La sencillez del burro – Vaieji

“Isasjar es un asno de huesos fuertes…” (Génesis 49:14).

Rashi comenta el pasaje anterior y dice: “Un asno de huesos fuertes que puede soportar el yugo de la Torá de la misma manera que un asno fuerte soporta una carga pesada”. Resulta un tanto extraño que nuestro antepasado Jacob encubriera una de sus mejores bendiciones de una forma tan poco “halagadora”. ¿Por qué eligió precisamente la imagen de un asno?

Uno de los requisitos para el verdadero éxito en la Torá es el refinamiento del carácter. Del mismo modo que una persona no puede plantar una cosecha en un campo que no ha sido arado, ya que la semilla no puede penetrar en la tierra dura y sin cultivar, la luz de la Torá no puede penetrar en una persona que no se ha “cultivado” a sí misma. Curiosamente, Rava ofrece un buen consejo a Raba bar Meri y le dice: “Si alguien te llama burro, ponte una silla de montar en la espalda”. En otras palabras, si alguien te insulta, en lugar de discutir con él, dale la razón.

Rava nos está dando un gran consejo con un doble mensaje: en primer lugar, quien acepta el insulto sin reaccionar evita discusiones y contiendas y, por tanto, se gana el título de buscador de la paz, algo que Hashem valora enormemente. Como buscador de la paz, la persona se gana el título adicional de “alumno de Aarón el Kohen”, que fue el buscador de la paz por excelencia. En segundo lugar, el que acepta de buen grado el insulto y la humillación destroza la arrogancia de su corazón. Reacciona con calma y dice: “Tienes razón, amigo mío. Ciertamente soy un burro y necesito urgentemente mejorar. Gracias por llamarme la atención”. Esta es la reacción del individuo genuinamente humilde. Con este nivel de humildad, se lo puede llamar “alumno de Moisés”, ya que Moisés fue el epítome de la humildad.

Por consiguiente, el individuo que soporta el abuso verbal mientras evita el conflicto de cualquier tipo es tanto humilde como buscador de la paz, lo que indica que es realmente una persona de rasgos de carácter refinados. De hecho, se asemeja a Aarón y a Moisés, los dos gigantes espirituales que enseñaron la Torá al pueblo judío. Dado que Hashem aprecia especialmente las características de humildad y búsqueda de la paz, esta persona no sólo merece el amor Divino, sino que califica para recibir la Torá directamente de Hashem. Medida por medida, si una persona te llama burro y tú no sólo te quedas callado sino que también evitas una discusión, entonces Hashem convertirá a ese burro en el “burro de huesos fuertes que puede soportar el yugo de la Torá”. Hashem no tiene ningún problema en convertir maldiciones en bendiciones, especialmente si se trata de personas humildes.

En Perek Shira, el burro tiene el mérito de alabar a Hashem con uno de los mejores pasajes, uno que decimos todas las mañanas en Shajarit: “A Ti, Hashem, es la grandeza y el poder y el triunfo y la gloria porque todo en el cielo y en la tierra es Tuyo; A Ti, Hashem, es la monarquía y la soberanía sobre todo líder”. ¿Qué tiene de especial el burro para que merezca alabar a Hashem de una manera tan elevada?

Nuestros antepasados preferían la sencillez y la humildad del burro al orgullo del caballo. Por eso montaban en burro. La Guemará nos dice que los burros de tzadikim tan prodigiosos como Rabi Janina ben Dosa y Rabi Pinjas ben Yair comían forraje que no estaba debidamente diezmado. Es más, Mashíaj llegará a lomos de un burro

Aunque el caballo es más grande y más rápido que el burro, el caballo es también símbolo de la arrogancia, las pasiones físicas y la sed de sangre. En cambio, el burro simboliza la humildad y la sencillez, la perseverancia y el trabajo duro. Estos son los rasgos que nuestro antepasado Jacob vio en Isasjar y que esperamos ver en nuestros hijos en las generaciones venideras, ¡amén!