La sabiduría de Betzalel – Trumá

La lectura de la Torá de Trumá inicia la sección que trata de la construcción del Mishkán (Tabernáculo) y la confección de las vestiduras sacerdotales. Estos capítulos se encuentran entre los pocos en los que la Torá pone gran énfasis en la belleza externa: el arte, la artesanía y la estética.

De particular interés es el protagonista de esta construcción única: el maestro artesano Betzalel. El Midrash entreteje muchas historias acerca de la sabiduría y la destreza de Betzalel. En particular, los Sabios destacaron el significado de su nombre, que significa “a la sombra de Dios”:

“El nombre de Betzalel reflejaba su sabiduría. Dios le dijo a Moisés: ‘Dile a Betzalel que haga el tabernáculo, el arca y los utensilios’. Sin embargo, cuando Moisés le transmitió el mensaje a Betzalel, este cambió el orden, mencionando primero el arca, luego los utensilios y, por último, el tabernáculo… Betzalel se volvió hacia Moisés diciendo: “nomalmente primero se construye la casa y luego se colocan los muebles dentro. Sin embargo, tú dijiste que hiciera los utensilios y luego el tabernáculo. Estos utensilios que voy a hacer, ¿dónde los pondré? ¿Acaso Dios te dijo: “tabernáculo, arca y vasijas”?’. Moisés le respondió asombrado: ‘¡Debes de haber estado a la sombra de Dios y lo has oído por casualidad!’ (Berajot 55a)

Betzalel era ciertamente lo suficientemente inteligente como para poder reconstruir el mensaje Divino original. ¿Por qué cambió Moisés el orden que Dios le había indicado?

El erudito y el artista

Una forma de distinguir entre los garabatos de un niño de cinco años y una obra maestra de Rembrandt es el grado en que la obra de arte refleja la realidad. El genuino artista es muy sensible a los detalles más sutiles de la naturaleza. Debe ser un experto en sombreado, color, textura y composición. Al gran artista le molestan hasta las más pequeñas desviaciones, igual que a un gran músico le molesta una nota que no sea exactamente correcta en tono, duración y énfasis.

Hay una diferencia entre el orden natural del mundo, tal como lo percibe el ojo entrenado de un artista, y el orden correcto, tal como lo entiende la sabiduría del erudito. El artista siempre compara el tema con la realidad. El erudito, en cambio, organiza los temas según su significado ético y espiritual.

Cuando Moisés oyó que Dios le ordenaba a Betzalel construir “el tabernáculo, el arca y los utensilios”, no sabía si el orden era significativo. Dado que el tabernáculo era, en efecto, sólo el edificio exterior que contenía el arca y los demás utensilios, Moisés sabía que el arca y los utensilios poseían un nivel más elevado de santidad. Por eso, al transmitirle la orden a Betzalel, los mencionó por orden de importancia, empezando por el más sagrado.

¿Por qué entonces Dios puso en primer lugar el tabernáculo? Moisés decidió que el mandato original comenzaba con la descripción general -el Tabernáculo, el objetivo global- y luego continuaba con los detalles, el arca y los utensilios.

Betzalel, que era un artista con una fina sensibilidad para la realidad física, se dio cuenta de la ligera discrepancia en la descripción de Moisés. Se dio cuenta de que la palabra “tabernáculo” no se refería a la construcción general, sino al edificio exterior. Como tal, debería haber sido lo primero, igual que en la construcción de cualquier casa. El orden no iba de lo general a lo detallado, ni de lo menos sagrado a lo más sagrado, sino de lo exterior a lo interior.

Moisés comprendió entonces el significado del nombre de Betzalel, “a la sombra de Dios”. ¿Por qué sombra? Es que la sabiduría puede compararse a la luz, mientras que el talento artístico es como la sombra. La luz es ciertamente mayor y más brillante que la sombra; pero si queremos percibir un objeto por completo, necesitamos ver todos sus aspectos, tanto la luz como la sombra. Para que el Tabernáculo pudiera cumplir su propósito, se requería la especial perspicacia artística de Betzalel.