Bajo la Sucá

Debemos aprender a ser agradecidos también por las cosas pequeñas en la vida como así también por los grandes obsequios que recibimos…

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Rabino Abraham Twersky

Posteado en 29.09.23

Debemos aprender a ser agradecidos también por las cosas pequeñas en la vida como así también por los grandes obsequios que recibimos…

Reflexiones bajo la Sucá

“Tú nos has elegido de entre todos los pueblos; Tú nos has amado y tenido placer de nosotros. Tú nos has exaltado por encima de todas las lenguas y nos has santificado con Tus mandamientos. Tú nos has acercado a Tu servicio, y has llamado Tu grande y santo Nombre sobre nosotros” (Plegaria de Amidá de la Festividad).

Ser el Pueblo Elegido de Di-s es a la vez un privilegio y una responsabilidad. Algunas personas piensan que pueden disfrutar privilegios sin asumir responsabilidades proporcionales. Hay una ley de vida la cual debe ser aceptada: No existen privilegios sin responsabilidades que los acompañen.

“Tú nos has santificado con Tus mandamientos y nos has acercado a Tu servicio”. La obligación de observar diligentemente la voluntad Divina es la responsabilidad que acompaña la elección como el pueblo de Di-s.

Nosotros estamos orgullosos de ser los elegidos, pero debemos darnos cuenta que nuestro comportamiento se refleja no sólo sobre nosotros como individuos, no sólo sobre nosotros como nación, sino también sobre nosotros como el pueblo elegido de Di-s. Debemos cumplir la obligación que esta condición demanda.

Rabi Akiba dice, “La Sucá conmemora las chozas techadas de paja en donde los israelitas moraron durante su peregrinar por el desierto tras el éxodo de Egipto” (Sucá 11b).

¿Qué tiene de maravilloso vivir en chozas techadas de paja como para justificar que sea conmemorada por una festividad de ocho días?

Nosotros celebramos la Pascua en conmemoración de los asombrosos milagros que Di-s realizó para liberarnos de la esclavitud en Egipto. Celebramos Shavuot en recuerdo de la gran revelación en Sinaí y la recepción de la Torá. Comparado a estos eventos de la antigüedad, ¿qué significado tienen las chozas techadas de paja?

Ese es precisamente el punto. Debemos aprender a ser agradecidos por las cosas pequeñas en la vida como así también por los grandes obsequios que recibimos.

No estaba fuera del poder de Di-s crear lujosos palacios en el desierto. Sin embargo, Él quiso que nosotros aprendiéramos que debemos apreciar todo lo que nos fue dado, sin importar cuán pequeño puede ser.

Sucot es mencionada como la “festividad de la cosecha” y el “tiempo de nuestro regocijo”. Nuestra cosecha puede ser abundante o puede ser magra. En cualquier caso, debemos apreciar y agradecer lo que se nos da.

Yo no moriré, sino más bien viviré, y contaré acerca de las acciones de Di-s. Di-s verdaderamente me ha castigado, pero no me ha entregado a la muerte. Abran los portales de justicia para mí; yo entraré y alabaré a Di-s… Este es el día que Di-s ha hecho; estemos alegres y regocijémonos allí dentro (Halel, Salmos 118).

Podemos apreciar más el consuelo provisto por los Salmos si conocemos la biografía del autor. La vida del Rey David, desde la infancia hasta la muerte, estuvo llena de tragedia y sufrimiento. El Talmud declara que David no tuvo un solo día bueno en su vida. No obstante David pudo cantar las alabanzas a Di-s, más aún, cantarlas con alegría. La aceptación de la justicia Divina como suprema, aún cuando está en pugna con nuestro personal sentido de justicia, aún cuando nos causa gran pena, es la llave para una vida de alegría.

En el primer día de Sucot comenzamos enumerando pecados (Midrash).

Rabi Levi Itzjak de Berdichev explica, citando la enseñanza talmúdica que el arrepentimiento al que se llega por temor reverente, como en Iom Kipur, mitiga los pecados. Sin embargo, el arrepentimiento al que se llega por amor a Di-s convierte los pecados en virtudes. Así, la alegría de Sucot puede llevarnos a un estado de intenso amor a Di-s, el cual puede resultar en la transformación de nuestros pecados en virtudes. Éste es entonces el tiempo para hacer una enumeración de nuestros pecados, para determinar el número de nuestras virtudes.

¿Cómo es posible que pecados puedan ser convertidos en virtudes?

Si yo reconozco que algo que hice estuvo mal, y por sincero amor a Di-s y deseo de no desagradarlo resuelvo nunca repetir aquel acto otra vez, entonces he aprendido algo valioso. Cualquier cosa que es una positiva experiencia de aprendizaje es una virtud.

Si hago el inventario de lo que he hecho en mi vida, puedo al principio sentirme entristecido por las muchas equivocaciones que he cometido. Pero si puedo aprender de estas equivocaciones para no repetirlas, entonces puedo complacerme en mi crecimiento y regocijarme en el conocimiento de que Di-s ahora considera estas valiosas experiencias de aprendizaje como virtudes.

Rabi Levi Itzjak una vez comentó a una persona muy libertina: “Cómo te envidio. Un día tú cambiarás tus caminos, y entonces todos tus pecados serán transformados en méritos. Tu suma de Mitzvot entonces superará de lejos aquellas que yo he acumulado”.

“Bendito es Di-s, Soberano del universo, Quien nos ha santificado con Sus mandamientos y nos ha ordenado morar en la Sucá” (Bendición al entrar en la Sucá).

En contraste con nuestros fuertes, permanentes hogares, la Sucá es una frágil choza, adecuada sólo para morada temporaria. La Sucá puede ser vista como un símbolo de nuestro residir en el mundo físico. Si nos damos cuenta que nuestra existencia terrena es transitoria, y que debemos vivir nuestras vidas en preparación para el mundo eterno, entonces podemos verdaderamente ser santificados y lograr la santidad que elude a aquellos que no tienen otras metas que satisfacer sus deseos físicos.

Sucot es una festividad gozosa. Mansiones lujosas son frecuentemente habitadas por personas que son infelices. El mensaje de la Sucá es que sin importar nuestras posesiones terrenas, hay una última alegría que nos espera.

De las cuatro especies usadas en el ritual de Sucot, el Etrog (citrus) tiene tanto gusto como fragancia, el Hadas (mirto) tiene fragancia pero no gusto, el Lulav (palmera datilera) produce fruto el cual tiene gusto pero no fragancia, y la Aravá (rama de sauce) no tiene ni gusto ni fragancia. Las cuatro especies deben ser tomadas juntas, y la ausencia de cualquiera hace a la Mitzvá incompleta (Midrash).

Frecuentemente valoramos a las personas ya sea en virtud de su carácter, conocimiento, riqueza, o status social. Es bueno recordar que ante Di-s somos todos iguales. La Mitzvá de las cuatro especies es incompleta tanto cuando falta la insípida rama de sauce como cuando el suculento citrus está ausente. Cuando estamos unidos, ligados juntos con lazos de compasión y afecto, entonces estamos completos, y como con la Mitzvá, tenemos kedushá (santidad). Si rechazamos a una persona porque no la consideramos lo suficiente digna, con eso disminuimos nuestro propio valor también.

Si todos estamos unidos en conjunto, somos todo. Si rechazamos uno al otro, no somos nada.

“Que las palabras de mi plegaria… Estén cerca de Di-s. Que El haga justicia a Su sirviente y a Su pueblo, día a día” (de la plegaria de Sucot).

Si pensamos que nuestras vidas como un todo pueden no merecer recompensa Divina, podemos no obstante orar que Di-s nos juzgue día a día, pasando por alto los errores de nuestro pasado, y considere sólo nuestras acciones de hoy.

Para merecer esta gracia, también debemos relacionarnos con otros con una actitud “día a día”, y estar dispuestos a dejar pasar por alto lo que otros pueden habernos hecho en el pasado. No podemos esperar ser juzgados por ninguna otra medida que aquellas que nosotros usamos para juzgar a otros.

El Baal Shem Tov interpretó el versículo en Salmos 121:5, “Di-s es tu sombra, a tu diestra”, para significar que Di-s se relacionará con el hombre como el hombre se relaciona con otros, justamente como la sombra sigue los movimientos de uno.

Rabi Zusia tenía un seguidor quien solía ayudar a su sustento. Una vez este seguidor se enteró que Rabi Zusia era un discípulo del gran Maguid (predicador) de Mezritch, y por tanto decidió que antes que sustentar a Rabi Zusia, iría al gran Maguid. Extrañamente, su fortuna comenzó a sufrir. “¿Por qué me sucedió esto?” Preguntó el hombre a Rabi Zusia. “Seguramente tu Rabi debe ser más grande que tú. ¿Por qué mi fortuna viró hacia abajo cuando yo me torné en sostén de tu Rabi?”.

“Es bastante simple” contestó Rabi Zusia “Cuando tú no discriminaste y ayudaste incluso a alguien como yo, entonces Di-s no discriminó, y te bendijo ya sea si tú lo merecías o no. Pero cuando tú comenzaste a buscar personas especiales a quienes darles, entonces Di-s actuó análogamente hacia ti, y El también reservó sus obsequios para personas especiales”. Es para nuestro provecho no discriminar en los actos de bondad hacia otros.

“Tú nos has dado las alegres festividades, este día de Sucot, un tiempo de júbilo, para conmemorar nuestra liberación de Egipto” (Amidá de Sucot).

Esta Sucá conmemora las tiendas en donde los israelitas moraron durante su residencia de cuarenta años en el desierto. Uno de los milagros por medio del cual los israelitas sobrevivieron en el desierto fue el maná, el cual caía del cielo y era recolectado cada día para con él alimentarse, pero no se conservaba hasta el día siguiente.

Es sabido que aún las personas opulentas sufren ansiedad y tensión porque temen las pérdidas financieras. Tener riqueza obviamente no es ninguna garantía para la paz de la mente, mucho menos alegría. Nuestros ancestros aprendieron a vivir día a día, y confiar en Di-s para el mañana. Las festividades que conmemoran su peregrinar por el desierto pueden ser una fuente de alegría para nosotros, si, también, aprendemos a vivir día a día.

– Selección extraída Viviendo cada día. Rab Abraham Twersky –

(Gentileza: www.tora.org.ar)

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