El Malabarista

La idea me atraía mucho debido a que tengo tendencia a prosperar en medio del caos. Siempre me he sentido orgullosa de ese ambiente de circo que reina en nuestra casa…

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Natalie Kovan

Posteado en 05.04.21

La idea me atraía mucho debido a que tengo tendencia a prosperar en medio del caos. Siempre me he sentido orgullosa de ese ambiente de circo que reina en nuestra casa…
   

    Vi el anuncio en nuestra ciudad, no por casualidad, sino por total Hashgaja Pratit (Supervisión Divina): "Malabarista busca lugar para dar clases a niños por la tarde – descuentos". "¡Qué bueno!", pensé. "¡Malabarismo, aquí en mi propio hogar!". La idea me atraía mucho debido a que tengo tendencia a prosperar en medio del caos. Siempre me he sentido orgullosa de ese ambiente de circo que reina en nuestra casa, y ahora puedo tener un malabarista profesional. Después de hablarlo con mi vecino, que tiene un estudio en su casa, y que ofreció una de sus aulas para los jóvenes, no perdí tiempo en presentarles la idea a nuestros hijos, cuyos agrandados ojos confirmaron lo que yo ya sabía –malabarismo, ¡allá vamos!
 

 
Desde aquel entonces, el malabarista vino semanalmente a nuestra casa. Tenía una llamativa semejanza con el "Flautista de Hamelín". Llegó con una bolsa de lona grande y negra llena de todos los instrumentos pertinentes al malabarismo. Detrás de él llegaron en fila una serie de niños, uno de ellos con zancos puestos y uno en monociclo. Una vez que entraron, el malabarista comenzó a abrir su gran bolsa, y las imágenes de "La Abuela Simja y el Bolso de Shabat" (o Mary Poppins para los no iniciados en el Yafa Ganz clásico) inmediatamente vinieron a mi mente. Aros, pelotas malabares, palos de flores, discos voladores, entre muchos otros “tesoros”, fueron arrebatados con entusiasmo por las manos de los jóvenes. Así comenzó nuestra odisea semanal en el mundo del malabarismo.
 
Las cosas iban bien y los chicos mejoraron su agilidad con las pelotas y los palos de flores. Uno se hizo bastante competente con los zancos, y se lo podía ver caminando por toda la sala con ellos, sintiéndose muy cómodo. Nuestro otro hijo tenía la intención de dominar el monociclo, y no dejó de esforzarse para llegar a su meta. Había otros niños en la clase con ganas de hacer malabares (por supuesto) y acrobacia con la ayuda del malabarista, tratando de mejorar la técnica del arte del equilibrio. Y en medio de esa atmósfera similar a la de un circo, estaban todos los demás – los niños que vivían en nuestro hogar y aquéllos que oficialmente no vivían, pero que venían con bastante frecuencia hasta el punto que los podríamos incluir en nuestra declaración de impuestos. La mayoría se sentaban en el sofá viendo la actuación antes de la cena, (eh, ¿debería cobrar por esto?) entretenidos mientras yo trataba de desarrollar mi propio arte culinario. Aquí fue donde mi cerebro de repente comenzó a procesar la conversación que venía del otro lado de la habitación, con palabras como 'palos de flores' y 'fuego' seguido por '¿es verdad que este líquido es para encender'?! o algo por el estilo… 
 
Rápidamente deje todo lo que estaba pelando, cortando en rodajas y/o picando y me dirigí directamente a la sala. Mi imaginación me trajo imágenes de todas las pequeñas etiquetas blancas cosidas en los orillos de nuestros sofás, cortinas, cojines y alfombras, con la advertencia en contra de la exposición de dichos objetos a los malabaristas en medio de la sala, a punto de encender palos de flores con ¡un líquido inflamable! Vi los rostros de los muchachos expectantes, sus ojos brillantes, y todo lo que pude decir fue un débil, "¡Afuera!".
 
Unos momentos después, detrás de la seguridad de la puerta corrediza de cristal, yo, junto con nuestro pequeño auditorio, pudimos disfrutar del espectáculo impresionante de los palos de flores cubiertos de fuego y lanzados al aire por las manos expertas del malabarista. Antes de que supiera lo que estaba sucediendo, mi hijo pasó a ser el actor, y yo miraba con una mezcla de horror y orgullo como manejaba los objetos de fuego con total confianza.
 
Fue sólo después de meses de ejercicios y maniobras acrobáticas que finalmente me di cuenta de lo que era y sigue siendo la lección del malabarista. En una sola palabra – confianza. Esos niños tienen la confianza total y absoluta para hacer lo que el malabarista les pide, porque ven con sus propios ojos que él sólo quiere lo mejor para ellos y que nunca los pondría en peligro. Ellos ven en él a un profesional que realiza su trabajo en todo el país, y que es continuamente solicitado por su nivel de experiencia en este campo en particular. Cuando los eleva en el aire, o les hace hacer una voltereta, hay una reacción similar a la que se tiene en una montaña rusa – el grito de miedo seguido de la risa. Vi la actitud aprensiva de los niños convertirse en sonrisas de logro al conquistar lo deseado. Al confiar en el malabarista, empezaron a confiar en sus propias habilidades, y se sorprendieron de lo que pudieron lograr.
 
Estos chicos me enseñaron una lección profunda en mi relación con HaShem. Porque, después de todo, ¿acaso no es Él el Malabarista Experto, constantemente manteniendo el equilibrio no sólo en todos los aspectos de nuestra propia existencia, sino también los de las criaturas más pequeñas del mundo entero? ¿Acaso Él no es también un profesional que realiza milagros con una trayectoria sin igual, por cualquier ser humano? Entonces, ¿por qué tengo este problema de confianza? ¿Por qué no confío en Él incondicionalmente? ¿Por qué dudo constantemente de la validez de Sus acciones, como si yo supiera más? Cuando siento como que estoy tratando de andar sobre zancos y me caigo, es Él quien me levanta. Cuando trato de subir al monociclo de la vida y me estrello contra la pared – es Él quien está ahí para recogerme, quién me quita el polvo y me pone de pie una vez más. Y por supuesto – cuando trato de hacer algo acrobático donde creo que soy capaz de "balancear todo" y ese todo se cae a mis pies – ahí es cuando Él me muestra que estaba controlando todo el tiempo.
 
¿Por qué no puedo ser como esos chicos que aceptan lo que dice el malabarista sin tener dudas y que se liberan de sus temores internos para realizar cosas que no imaginaban que podrían hacer? ¿Por qué no puedo dejar de lado todas estas inseguridades e ideas erróneas que nos impiden hacer, ser y creer – todo el potencial que es sofocado en el torbellino de la desesperación?
HaShem nos envía lecciones profundas que nos cambian la vida, incluso en forma de un afable y modesto malabarista con temor al Cielo. Todo este tiempo pensé que yo era la que estaba proporcionándoles a mis hijos lecciones para su desarrollo de habilidades físicas. No sabía que la verdadera lección que estábamos aprendiendo era una lección espiritual. ¿Acaso no es ése el propósito, primero confiar y creer incondicionalmente en tu Creador, para que luego puedas confiar y creer en ti mismo?
 
¿Quién se habría imaginado que cuando respondí a aquel anuncio iba a recibir una revelación en el mismo centro de mi sala sobre el concepto de la confianza? ¿Que los beneficios asimilados por todos, no sólo serían buenos para sus cuerpos, sino aún mejores para sus almas? Es este sólo otro ejemplo de cómo HaShem habla a través de Sus creaciones – incluso  en forma de pelotas de malabares multicolores.
 
  
    

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1. dali

3/02/2014

genial! buenisima leccion!

2. dali

3/02/2014

buenisima leccion!

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