La gota poderosa

Las pequeñas gotas de agua consecutivas son poderosas cuando son persistentes.

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 19.06.22

“Hashem habló a Moisés, diciendo: “Habla a Aarón y dile: cuando enciendas las lámparas…” (Números 8:1).

Aarón, el Sumo Sacerdote, estaba decepcionado porque todos los líderes tribales tenían su propio día especial en las ceremonias de dedicación del nuevo Tabernáculo, pero él y su tribu -la tribu de Levi- estaban excluidos. Rashi nos dice que Hashem consoló a Aarón, explicándole que su porción de servicio era mayor que la de ellos, ya que él prepararía y encendería la sagrada menorá todos los días.

Durante cada uno de los doce días de inauguración del Tabernáculo, cada tribu recibió su propio día especial de gloria. Ante los vítores de millones de espectadores, cada jefe de tribu presentaba su ofrenda tribal al Tabernáculo. Aarón y los levitas estaban totalmente al margen. Ahora, Hashem consuela a Aarón, diciendo: “Tu tarea es mayor que la de ellos: tienes el privilegio de encender la sagrada menorá”. Aarón no tendría público, ni reconocimiento, ni nadie que lo aclamara.

¿Qué tipo de consuelo era este?

La menorá estaba situada dentro de la Tienda de la Reunión, el ohel moed, lejos de la mirada del público. Se trataba de una mitzva desprovista de pompa, prestigio y publicidad o cualquier otro concepto moderno de incentivo. Sin embargo, era mucho más significativa y poderosa que los regalos y el día de gloria de cada jefe de tribu. Es cierto que millones de personas los aclamaban y recibían un gran reconocimiento, pero el suyo era un acontecimiento solitario que no se repetía nunca. La tarea de Aarón era diaria, para la posteridad. Él y su descendencia disfrutarían de la intimidad de una conexión sublime y de gran santidad con Hashem, todos los días.

Hashem nos está enseñando aquí que no es el reconocimiento público y el prestigio lo que da valor a una mitzva. Al contrario: la mitzvá tiene más valor cuando está lejos de la mirada pública y se hace con dedicación diaria.

Las pequeñas gotas de agua consecutivas son poderosas cuando son persistentes.

Aprendemos en Avot DeRabi Natan, uno de los tratados menores del Talmud (ver capítulo seis, Mishna dos), que Rabi Akiva tenía cuarenta años y aún no había aprendido Torá. De hecho, era completamente analfabeto. Una vez, llegó a un pozo y preguntó: “¿Quién ha hecho el agujero en esta piedra?”. La gente le contestó: “Las gotas de agua que caen constantemente sobre ella cada día”, añadiendo una cita del Libro de Job (14:9), diciéndole: “Akiva, ¿no has leído: “Piedras que el agua erosionó”?” Rabi Akiva dedujo con respecto a sí mismo: “Si el agua blanda es capaz de afectar a la roca dura, entonces las palabras de la Torá, que son duras como el hierro, pueden, ciertamente, penetrar en mi corazón, que es de carne y hueso”. Inmediatamente comenzó a aprender Torá, y el resto es historia. Rabi Akiva se convirtió en uno de los más grandes sabios de nuestra nación.

Las pequeñas gotas de agua que abren agujeros en las rocas demuestran el poder de la persistencia y la dedicación diaria. Mucha gente piensa que, si un erudito de la Torá no obtiene el reconocimiento y la aclamación internacional, entonces no vale mucho. Nada más lejos de la realidad.

Tuve el privilegio de conocer a un taxista jubilado de Brooklyn que se trasladó a Jerusalén. Hace veinte años, cuando tenía ochenta años, había completado el Talmud entero ocho veces. Durante cincuenta y seis años consecutivos, estudió la página diaria de la Guemará, el Daf Yomi, sin haberse perdido ni un solo día. Estamos hablando de más de 20.000 días consecutivos de aprendizaje de la Guemará, con lluvia y con sol. ¿Quién puede presumir de semejante logro? Sin embargo, este notable judío estaba alejado del ojo público. Sin duda, mereció un lugar para la posteridad en el Santo de los Santos superior, en la mayor proximidad a Hashem.

Despojémonos de nuestras mentalidades occidentales y rehuyamos la publicidad y el reconocimiento, que de todas formas no tienen ningún valor. Si la Torá se compara con el agua (véase Isaías 55:1), entonces las gotas diarias de nuestro estudio son muy poderosas y seguramente perforarán las barreras de piedra que nos separan de la plena Redención de nuestro pueblo, rápidamente y en nuestros días, ¡amén!

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1. ruben Buelvas

7/30/2022

maravillosa enseñanza, pues bien dijo el rey salomon, que mas vale el buen nombre que las riquezas y la fama.

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