¡Basta con el odio!

Es fundamental luchar por aquello en lo que uno cree. No podemos permitir la sodomía. No podemos permitir la perversión.

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David Ben Horin

Posteado en 01.05.23

¿Hasta qué punto ama Dios a la persona judía? La respuesta es muy simple: Él reserva el peor tipo de castigo en este mundo para cualquiera que les cause daño.

Hace poco, una joven que creció en Corea del Norte pronunció un discurso, en el que se refirió a las privaciones en el régimen cerrado. Había poca comida. Había tecnología limitada. No había libertad. La gente se quedaba sin cosas que nosotros damos por sentadas hasta que enfermaban y se morían.

Hablando en Nueva York, se maravilló de que todo el mundo tuviera suficiente para comer y de que no se desatendiera a nadie que se enfermara. La joven se estremeció al pensar que los extremistas políticos podrían echar todo por la borda. Cuando les contó su historia a algunos estudiantes universitarios, estos le dijeron que estaban luchando contra la desigualdad.

Ella se rio. Y entonces dijo algo contundente:

“La desigualdad no es el enemigo. La pobreza es el enemigo”.

La crisis en Israel

Cuando la Knesset israelí vuelva a reunirse para su próxima sesión, terminará el alto el fuego en la guerra por la reforma judicial. La diferencia será que en marzo soalmente un bando tomó el campo de batalla. En mayo, la derecha ha avanzado con manifestaciones propias.

Es fundamental luchar por aquello en lo que uno cree. No podemos permitir la sodomía. No podemos permitir la perversión. No podemos regalar nuestra seguridad a los salvajes de Hezbolá y Hamás que están sedientos de nuestra sangre.

Luchar por un tribunal que represente a todo el pueblo es nuestro derecho como ciudadanos y nuestra obligación como personas de buena conciencia.

Pero. como judíos, tenemos una obligación mayor.

La obligación de no odiar.

Podemos luchar, pero sólo por una reforma judicial. Podemos manifestarnos, pero sólo por un Israel mejor para todos sus ciudadanos.

El fascismo no es el enemigo. El odio es el enemigo.

Tzaraat hoy en día

La doble parasha de Tzaria-Metzoria habla de una persona con una aflicción particular. Su cuerpo comienza a ponerse blanco con erupciones. No se trata de una afección médica. Es una forma de plaga de Hashem.

Es devastadora.

Una vez diagnosticada, la persona sufre el exilio. En vez de vivir en su comunidad local en la nación de Israel, la llevan a un lugar donde nadie puede hablarle.

Es como estar en la cárcel.

La condena continúa hasta que uno se arrepiente de su pecado y mejora su comportamiento para no volver a cometerlo.

Luego está la carga financiera. La persona con tzaraat debe ofrecer sacrificios en el Mishkan con animales que cuestan miles de shekels.

Luego está otro tema que da vergüenza. La persona tiene que afeitarse todo el cuerpo. Un hombre con peot hasta los hombros y barba hasta el pecho es ahora completamente calvo. Al lado de sus amigos que tienen barbas largas y peot bien cuidadas, se siente desnudo.

La barba puede tardar meses en volver a crecer. Recuperar las peot puede llevar aún más tiempo. Durante todo este tiempo, todo el mundo sabe que esa pesona ha cometido un terrible pecado contra Dios.

Su vergüenza dentro de la comunidad permanece con esa persona durante mucho tiempo. Está literalmente escrito en su rostro.

¿Qué pecado puede ser tan malo como para que el castigo sea el exilio, fuertes multas y una prolongada vergüenza?

Ama a tu prójimo como a ti mismo

Es el pecado de lashón hará. El pecado de contar historias sobre tus hermanos y hermanas que les causan vergüenza o pérdida de reputación.

Lashón hará sólo puede cometerse contra un compañero judío. Si cuentas tales historias contra un no judío, es otro pecado – pero no es lashón hará.

A Dios Le repugna tanto que hablemos tan mal de nuestros hermanos y hermanas, que hace pasar al infractor por un infierno en vida.

Todos los días, se nos ordena recordar cómo Miriam fue exiliada de la nación durante siete días por hablar de su hermano. Se nos ordena recordar el pecado de los espías, como hablamos lashón hará acerca de la Tierra de Israel – y fuimos condenados a morir sin siquiera poner un pie en su preciado suelo.

Se nos ordena recordar por qué somos estadounidenses, europeos y rusos, y no nacidos en Israel. Cometimos este pecado incalificable y fuimos exiliados de la Tierra de Israel y del Templo durante casi 2000 años.

La gente de ese época era mucho más justa que nosotros. Ellos escribieron la Guemara. Eran los más grandes Sabios. Conocían la verdad de Hashem y Su Torá a un nivel que nosotros no podemos siquiera concebir.

Al lado de los Saduceos, ellos estaban en lo correcto. Lo sabían. Pero eso no fue lo que sucedió. En lugar de ser “recompensados” por luchar por lo que era “correcto”, fueron castigados porque lo hicieron con odio.

Lucharon con ira contra sus hermanos judíos. Como resultado, incluso aquellos del lado de “lo correcto”, no lo hicieron con un corazón puro – y perdieron.

Y nosotros también.

La gran oportunidad

Hoy nos encontramos en la misma situación por primera vez en 2000 años. Estamos luchando por Hashem y Su Torá, y ellos están luchando por la sodomía y el helenismo.

Debemos hacer frente a esto. Debemos luchar por Dios.

Es la más alta obligación hacerlo por todo Israel.

Luchar por un Israel santo que todos puedan celebrar.

Si, si Hashem quiere, la élite de la alta tecnología se arrepiente y recibe la bendición de Hashem para seguir ganando miles de millones – pero como judíos que recitan el Shemá todos los días – ¡Baruj Hashem!

Si, si Hashem quiere, hombres como Yair Lapid y Avigdor Lieberman quieren convertirse en Mashíaj y traernos de vuelta a Hashem – si son descendientes del Rey David – ¡Baruj Hashem!

De nosotros depende rezar por ellos todos los días. Incluso si ellos no lo hacen. De nosotros depende convencernos muy dentro de nuestro corazón que al luchar por un Israel mejor – también estamos luchando por el Sr. Lapid, el Sr. Lieberman, sus hijos – y todos sus seguidores.

El fascismo no es el enemigo. El odio es el enemigo.

Con la ayuda de Hashem, ganaremos esta guerra y reconstruiremos el Templo.

Amén.

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