El Secreto de la Humildad

No necesitamos del mundo para ser valiosos o importantes; precisamente el mundo necesita de gente importante y valiosa como nosotros…

El secreto de la verdadera humildad

Hablamos tantas veces de la virtud de la humildad, de que nunca debemos exigirle al Rey de Reyes, el Creador del Universo, ser bueno con nosotros en base a los méritos que tenemos. Pero, por más que esta actitud está engranada en la psiquis del Pueblo de Israel, creo que es necesario meditar profundamente qué realmente significa y cómo podemos cumplir el Precepto de “servir a Di-s con alegría”.

En primer lugar lo justo sería ver nuestra historia: En la cúspide del romance entre Di-s y nuestro primer patriarca, cuando Abraham estaba enfermo de amor por Él; Di-s le dice: “Tu descendencia serán forasteros en una tierra que no es de ellos, y serán maltratados y torturados…” . ¿Por qué? ¿Acaso el Rey de Reyes, el Juez verdadero y fidedigno, podría estar castigando a una nación que aún no había fallado, que ni siquiera había nacido en términos prácticos? Además, ¿esa es la forma de informarle a Abraham la sentencia, en el día en que está estableciendo cuánto lo ama y lo especial que él y su pueblo son para Él?

Pero, no fue solamente el decreto de ser esclavizados y torturados por los egipcios; ese solamente era el preludio de una larga historia plagada de tormentos y aflicciones: destrucción, matanza, odio, cruzadas, pogromos, inquisición y el terrible Holocausto Nazi. ¿Acaso es justo que después de tanto sufrimiento y tan terribles aflicciones, debamos sentirnos culpables por intentar descubrir nuestro valor? ¿Es tan grave querer ser alguien en la vida, tan malo desear grandeza y superación?

Sí, todos hablamos de ser humildes y de no pensar en nosotros mismos, pero, ¿será posible que este mensaje tan puro se haya distorsionado perdiendo su verdadero significado?, ¿será que tras las tragedias insoportables que hemos presenciado, vemos la ordenanza de ser humildes como el indicio de que no somos valiosos o importantes? ¿Quizás creemos que está mal pensar en nosotros mismos, porque en verdad no tenemos ninguna grandeza? Piénsalo: ¿toda esta sensación de nulidad y de bajeza, no será la causa misma de que el mundo manipula a nuestros dirigentes y que los asesinos de nuestros hermanos escuchan a las víctimas pidiendo paz y excusándose, cuando debería ser completamente lo contrario?

El miedo y la necesidad de aprobación que tenemos, son reflejo de cuánto hemos perdido de vista la verdadera grandeza de nuestro pueblo y lo importantes y maravillosos que somos. Sí, tenemos que ser humildes, pero si tuviéramos la más mínima idea de qué significa la humildad, veríamos la religión de otra manera totalmente distinta y nos haríamos respetar por las naciones del mundo.

El Judaísmo nunca nos ha pedido sentir que no tenemos grandeza o que no somos especiales. La humildad en esencia no es la negación de tu grandeza, sino la verdadera claridad con la que reconoces que eres grande. Para entender: las personas orgullosas y creídas son aquellas que dudan cuanto realmente valen y por eso sufren de la necesidad constante de que los demás les recuerden que son importantes. Es más: están siempre pensando en ellas mismas porque en lo profundo saben que si dejan pasar un instante en que no justifiquen su valor, retornan a la sensación de que no tienen ninguna trascendencia.

El Judaísmo nos exige ser humildes; pero la humildad no es algo que nos ordenan, es el resultado de entender quienes somos. Cuando descubres que tu valor es intrínseco e incondicional, cuando te percatas de que nada de lo que hagas ni nadie alrededor tuyo, puede jamás afectar cuánto vales; entonces naturalmente dejas de ser orgulloso, porque descubres que la validez de tu existencia no puede ser sostenible por nada externo y por lo tanto es insultante buscar la aprobación y el soporte de los demás.

El concepto mismo de ser orgulloso y de pensar en ti mismo, se basa en que existen cosas afuera que pueden demostrar que eres importante, es decir: los logros que tienes y las metas que has alcanzado, son argumentos válidos de tu grandeza.

Pero el judío debe estar consciente de que su valor no puede ser puesto en palabras, y esas palabras son la materia prima del mundo, pues “Di-s dijo y fue, Él ordenó y el mundo se estableció”. No necesitamos del mundo para ser valiosos o importantes; precisamente el mundo necesita de gente importante y valiosa como nosotros, que lo ilustre y lo ilumine en el sendero de la verdad, extrayéndole de los valores circunstanciales y ficticios e impregnándolo con la esencia absoluta y eterna del Creador.

Por esto mismo Di-s decidió informarle a Abraham que seríamos esclavos, justamente el día en que estaba formalizando Su relación con nuestro pueblo: En Egipto fuimos desprovistos de todas nuestras facultades y valores externos, nos desnudaron hasta el núcleo de nuestras almas. Como esclavos nos privaron de nuestro orgullo y autoestima, pero cuando Di-s nos sacó de allí y nos dijo: “Ustedes son Mi pueblo escogido”; nos dimos cuenta de que aún siendo tan bajos y habiendo caído en las 49 puertas de impureza, Di-s nos escogió incondicionalmente y nos elevó de las circunstancias; dándonos la misión y el potencial de enseñarle al mundo Su verdad para que cada elemento brille con Su esencia y pueda superar su validez circunstancial.

El mensaje final es simple: si el hombre necesita ser orgulloso y valerse de sus logros y virtudes para ser importante, entonces nunca puede ser feliz. Pero cuando entendemos que somos especiales porque como seres humanos el Creador tiene fe en nuestro potencial y espera algo de cada uno de nosotros, entonces dejamos de pensar en nosotros mismos y nos dedicamos a pensar en qué podemos hacer por la humanidad, eso es lo que nos hace humanos y es también el secreto de nuestra felicidad.

Si ya sabes que eres importante a los ojos del Creador del Universo y que nada ni nadie puede cambiar eso; entonces aprovecha la grandeza que Él depositó en ti para hacer del mundo un lugar mejor y digno de Su Presencia, Amén.