El Mal: Dos Traducciones

En las palabras de nuestros Sabios: "Ningún mal desciende del Cielo", sino solamente dos tipos de bien...

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Rabi Menajem Mendel Schneerson

Posteado en 05.04.21

En las palabras de nuestros Sabios: "Ningún mal desciende del Cielo", sino solamente dos tipos de bien.

El Mal: Dos Traducciones

Mira, Yo te doy hoy la bendición y la maldición… ” – Deuteronomio 11:26

La bendición y la maldición – todos los fenómenos, y toda la actividad humana, parecen estar sujetos a la categorización por estos dos más básicos definidores de la realidad. Un desarrollo es positivo o negativo; un evento es afortunado o trágico; un acto es virtuoso o malogrado.

De hecho, el principio de "libre elección" -que al hombre se le ha otorgado la absoluta autonomía para escoger entre el bien y el mal- reside en el corazón de la más básica premisa de la Torá: que la vida humana tiene un fin determinado. Que nuestros actos no son predeterminados por nuestra naturaleza ni por ley universal alguna, sino que son el producto de nuestra voluntad independiente, lo cual nos convierte en auténticos "socios de Di-s en la Creación", y cuyas elecciones y acciones afectan el continuo desarrollo del mundo como ha sido concebido por su Creador.

Filósofos y teólogos de todas las épocas se han preguntado: ¿De dónde surge esta dicotomía? ¿Acaso el mal proviene de Di-s? Si Di-s es la Fuente exclusiva de todo y es la esencia del bien, ¿acaso puede haber mal en Su obra? Si Él es la máxima singularidad y unidad, ¿acaso puede existir semejante dualidad dentro de Su potencial?

En las palabras del profeta Jeremías: "De la palabra del Uno Supernal / no pueden surgir / tanto el bien como el mal". Sin embargo, la Torá declara inequívocamente: "Mira, Yo te doy hoy la bendición y la maldición"; Yo, y ningún otro, soy el exclusivo Dador y Fuente de ambos.

Transmutación

Un enfoque para comprender la concepción de la Torá de "la bendición y la maldición" es ver cómo este versículo es interpretado por los grandes traductores de la Torá.

El arameo, idioma muy difundido en el pueblo judío durante quince siglos, es la "segunda lengua" de la Torá. Es la lengua del Talmud, e incluso de varios capítulos bíblicos. Hay también un número importante de traducciones arameas de la Torá, incluyendo una compuesta al final del primer siglo de la era común por Onkelós, un romano convertido al judaísmo, sobrino del emperador Tito; y otra traducción compuesta medio siglo antes por el gran sabio talmúdico Rabí Yonatán ben Uziel.

En la traducción de Onkelós, la palabra hebrea klalá en el citado versículo es traducida literalmente como "maldición" (lotín en arameo). Pero en la traducción de Rabí Yonatán, el versículo aparece así: "Mira, Yo te doy hoy la bendición y su transmutación". El autor no está meramente evitando el desagradable término de "maldición"; él mismo emplea ese término apenas tres versículos después en Deuteronomio 11:29, y en otros lugares de la Torá donde aparece la palabra klalá.

Además, si Rabí Yonatán simplemente hubiera querido evitar usar una expresión negativa, habría escrito "la bendición y su opuesto" o algún eufemismo similar. La palabra aramea que usa, jilufa, significa "cambio" y "transmutación", implicando que "la maldición" es algo que resulta de la bendición y es, por lo tanto, una forma alterna de la misma esencia.

En las palabras de nuestros Sabios: "Ningún mal desciende del Cielo", sino solamente dos tipos de bien. El primero es un bien "descarado" y obvio, que sólo puede experimentarse como tal en nuestras vidas. El otro también es bueno, pues nada salvo el bien "surge del Uno Sobrenatural"; pero es un "bien oculto", que está sujeto a la forma en que nosotros elegimos recibirlo y experimentarlo. A causa de la libre elección que hemos recibido, está en nuestro poder deformar estas bendiciones celestiales en maldiciones, subvertir estas energías positivas en fuerzas negativas.

La de Onkelós es la más "literal" de las dos traducciones. Su propósito es proveer al estudiante el significado más rudimentario del versículo. Éste, en hebreo, dice "la bendición y la maldición", y Onkelós lo traduce como tal al arameo.

Por otra parte, la traducción de Rabí Yonatán ben Uziel provee una interpretación más esotérica de la Torá, incorporando muchos pensamientos midráshicos y talmúdicos. De modo que en vez de llamar simplemente "maldición" a una maldición, alude al verdadero significado de lo que experimentamos como “mal” en nuestras vidas. En esencia, Rabí Yonatán nos está diciendo que todo lo que Di-s da es bueno; pero que Él nos ha otorgado la capacidad de experimentar ambas cosas, "la bendición y su transmutación", o sea, de desviar Su bondad a fines destructivos, Di-s nos libre.

Esto explica también por qué Rabí Yonatán traduce klalá como "transmutación" en el citado versículo (vers. 26) y en un versículo posterior (vers. 28), pese a que en el versículo 29 lo traduce literalmente como "maldición", al modo de Onkelós. En vista de lo dicho, la razón de la diferencia es clara: los primeros dos versículos hablan de Di-s dándonos tanto una bendición como una "maldición"; pero Di-s no da maldiciones, sino sólo la opción y capacidad de "transmutar" Sus bendiciones. Por otra parte, el tercer versículo ("Y será que, cuando el Señor tu Di-s te haya traído a la tierra… proclamarás la bendición sobre el Monte Guerizím y la maldición sobre el Monte Eival") habla de nuestra articulación de los dos senderos de la vida, donde el "bien oculto" puede recibirse y percibirse como una real "maldición".

Galut

En un nivel más profundo, las diferentes perspectivas acerca de la naturaleza del mal expresadas por estas dos traducciones arameas de la Torá reflejan las circunstancias histórico-espirituales bajo las que se compusieron.

El galut -el estado de desalojo espiritual y físico en que nos encontramos desde la destrucción del Gran Templo y el exilio de nuestra tierra hace aproximadamente 2000 años- es una causa primaria para la distorsión de la bendición de Di-s en "su transmutación". Cuando habitó la Tierra Santa y experimentó la presencia manifiesta del Omnipotente en el Gran Templo de Jerusalén, el pueblo de Israel experimentó la verdad Divina como una realidad tangible. La perfección y bondad intrínseca de todo lo que proviene de Di-s era abiertamente perceptible y accesible.

El galut, por su parte, es un estado que vela y deforma la visión interior de nuestra alma, haciendo mucho más difícil relacionarse con la esencia Divina en cada suceso y experiencia de nuestras vidas. El galut es un ambiente en el que el "bien oculto" que se nos otorga se convierte con demasiada facilidad en negatividad y mal.

La traducción de Rabí Yonatán ben Uziel, llamada también "Traducción de Jerusalén", fue compilada en la Tierra Santa en la generación anterior a la destrucción del Templo. El hecho mismo de que su composición fuera necesaria -el hecho de que para muchos judíos la lengua de la Torá ya no fuera más su lengua materna y la palabra de Di-s fuera accesible únicamente con la mediación de un dialecto local- expresa el carácter intrusivo del galut. El "bien oculto" ya estaba siendo experimentado como algo distinto que una expresión de la relación afectuosa de Di-s con nosotros.

Con todo, en la época de Rabí Yonatán el Gran Templo se alzaba en Jerusalén. El descendiente velo del galut todavía era translúcido, permitiendo el reconocimiento, si no la experiencia, de la verdadera naturaleza de la realidad. Uno era consciente de que lo que percibía como negativo en la vida propia era una distorsión de la bondad Divina.

La traducción de Onkelós fue compuesta una generación más tarde por el sobrino del mismo emperador romano que destruyó el Gran Templo y condujo al pueblo de Israel a exilio. En la época de Onkelós, el galut se había intensificado al grado de que la realidad prevalente era la de un mundo dicotomizado por el bien y el mal, un mundo en el que el "bien oculto" es considerado simplemente como "la maldición".

Pero es precisamente un mundo tal el que ofrece el máximo de libertad de elección, cosa que, a su vez, presta genuina importancia a los actos del hombre. Es precisamente ese mundo el que posee el mayor -y más gratificante- desafío de revelar la bondad, unidad y perfección subyacente a la Creación de Di-s.

– Basado en una Sijá de Shabat Reé 5726 –

(Gentileza de www.Torá.org.ar)

 

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