La moneda de Iyov – Vaiakel

Una fila de personas salía de la puerta de la oficina del santo Baal Shem Tov. Muchos esperaban para pedir consejo y bendiciones al santo tzadik...

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Rabino Tzvi Meir Cohn

Posteado en 14.03.23

“Tomen de ustedes una porción para Dios, cada uno cuyo corazón lo motive la traerá” (Shemot 35:5)

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Una fila de personas salía de la puerta de la oficina del santo Baal Shem Tov. Muchos esperaban para pedir consejo y bendiciones al santo tzadik…

Uno de los que esperaban era Reb Zissel, un hombre sencillo con muy pocas posesiones materiales en este mundo. Humildemente, él le pidió al Baal Shem Tov una bendición para no tener que vivir en la pobreza y depender de la caridad de los demás.

El Baal Shem Tov escuchó atentamente las súplicas de Reb Zissel. Después de un largo silencio, el Baal Shem Tov dijo: “Me gustaría ayudarte, pero no está en mi poder hacerlo. El Cielo me impide conceder tal bendición”.

Reb Zissel no se dejó disuadir tan fácilmente. “Por favor Rabi”, exclamó. “He viajado tan lejos y he esperado tanto tiempo, ¿no hay ni siquiera una pequeña bendición que usted puede concederme?”.

El Baal Shem Tov se sentó en silencio un momento, pero sólo pudo responder que no había nada que pudiera hacer.

Entonces, de repente, el Baal Shem Tov se levantó, se dirigió a su estantería y sacó un sefer (libro sagrado). Era el Talmud Baba Batra. Lo abrió al azar, miró atentamente la página abierta y leyó las siguientes palabras: “Aquel que tome una pruta (moneda) de Iyov (Job) será bendecido”.

El Baal Shem Tov se volvió hacia Rabi Zissel, que permanecía en respetuoso silencio junto al escritorio del tzadik. “Rabi Zissel, estas palabras contienen un profundo significado: Cada judío siente un deseo instintivo de ayudar a su prójimo judío. Ese deseo nace de la fuente de su alma, que es una parte absoluta de Dios. Así como Dios creó este mundo físico por Su bondad desinteresada, así también cada alma judía desea otorgarles esa bondad a los demás. Esta declaración del Talmud nos enseña que el hombre digno, que les dispensa caridad y bondad a otros, tiene el poder de otorgar su bendición de éxito sobre la tzedaka (caridad) que da, así como al receptor que se beneficiará del regalo. Ahora, déjame pensar si conozco a un hombre así…”.

En ese momento el Baal Shem Tov pensó en Rabi Shabtai Meir, un conocido Baal Tzedaka (filántropo), que vivía en la ciudad de Brod. Rabi Shabtai no sólo daba generosas cantidades de caridad a los necesitados, sino que lo hacía con los más sinceros sentimientos de “Ahavat Israel”, de verdadero amor por su prójimo judío. Y aún más, Rabi Shabtai rezaba fervientemente para que el Todopoderoso continuara bendiciéndole con riqueza sólo para que él pudiera continuar dando generosamente, y para que los receptores de sus donaciones fueran a su vez bendecidos con riqueza y éxito. La corte celestial vio la bondad de Rabi Shabtai y escuchó sus sinceras plegarias, y de hecho concedía todos sus deseos. Con el paso del tiempo, Rabi Shabtai fue bendecido con una riqueza cada vez mayor, y aquellos que se beneficiaron de su bondad también tuvieron éxito.

El Baal Shem Tov le dijo entonces a Rabi Zissel: “Hay una persona que puede ayudarte. Viaja a la ciudad de Brod y busca a Rabi Shabtai Meir. Él tiene el poder de ayudarte. Pídele una donación. El dinero que proviene de su mano es bendecido, y otorga bendiciones a todos los que lo reciben”.

Rabi Zissel le agradeció al Baal Shem Tov y viajó a Brod. Pasó el Shabbat con Rabi Shabtai y cuando el Shabbat terminó, Rabi Zissel le rogó a Rabi Shabtai que le diera una donación, que Rabi Shabtai le dio de buena gana y con una amplia sonrisa. Poco después, Rabi Zissel partió de Brod llevando la donación de Rabi Shabtai.

Pronto, las circunstancias de Reb Zissel comenzaron a mejorar, y nunca más tuvo que depender de la caridad de otros.

Y así fue.

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