Ganamos y perdemos
Si una sociedad ingenuamente se autoproclamara dueña de la moral, podría decretar que los hombres pueden llevar lápiz labial y que los delincuentes no serán castigados.
“Hoy no llevo abrigo. ¡Si vamos a la playa!”, insistió mi hija.
“Cariño, estamos en diciembre. Puede haber mucho viento en la playa. Te puedes resfriar. Tienes que llevar algo para abrigarte”. Mamá estaba decidida.
“Me acabo de fijar en el pronóstico del tiempo. Hace calor en toda la costa. No necesito abrigo”.
“Quiero que estés preparada. Por si acaso”.
Y así seguimos un buen rato. Esa tarde, la fui a buscar al colegio. Mientras la esperaba, me limpié las gotas de sudor de la frente.
Ella tenía razón.
Mi hija salió de la entrada del colegio con una sonrisa de satisfacción.
“Te lo dije”.
Mi respuesta no fue la que ella esperaba.
“Tienes razón. No necesitabas abrigo. Por cierto, te mereces un castigo. Dame tu teléfono y tu tablet”.
“¡Pero si tenía razón!”, protestó.
“Sí, es verdad que tenías razón. Pero puedes tener razón y equivocarte al mismo tiempo. Deberías haberle hecho caso a mamá”.
En la Ética de los Padres – Pirkey Avot (4:14), el Rabino Nehorai cita a Shlomo HaMelej en Mishlei (Proverbios 3:15) advirtiéndonos que no debemos confiar en nuestro propio entendimiento.
Se nos advierte que no confiemos en nuestras propias observaciones. Se nos advierte que la persona muchas veces tiene ojos que no ven y oídos que no oyen.
Este es el quid de la emuná.
El Rey Shlomo nos recuerda que sólo porque tengas razón en algo, si no es lo que Hashem ordena, entonces quiere decir que estás equivocado.
En el Libro de Job, Job afirma: “Soy un hombre bueno… ¿por qué sufro?”
Hashem le responde diciendo: “Mis pensamientos no son tus pensamientos”.
No podemos determinar el bien y el mal por nosotros mismos. No podemos confiar en nuestra propia capacidad para procesar la moralidad, porque vivimos en el mundo material que está restringido. Sólo vivimos en el pasado y en el presente. Dios supervisa el pasado, el presente y el futuro.
No poseemos pruebas suficientes para emitir un juicio sobre absolutamente nada.
Si una sociedad ingenuamente se autoproclamara dueña de la moral, podría decretar que los hombres pueden llevar lápiz labial y que los delincuentes no serán castigados.
La humildad es, en parte, reconocer que Hashem es el Amo de todos los mundos. Él lo ve todo. Él crea el pasado, el presente y el futuro. Él ya sabía acerca de Wifi y las impresoras 3D, cuando le daba instrucciones a Adán en el Jardín del Edén.
Él sabe quién reinará dentro de 50 años, qué tecnologías serán comunes y cómo será el mundo.
Él tiene todas las pruebas para decretar el bien y el mal. Sus decretos definen el bien y el mal.
Ya sea en Facebook, en el trabajo o con nuestra familia, podemos ganar todas las discusiones. Pero si lo hacemos con lashón hará o con ira, terminamos perdiendo – aunque ganemos.
Podemos ganar todo el dinero que queramos, venciendo todas las batallas profesionales a las que nos enfrentemos. Pero si no damos el 10% a la caridad o lo hacemos con engaño, terminamos perdiendo – incluso si ganamos.
El núcleo de la emuná es llevar a cabo la voluntad de Dios cuando tu mente y tus instintos te dicen lo contrario. Es mejor perder y luego ganar: al final sales ganando.
La familia Ben Horin vive en Afula con sus hijos, un nuevo centro de alta tecnología, vecinos judíos y árabes, y Matilda, el camello local. La startup israelí de David, Center Stage Content, ofrece servicios de contenidos para startups y pequeñas empresas.
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