¿Sodoma o Nínive? – Vaiera

Hashem trató de despertar espiritualmente a los sodomitas durante 25 años, mas en vano. Nínive, sin embargo, dio un giro completo después de escuchar sólo 5 palabras de boca de Jonás…

“Su pecado ha sido extremadamente grave” (Génesis 18:20)

La gravedad de la maldad de Sodoma, tanto en el ámbito de la injusticia social como en el de la inmoralidad, condujo a su destrucción.

Sodoma era un paraíso terrenal – verde y fértil, con un clima excelente. Su opulencia y comodidad fue lo que atrajo a Lot a vivir allí en lugar de quedarse con su tío Abraham en Hebrón. En Sodoma había mucho dinero, y cuanto más dinero tenían, más corruptos y avaros se volvían. La zona influyó tanto en la población que Hashem no pudo encontrar ni una sola persona digna en toda la ciudad o en los otros cuatro pueblos de los alrededores que fueron destruidos junto con ella.

No pienses que Hashem actuó por capricho cuando hizo llover el fuego del infierno y el azufre que convirtió a Sodoma, Gomorra y la vecindad del Mar Muerto en una desolación total. El Midrash nos dice que Sodoma tuvo cincuenta y dos años dorados de abundancia. Pero, durante los últimos 25 años de su existencia, Sodoma sufrió una serie de terremotos, tormentas y otros desastres naturales. Hashem les envió una llamada de atención tras otra, cada una más fuerte que la anterior. Sin embargo, nadie tomó en cuenta las señales de Hashem. En Sodoma y Gomorra, todo siguió igual hasta el amargo final.

Veamos el dramático contraste entre Nínive y Sodoma.

Nínive era muy parecida a Sodoma. Era la principal metrópolis del antiguo imperio asirio, situada donde hoy se encuentra la ciudad de Mosul, en Irak. En el Creciente Fértil, situado entre el río Tigris, donde se encontraba Nínive, y el río Éufrates, Nínive también era una ciudad próspera. Pero, al igual que Sodoma, su fortuna y sus comodidades se les subieron a la cabeza y también se corrompieron social y moralmente. Hashem, en Su amor por todas Sus creaciones -incluso las malvadas- les da la oportunidad de cambiar sus costumbres. En lugar de enviar desastres naturales a Nínive, Hashem les envió al Profeta Jonás para advertirles que su destrucción era inminente y que ahora enfrentaban el mismo veredicto que enfrentaron Sodoma y Gomorra. Jonás dijo sólo cinco palabras – be-odjamisha iamim Nínive nehefejet – en cinco días, Nínive será destruida (ver Jonás, Capítulo 3). El pueblo de Nínive tomó en serio a Jonás, a diferencia de sus predecesores de Sodoma que ignoraron veinticinco años de mensajes de Hashem.

El rey de Nínive actuó inmediatamente. Se quitó su regio manto bordado en oro, se bajó de su trono, se vistió de cilicio y se sentó en el suelo en completa penitencia. Todo el pueblo siguió su ejemplo. No sólo el pueblo ayunó, sino que incluso el ganado se abstuvo de comer. La revolución espiritual de Nínive para el bien causó tal impresión en la Corte Celestial que todos los decretos severos en su contra fueron anulados.

Aquí vemos algo sorprendente: 25 años de desastres naturales no tuvieron efecto alguna en Sodoma y Gomorra, y sin embargo, cinco palabras del profeta Jonás causaron un trastorno total en Nínive, desde el rey hasta el más humilde esclavo del reino. ¿Cuál es la diferencia entre ambos?

El Rabino David Kimji, llamado el “Radak” (1160-1235), uno de nuestros grandes rabinos medievales y comentaristas bíblicos, explica que los marineros a bordo del barco con Jonás, que fueron testigos de todos los milagros que ocurrieron en el mar con Jonás a bordo, eran de Nínive. Cuando Jonás llegó a su ciudad, inmediatamente fueron corriendo al rey de Nínive y le dijeron que Jonás, el hombre de Dios, era un genuino profeta y que debía prestar atención a su advertencia (véase Radak, Jonás 3:5). El rey tomó en serio las palabras de los marineros y así fue como Nínive se salvó.

En cada generación, Hashem envía un individuo justo y piadoso cuyas bendiciones y oraciones invocan milagros. Sin embargo, no son los milagros los que hacen que esta persona se gane el título de “tzadik de la generación” o incluso su impecable rectitud. Es su instrucción y guía moral para toda la generación, tanto judía como no judía. De hecho, el Midrash nos dice que Jonás profetizó entre judíos y no judíos, tanto en Jerusalén como en Nínive (Pirkei DeRav Eliezer, Cap. 10). Por lo tanto, cuando este tzadik le dice a la generación que haga algo, sería prudente escucharlo, ya que podría marcar la diferencia entre lo que ocurrió en Nínive y lo que ocurrió en Sodoma.