La ofrenda de gracias

La ofrenda de gracias que menciona la Torá es en esencia dar a conocer los milagros que nos hace Hashem. Porque cada ofrenda tiene su momento indicado para ser consumida. Otras ofrendas pueden comerse en un lapso de dos días, pero la ofrenda de gracias se puede comer solamente en un día.

Otra diferencia es que con las otras ofrendas la persona no está obligada a ofrendar panes junto con la ofrenda, pero en el caso de la ofrenda de gracias, la persona debe presentar cuarenta panes, que se deben comer junto con la ofrenda de gracias y además no se puede guardar las sobras de un día para el otro.

La pregunta es: ¿cómo puede una persona consumir toda una ofrenda y además cuarenta panes en un solo día? No puede. Y por eso tiene que invitar a muchas personas para que compartan la comida. Esto es para que las personas pregunten a qué se debe esta ofrenda y su dueño les cuente el milagro que le hizo Hashem.

Vemos entonces que la gratitud debe difundirse y darse a publicidad. Porque la gratitud no es algo privado de una sola persona. La gratitud es un asunto general y público y, de hecho, es el objetivo de este mundo. Hashem creó el mundo para que se revele Su soberanía. Porque no hay rey sin un pueblo. Y el objetivo de la Creación es que todos los habitantes del mundo invoquen Su Nombre.

Tal como explica el Rambán (Najmánides) sobre la Parashat Bo, “Y ahora te diré una regla general de muchos preceptos: Sé cuidadoso tanto del precepto menos importante como del más importante. Porque todos los preceptos son muy preciados. Porque a cada momento la persona agradece al Creador por medio de ellos, reconociendo que Él nos creó… La persona no tiene parte en la Torá de Moshe Rabenu hasta que no crea que todo lo que le sucede son todos milagros y no se rigen por las leyes naturales”.

Por lo tanto, cuando la persona se salva de un problema por medio de la gratitud y luego da a publicidad el milagro que le hizo Hashem, no solamente cumple con su deber de dar las gracias a Hashem, sino que está cumpliendo con su deber de dar a conocer la emuná y gratitud en el mundo, haciendo que más y más personas acepten el yugo del Cielo sobre ellas, y difundiendo la Gloria de Hashem en el mundo entero.

Y todo el que se dedica a difundir la gratitud, aunque sea solamente con palabras simples de agradecimiento y emuná con las personas que lo rodean, está cumpliendo de hecho con el objetivo de este mundo y el objetivo de todos los preceptos, tal como explica Najmánides.

A continuación, un mensaje que recibí de un hombre que vio una gran salvación en su vida y quiere difundir su experiencia:

“Debo señalar que desde el momento en que empecé a dar las gracias por todo en la vida, estoy todo el tiempo contento y algo dentro de mí quiere salir afuera. Y por eso yo distribuyo los libros de emuná, porque siento que esta luz tiene que difundirse para que pueda llegar a más y más gente. Mi hija y yo compramos libros, si bien no somos personas de muchos medios, y los repartimos en las calles hace ya varios meses. Yo siento que estos libros nos muestran el camino de la Redención Final”.

De nosotros depende difundir estas enseñanzas y asegurarnos de que lleguen a la mayor cantidad de gente posible.