Respetar a los demás

La teshuva completa incluye las mitzvot entre el hombre y el prójimo y la rectificación de cualquier daño que una persona cause a otra. Muchas personas olvidan convenientemente esto…

Hay algunas cosas que uno puede aprender de los libros, pero la lección sobre la cual voy a escribir aquí se aprende de la vida. He visto a personas que estaban muy lejos de la observancia de la Torá, pero eran buenas personas que tenían respeto por los demás. Esas personas viven una buena vida. Por otro lado, hay quienes son aparentemente observantes de la Torá, pero hacen daño a otras personas. Estos individuos tienen una vida desagradable y difícil. Hashem me ha permitido comprender que los que viven una buena vida son los que respetan a los demás. Cuanto mejores sean los rasgos de carácter de una persona, más vivirá en armonía con sus semejantes. Esta clase de persona se gana el amor de los demás y vive una vida gratificante y de calidad.

Muchos piensan erróneamente que los aspectos más importantes de la Torá son la observancia del Shabat, las leyes de la kashrut y el cumplimiento riguroso de las mitzvot en cada detalle. En realidad, esto es sólo una pequeña parte de la teshuva. La mayor parte de la teshuva se refiere a las mitzvot entre el hombre y el prójimo y a la rectificación de cualquier daño que una persona cause a otra. Muchas personas olvidan “convenientemente” la necesidad de disculparse y buscar el perdón por el maltrato a los demás. Sin esto, la persona no ha hecho la parte principal de la teshuva, que incluye el refinamiento del carácter, como aprendemos del profeta Zacarías: al comienzo de la reconstrucción del Segundo Templo en Jerusalén, los judíos le preguntaron a Zacarías qué hacer con los días de ayuno público. El profeta respondió (Zacarías 7:9): “Así habló Hashem, Amo de las Legiones, diciendo: ‘Juzgad con verdadera justicia y haced bondad y misericordia unos con otros. No oprimáis a la viuda y al huérfano, al forastero y al pobre, y no penséis en vuestros corazones en haceros mal unos a otros’“.

En otras palabras, Hashem les está diciendo: “Antes de que me hablen de ayuno, vean cómo se tratan unos a otros”. La forma en que nos tratamos unos a otros es mucho más importante para el Creador que los ayunos. Muchas personas se preocupan totalmente por los mandamientos entre el hombre y Hashem, pero descuidan los mandamientos entre el hombre y el prójimo, que deberían tener prioridad en su teshuva.

Con mis propios ojos, he visto cómo las personas que pidieron perdón por las maldades que hicieron a otros vieron salvaciones. Una celebridad leyó En el Jardín de la Fe y comenzó a hacer teshuva, pero seguía teniendo dificultades en la vida. Descubrí que no se hablaba con su madre. Le pregunté: “¿Qué, crees que es una broma? ¿Cómo esperas tener una vida decente cuando estás causando pena a tu madre?”. Como resultado, se reconcilió con su madre y todo mejoró.

Cuando la gente resuelve sus problemas con los demás, todo cambia para mejor. Es especialmente importante la necesidad de mantener la paz en la familia y con los seres queridos, porque eso requiere un mayor esfuerzo.

Te daré otro pequeño ejemplo: He visto a alguien insultar a un trabajador inmigrante. No era un insulto grave; simplemente le gritó cuando yo estaba presente y al alcance de los oídos. Le dije inmediatamente: “¿Qué está pasando aquí?”. No soporto que una persona haga daño a otra de ninguna manera. Le dije a la persona que gritó al trabajador que no importa si es tu trabajador o no, y no importa si es un extranjero de algún contrario que consideras primitivo o inferior. Es un ser humano y el Creador no permite que se insulte a ninguna de sus creaciones, ¡incluso a las minerales, vegetales y animales! Con mayor razón debemos preservar la dignidad de cada persona.

Este mundo es el palacio del Rey y el palacio del Rey debe ser digno. El discurso en el palacio del Rey debe ser digno y cortés. Todo comportamiento en el palacio del Rey debe ser digno y amable, ejemplificando la misericordia, cediendo a los demás, promoviendo la ayuda mutua y hablando en un tono respetuoso sin gritar.

En otra ocasión, uno de mis alumnos vino a verme por iniciativa propia y me dijo que sabía que le habían puesto una multa de tráfico porque había insultado a uno de los trabajadores inmigrantes. Le dije que debía tener cuidado de preservar la dignidad de todos los seres humanos, sin importar de quién se trate. Aunque alguien parezca loco, desaliñado, bajo, alto, gordo, flaco, rojo, amarillo, verde o negro, con la cabeza torcida o discapacitado, Dios no lo quiera, debes saber que esa persona está cumpliendo una difícil misión en la tierra. De hecho, debes sonreírle y tratarla con amabilidad, dándole la voluntad de ser feliz y de quererse a sí mismo, pues esto reforzará su emuná.

“Ya es bastante malo que no hayas tratado al trabajador con amabilidad”, le dije a mi alumno, “¿¡pero incluso lo has ridiculizado! ¿No tienes corazón? Ponte en su lugar; imagínate cómo debe afrontar el pobre hombre el día a día tratando de ganarse la vida en un lugar donde todo el mundo se burla de él y lo trata como un infrahumano. Incluso en un lugar donde todo el mundo es un bruto, debes comportarte como un ser humano. ¿Qué sabemos de otra alma, por muy baja que parezca? ¿Tal vez sea un tzaddik oculto en cuya virtud existe el mundo? Hay historias sobre tzaddikim ocultos que tenían un aspecto horroroso, pero eran justos, santos y eruditos. El Cielo no permita que alguien dañe o insulte a un tzaddik así. Por eso, debes tratar a todos con dignidad. Cuando lo hagas, el Creador preservará tu dignidad, medida por medida”.