Las Dudas que nos Asaltan

¿Cuántas veces en nuestras vidas nos hemos hecho las mismas preguntas?… La duda es parte de nuestras vidas, inclusive parte de nuestra historia…

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Daniela Lowinger

Posteado en 05.04.21

¿Cuántas veces en nuestras vidas nos hemos hecho las mismas preguntas?… La duda es parte de nuestras vidas, inclusive parte de nuestra historia…

Las dudas que nos asaltan

Cuántas veces en nuestras vidas nos hemos hecho las mismas preguntas: ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿He escogido bien? ¿Es lo mejor para mí? ¿Es el hombre de mi vida? ¿Es el lugar donde debo estar? En fin…, a diario nos preguntamos las mismas preguntas y una y otra vez las dudas nos asaltan.

Son en estos momentos cuando la inseguridad y la tristeza nos agobian. Como si lo que hacíamos o escogimos hacer o vivir en determinado momento, y que nos había parecido bueno, adecuado o correcto, de repente presentara fisuras.

¿Por qué sucede esto? ¿Qué nos hace dudar? ¿Es que lo que pensábamos verdadero se transformó en mentira?

No necesariamente. La duda es parte de nuestras vidas, inclusive parte de nuestra historia. Prueba de ello es que la Torá nos dice que debemos recordarnos a diario nuestra salida de Egipto y lo que nos hizo Amalek. De seguro te preguntaras: ¿y qué tiene que ver nuestra salida de Egipto y Amalek con las dudas que tengo en relación a mi trabajo, que tiene que ver con si escogí el novio adecuado, o si me mude al país donde debo estar?

Si recordamos las condiciones de nuestra salida de Egipto y nuestro encuentro con Amalek, veremos que todo empezó con nuestros antepasados siendo esclavos, con Moisés, las 10 plagas en Egipto, salida a la carrera, la partición del mar, la muerte de los egipcios. Después de todos estos milagros nos encontramos con Amalek.

No tengo dudas de que nuestros antepasados, al vivir estas experiencias milagrosas reconocieron la Mano de Di-s. Y no sólo ellos… Todos los pueblos de la región supieron lo que le había sucedido a Egipto, a su ejército y al Faraón. Él mismo reconoció la grandeza de HaShem.

¿Después de todo esto, como fue posible que nuestros antepasados, aquellos salidos de Egipto dudaran una y otra vez si salir de Egipto había sido la mejor opción? ¿Cómo podrían en tan poco tiempo olvidar y tener miedo de haber tomado la decisión equivocada? ¿Cómo pudieron pensar, habiendo visto lo que HaShem era capaz de hacer por ellos, que Él los había sacado de la esclavitud para que murieran en el desierto?

El mal de la duda es lo que corroe la fe, el que desvía del camino, el que no permite que alcancemos lo que debemos cumplir a plenitud. Lo que no nos permite desarrollar nuestro potencial, y alcanzar el sentimiento de felicidad que trae el saber que hemos completado la misión.

Los Sabios nos dan un indicio curioso de donde viene este mal. El concepto de Amalek en la Torá siempre ha sido relacionado con el mal, representado por un pueblo o individuos que no permiten que Israel termine de cumplir su misión como pueblo en su tierra. Ya que cuando esto suceda habremos llegado a la esperada era mesiánica y será el fin de Amalek.

Por otro lado, la duda es lo que no nos permite, a nivel personal, alcanzar nuestra redención como individuo. Nos impide llegar a este momento de plenitud. Nuestros Maestros enseñan que el valor numérico (la guematria) de Amalek es el mismo que el de la palabra safek – que es la palabra hebrea de “duda”.

Entonces vemos que la fuerzas adversas a la era mesiánica personal de cada uno de nosotros y de la humanidad en su totalidad están constantemente actuando en contra nuestra.

¿Cómo luchamos contra estas fuerzas? Superando las situaciones que nos hacen sentir desanimados. Persiguiendo el bien a través de pensamiento, palabra y acciones positivas. Buscando en nosotros mismos nuestra razón de ser y existir, y caminar hacia delante sin miedo a caer. Ya que caer es parte de nuestro camino, y es la bendición que Di-s nos ha dado para saber cuando estamos por el camino correcto o por el equivocado.

Y por fin, reconociendo que somos parte del plan divino y como tal tenemos algo que hacer en el. Busquemos lo entonces – sin miedo…, sin dudas.

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