tratar de agradecerle al Creador por todo lo que tenemos en la vida, por todas Sus maravillosas bendiciones que hemos recibido – nuestras buenas acciones, los Preceptos que logramos cumplir, por Su gran regalo del arrepentimiento, por el mérito de estar hablando con Él, por nuestra salud, familia, el pan de cada día y hasta la ropa que tenemos puesta. No tomemos nada por sobrentendido.
  • Luego, Le contaremos todo lo que ocurrió en nuestra vida, desde nuestra última conversación del día anterior, hasta el momento presente. No omitiremos ningún detalle, especialmente en las cosas que nos alegraron y las que nos molestaron.
  • Después  Le  agradeceremos  por  toda  buena  acción  que alcanzamos a realizar desde la última conversación.
  • Empezaremos el “Auto-juicio”, examinando si hemos cumplido nuestros actos con la perfección requerida, o si podemos ser mejores la próxima vez.
  • Luego confesaremos nuestras fallas y transgresiones, cumpliendo  los  “Cuatro  Pasos  del Arrepentimiento”  que explicamos en el libro "En el Jard[in de la Fe".
  • Finalmente, aumentaremos nuestras plegarias al Creador sobre nuestras necesidades y privaciones, pidiéndole que nos ayude en todo lo que necesitamos.

 

Continuará
 
 

(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por R.S. Arush, Director de las Instituciones "Jut Shel Jésed" – "Hilo de Bondad")

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