Sin comida pero con gratitud

Alguien me contó que vio un video acerca de un israelí que no es religioso y que superó el récord mundial de ayuno sin comida y sin bebida. Este hombre no comió ni bebió nada durante más de veinte días.

Para poder afrontar semejante prueba, alquiló una cabaña en medio del bosque donde había también un equipo de supervisores que estaban encargados de verificar que realmente el hombre no comía ni bebía nada, y además un plantel médico que le realizaba los chequeos correspondientes para asegurar su supervivencia.

A modo de preparación para el ayuno, el hombre colgó todo tipo de carteles con frases inspiradoras. Uno de esos carteles decía simplemente “Gracias”. Y antes de empezar el ayuno, le hicieron también varias entrevistas. Uno de ellos le preguntó acerca de los carteles y sus respectivos mensajes. Él le respondió que no sabía decirles exactamente qué influencia tenía cada uno de los carteles en su alma y entonces le pidieron que por lo menos les explicara qué efecto le producía el término “gracias”. Y él les respondió: “Eso sí puedo responderlo. Cada vez que miro la palabra “gracias”, me lleno de fuerzas y cada vez que me siento desfallecer, la palabra “gracias” me llena de energía de nuevo.

Por supuesto que yo no le recomiendo a nadie ayunar durante tanto tiempo. Pero igualmente mencioné esta historia para demostrar que la gratitud en sí misma posee un poder inmenso.

Si alguien es capaz de vivir tanto tiempo sin comer y sin beber y toda su nutrición la obtiene de la palabra “gracias”, entonces qué debemos decir nosotros, que Le damos las gracias a Hashem y al hacerlo, estamos sosteniendo al mundo entero y a todas las criaturas que Hashem creó para Su Gloria.

Porque al dar las gracias, no solamente estamos obteniendo vitalidad nosotros mismos, sino que también estamos posibilitando que el mundo subsista.