El detective

Entonces empezó a ver los milagros. Su estado mejoró y le dieron el alta del hospital. Pero la enfermedad seguía oculta dentro del cuerpo

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 24.01.23

A menudo asisten a mis conferencias personas que quieren contar su historia personal frente al público. Lo hacen para dar a conocer los milagros que Hashem les hizo y en señal de agradecimiento. Pero el beneficio adicional es que estas historias son una gran inspiración para todos los presentes, porque si bien todos ellos conocen las enseñanzas y las aplican a diario, y conocen su tremendo poder, y ya vieron milagros, no obstante, cada vez que alguien relata una nueva historia, eso les ofrece nueva inspiración y les da fuerzas para seguir adelante con la campaña de difusión.

En Shabat, una vez finalizado el rezo de Shajarit, damos una clase en la yeshivá. Una vez llegó a la clase un detective de la policía para dar las gracias y contar su historia personal en público:

Resulta que este detective relató que un día empezó a sentir dolores terribles. De inmediato fue a la clínica a hacerse análisis y lo derivaron al hospital. Allí le dijeron que sufría de cáncer, Dios no lo permita. Pero Hashem le tuvo compasión y le envió los libros de emuná. Él empezó a dar las gracias a Hashem con total inocencia. No dio las gracias solamente de la boca para afuera, sino con todo su corazón. Y también empezó a hablar con Hashem todos los días, usando sus propias palabras: “Gracias, Hashem, por haberme dado este regalo. Es lo mejor para mí. Tú eres mi Padre y yo soy Tu hijo. Y todo lo que haces conmigo es motivado por Tu amor hacia mí”.

Entonces empezó a ver los milagros. Su estado mejoró y le dieron el alta del hospital. Pero la enfermedad seguía oculta dentro del cuerpo y los médicos se debatían con respecto a la clase de tratamiento a que convenía someterlo. El hombre continuó dando las gracias y realmente empezó a tomar conciencia de todas las cosas buenas que tenía en la vida; un montón de cosas a las que hasta ese momento no les había prestado atención. Y así empezó a retornar a Hashem y Le pidió perdón a Hashem por no haberle agradecido hasta ese momento.

Pasó un tiempo y entonces regresó al hospital para continuar con el tratamiento. Y cuando llegó, le realizaron nuevamente exámenes para ver en qué estado se encontraba.

Los exámenes revelaron que el paciente estaba sano. Los médicos estaban atónitos y lo sometieron a más exámenes, pero estos también salieron bien y entonces los médicos no sabían cómo explicar este fenómeno y llegaron a la conclusión de que aparentemente había habido un error: tal vez se intercambiaron las etiquetas de los exámenes. Los médicos le pidieron perdón al paciente por el supuesto “error”, pero él sabía perfectamente lo que había ocurrido: al dar las gracias, se había curado.

Sin embargo, y tal como es el caso en todas las historias con final feliz, la historia no termina acá, porque un agradecimiento trae aparejado otro agradecimiento y una salvación trae aparejada otra salvación. Un día llegó a su oficina un hombre religioso que era sospechoso de haber cometido graves infracciones y querían presentar cargos contra él y condenarlo a veinte años en la cárcel. Durante las investigaciones, el detective le dijo que tenía que empezar a dar las gracias a Hashem por el hecho de que iba a ir a la cárcel veinte años. El hombre no entendía de qué le estaba hablando. ¿Dónde se ha visto que un detective de la policía hable de darle las gracias a Hashem? ¿Acaso se estaba burlando de él o se trataba de un nuevo método de guerra psicológica? ¿Y cuál es la lógica de darle las gracias a Hashem por pasar veinte años en la cárcel?

El hombre estaba totalmente confundido. Solamente atinó a preguntar: “¿Dar las gracias?”. Y entonces el detective le preguntó: “¿Usted es una persona creyente? ¿Usted cree en Hashem?”. Y el hombre respondió: “Sí, por supuesto que creo en Hashem”, pero no entendía qué tenía que ver una cosa con la otra. Y el detective lo sorprendió mucho cuando le dijo: “Al parecer, a usted le falta una buena dosis de emuná…”. El hombre se quedó boquiabierto sin poder entender y se puso a pensar: “¿Qué es esto que está pasando aquí? ¿Dónde se ha visto que un detective enseñe emuná?”.

Pero el detective insistió y empezó a darle una clase de emuná, explicándole que no existe el mal en el mundo y que todo está en manos del Creador, y no en manos de la policía o de los jueces.

Y que Hashem es siempre Bueno y el mal no existe.

Y que cuando la persona empieza a dar las gracias con toda inocencia por las cosas que no entiende de qué manera son buenas, de hecho, está anulando los malos decretos y todo se vuelve para bien.

¡El solo hecho de que un detective de la policía se transforme en un maestro de emuná es en sí un milagro más grande que una casa!

Esta situación surrealista logró su cometido y el acusado empezó a darle las gracias a Hashem todos los días por cada cosa y también por esto. Y a pesar de que estaba a punto de entrar a la cárcel, y ya le habían preparado una celda, fue declarado totalmente i-no-cen-te.

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