El Monstruo de las Fotos

No me importa salir mal en las fotos, lo que me intriga es la duda de si la imagen que tengo de mi misma es la misma que el mundo percibe al cruzarme en la verdulería...

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Judi Rimon

Posteado en 17.03.21

No me importa salir mal en las fotos, lo que me intriga es la duda de si la imagen que tengo de mi misma es la misma que el mundo percibe al cruzarme en la verdulería…

El Monstruo de las Fotos

Al empezar este relato ya estoy resignada a que ustedes lleguen a una conclusión equivocada. Estoy segura de que después de leer lo que sigue creerán que soy una Penélope Glamour sacando el pintalabios de su cartera, o que mi prioridad es ser admirada, como el personaje vanidoso de “El principito”.

Y sin embargo voy a continuar porque la idea que quiero compartir la tengo que explicar desde su origen bochornoso e intrascendente: no salgo bien en las fotos.

Mi álbum se compone de algunas imágenes en las que tengo los ojos rojos como si estuviese poseída por un dragón, otras con las manos en posición grotesca por no saber qué hacer con ellas (excepto en la época en que decidí que una buena solución sería salir haciendo el gesto de “victoria”), algunas más en donde estoy con los rasgos agarrotados por el esfuerzo de parecer natural y el resto en donde sale un primer plano de la palma de mi mano intentando tapar la lente de la cámara.

La verdad es que me importa un bledo salir mal en las fotos, lo que me intriga es algo más profundo e intrínseco y es la duda de si la imagen que tengo de mi misma, aquella que veo en el espejo cada mañana es la misma que el mundo percibe al cruzarme en la verdulería.

Porque yo no me reconozco en la imagen rescatada en el fondo de una cámara oscura, pero nadie más tiene problemas con ello. Nadie pregunta quién es esa de la foto y ni siquiera comentan que no me favorece la reproducción por medio de reacciones químicas. Pareciese que la señora del ridículo peluquín solo es una extraña para mí.

Y lo que me preocupa es que quizá esa misma percepción desatinada la tengo en otros aspectos. Quizá no soy tan inteligente, tan dulce y generosa como me creo. Quizá es por eso que me cuesta reconocerme en los reproches de mi marido, en las frustraciones de mis hijos o en las decepciones de mi jefe. Me aterra el pensamiento de estar interpretando mal la realidad.

Tengo un vago recuerdo de mi bisabuelo diciéndome que las fotos roban el alma de las personas retratadas. Espero que no haya tenido razón, porque cuando dentro de ciento veinte años HaShem me muestre la foto de mi alma, espero poder estar orgullosa de reconocer que la de esa foto si soy yo.

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