¡No Se Preocupen!

“En el momento que el Pueblo de Israel dijo ‘haremos y luego escucharemos’ se oyó una voz temblorosa del Cielo, diciendo: ‘¿Quién les reveló a Mis hijos este secreto?’...

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Isaac Cabaritti

Posteado en 05.04.21

“En el momento que el Pueblo de Israel dijo ‘Naasé VeNishmá’, o sea, ‘haremos y luego escucharemos’ se oyó una voz temblorosa del Cielo, diciendo: ‘¿Quién les reveló a Mis hijos este secreto?’.
 

No se preocupen
 

“Seis años podrás sembrar tu campo y seis años podrás podar tus viñedos y recoger sus frutos… Pero al séptimo año, la tierra deberá tener descanso absoluto, año Sabático consagrado para HaShem; tu campo no deberás sembrar, ni tu viñedo podar”. (Levítico 25:3-4)

  
Darle descanso a la tierra el séptimo año es reconocer la autoridad de Di-s sobre el universo. Nosotros, como seres absolutamente dependientes de HaShem, aceptamos Sus mandamientos de manera incuestionable y la enseñanza es por demás elocuente: cualquier cosa que hagas, siempre deberás hacerla con la intención de consagrarla para HaShem. Inclusive las actividades más básicas, tales como trabajar, dormir, etc., deberás realizarlas en honor a nuestro Creador.
 
El Midrash cita (Ialkut Salmos 103): Rab Itzjak Nafja solía decir: La costumbre normal de la gente es hacer un precepto por un día. Quizá, en el mejor de los casos, consagran una semana o, incluso, hasta un mes para HaShem, Pero ¡¿un año?! El dueño del campo o del viñedo observa durante el transcurso de trescientos sesenta y cinco días cómo le están desbastando su propiedad y… ¡se queda mudo!… ¡No dice una palabra! Esto es lo que reza el versículo: “Bendecirán a HaShem Sus ángeles poderosos (de voluntad), quienes cumplen Su palabra”.
 
Rabi Jaim Shmuelevitz zt"l solía decir: “El ser humano posee la fuerza de sobreponerse a su mal instinto por un día o dos  -máximo, una semana-  pero, ¿quién domina a su Mala Inclinación un año entero?”. Esto implicaba abandonar por completo su campo, su viñedo, su fábrica, su negocio, etc., para luego ver con sus propios ojos cómo venían todas esas personas y arrasaban con el fruto ganado por el sudor de su frente. Todo su trabajo y la inversión de toda su vida quedaba todo a la deriva, a la buena de Di-s, en el buen sentido de la palabra, todo quedaba “hefker”, significa “sin dueño”.
 
Aparentemente, la persona que posee esa fuerza y cuenta con una buena salud mental, se ubicaría por encima de los seres humanos, puesto que la considerarían un ángel que cuenta con fuerzas y convicciones extraterrestres. Por eso Rab Itzjak Nafja afirmó que el coraje de los cuidadores del precepto de “Sheviit”, el Año Sabático, es comparable a la fuerza de los arcángeles. Sin embargo, el versículo prosigue en Salmos: “Quienes hacen y oyen”.
 
Este concepto de primero aceptar incondicionalmente, para después oír las instrucciones es algo que el Pueblo de Israel lleva en la sangre desde la entrega de la Torá, como cuenta la Guemará en el tratado de Shabat 88a: “En el momento que anticipó el Pueblo de Israel el “Naasé VeNishmá”, o sea, "haremos y luego escucharemos" se oyó una “bat kol”, una voz temblorosa del Cielo, que expresó: “¿Quién les reveló a Mis hijos este secreto, que utilizan los ángeles celestiales?”.
 
Rashi lo explica del modo siguiente: “Cuando llegaron a sus tiendas, comprobaron que tanto aquél que se desesperó y recolectó en forma excesiva como aquél que no se preocupó por la cantidad, a fin de cuentas recibieron exactamente lo mismo. De aquí se desprende que la cantidad era lo de menos, puesto que vivían bajo la dirección directa del Todopoderoso. Lo primordial era que todos lo recibían por igual y no existían lujos. Cada uno al fin y al cabo recogía lo que se le había asignado.
 
El Talmud (Baba Metziá 42a) sostiene: “Quien se predispone a medir su granero debe pronunciar la siguiente bendición: “Sea Tu voluntad Soberano del Universo, que pongas la bendición en este granero.” Si ya realizó la medición y luego efectuó la bendición, se considera una petición en vano, puesto que la bendición no reposa sobre cantidades ya medidas. En otras palabras, la bendición surge cuando uno no sabe precisamente cuánto tiene. Aquél que se la pasa contando sus bienes para ver cuánto tiene encontrará sólo lo que tiene.
 
Los Rabinos (Poskim) sostienen que cualquier persona puede pronunciar esta bendición antes de medir la cantidad de producción, inclusive con la invocación del Nombre de Di-s, aunque se tenga una vaga idea de la cantidad de granos o cosecha. Si no se sabe con exactitud, por medio de la ceremonia de consagración se espera una cantidad mayor, ya que la bendición de Di-s es la que enriquece al hombre.
 
Éste es simplemente un receptor de la fortuna que el Todopoderoso le prodiga. Lamentablemente, esto me recuerda al encargado del edificio (portero) que se creía dueño del mismo por el hecho de que manejaba gran parte de la manutención del inmueble, hasta que un día se topó con alguien que lo puso en su lugar.
 
Lo mismo ocurre con todos nosotros. Los humanos nos creemos dueños y soberanos de todo nuestro patrimonio. En la época del profeta Jeremías, los Hijos de Israel no destinaban mucho tiempo al estudio. Esta gente le preguntaba al vaticinador: ¿Pues de dónde nos vamos a alimentar? El profeta Jeremías les sacó un frasquito que conservaba la Maná y les dijo: “Vean la palabra de HaShem, no les pido que escuchen. Con esto se alimentaron sus padres”. Di-s tiene muchos emisarios a quienes enviar. ¡A Él no Le faltan mensajeros para enviarles el sustento! “¡¡El sustento es del Cielo!!”.
 
Es verdad que se requiere de esfuerzo y dedicación para mantener una vida digna pero hay que tener bien en claro que el esfuerzo es un medio y no un objetivo y que existen muchos medios. La Guemará en el Tratado de Berajot 8A, dice: “Es más grande quien se gana la vida por su esfuerzo que aquél que Le teme a Di-s”. Podemos preguntar: ¿de qué clase de persona está hablando? Si el que se gana la vida trabajando también es temeroso de HaShem, entonces ¿eso no sería incluso mejor? Obvio que lo superaría, por el hecho de tener una virtud adicional y si la cuestión es que el trabajador no es temeroso de Di-s , entonces ¿con qué razón lo superaría? La respuesta es, según Rab Shmulevitz zt"l, que esto se debe a que el trabajador ve con sus propios ojos cómo invierte aquí y pierde y luego, por donde menos se lo imagina, gana, y viceversa.
 
Esta persona ve la mano de HaShem. Por lo tanto, es más grande el que trabaja y observa con una óptica de Torá la mano de HaShem que aquél que es nato temeroso de Di-s y desconoce el sistema que tiene el Creador de hacerle llegar a cada uno lo que necesita por los medios más remotos.
Volviendo al tema del año sabático, no hay nada de lo que temer durante los años en los que no se puede trabajar. Él tiene muchos emisarios para hacernos llegar lo que necesitamos… No se preocupen…
 
 
Extraido de Karna de Itzjak –
 
(Gentileza de www.Torá.org.ar)
  
 

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