Detrás de la Puerta

Iba saliendo de la ciudad vieja de Jerusalén, muy tranquila con mi bebé en su cochecito y en eso se acerca una buena señora y me dice: "Discúlpame, tienes la camisa abierta"…

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Malka Rimon

Posteado en 05.04.21

Iba saliendo de la ciudad vieja de Jerusalén, muy tranquila con mi bebé en su cochecito y en eso se acerca una buena señora y me dice: "Discúlpame, tienes la camisa abierta"…

¿Quién está detrás de la Puerta?

Jueves.

Iba saliendo de la ciudad vieja de Jerusalén, muy tranquila con mi bebé en su cochecito (presten atención: iba saliendo, lo cual significa que ya había cruzado casi toda la ciudad vieja) y en eso se acerca una buena señora y me dice: – Discúlpame, tienes la camisa abierta.

Shock total.

Yo: – ¿Cómo?

Sra.: -Que se te desabrochó la camisa.

Yo me miro la camisa. Miro a la señora. Ella se da cuenta de mi vergüenza-desesperación mientras me re-abrocho los botones y murmuro sin parar: no lo puedo creer… no lo puedo creer… no lo puedo creer… Entonces ella sonríe y dice: le puede pasar a cualquiera.

Sigo camino. Llego al estacionamiento. Mi bebé se había quedado dormido (muy fuera de lo común a esa hora). Me siento en el auto un par de minutos antes de arrancar para dejar que se enfríe un poco y me voy.

Viernes.

Estoy llegando a una fiesta en la ciudad vieja con mi marido. Él detiene el auto en la entrada y esto es lo que ocurre:

Marido: – Mejor bájate acá mientras yo busco estacionamiento.

Yo: -Genial, ¿me bajas el cochecito del bebé que está en el baúl?

M: (Después de haber abierto el baúl): -¡El cochecito no está!

Yo: -¡No puede ser! ¿Lo bajaste ayer?

M: – ¡No! ¡¡¡No me digas que lo perdiste…!!!

Yo: -¡¡¡Cómo se te ocurre que voy a perder un cochecito!!!

En fin, me habría encantado que la misma señora de ayer reapareciera mágicamente y me dijera que esto también le puede pasar a cualquiera… pero no fue así. ¡Lo que si pasó fue que el día anterior, después de que mi auto se enfriara, me olvidé de que el cochecito estaba al lado del baúl, atrás, esperando que lo guardara! ¡¡¡Y me fui!! Y lo peor es que si no fuera por la fiesta del viernes a lo mejor no me daba cuenta hasta quién sabe cuando!

¿Gracioso? Para mí no lo fue. Es más, lloré mucho. Pero se acercaba Shabat, y yo tenía dos opciones: o conectarme con lo negativo de toda esa situación, la vergüenza del jueves, la distracción y la angustia (que me salió carísima) del viernes (y también vergüenza, porque hay que tener cabeza para dejarse el cochecito olvidado…) o tratar de entender qué era lo que me estaban queriendo enseñar.

Uno no puede preguntar por qué le pasan las cosas, pero sí para qué.

Me conecté con eso y esto fue lo que sucedió:

El desengaño

Viernes a la noche, Shabat.

Mi bebé agarra un libro de mi biblioteca. Se lo saco, y lo guardo. Lo saca de nuevo, el mismo libro, y ocurre la misma acción de sacar-guardar un par de veces hasta que decido abrir el libro (que era "Living the Kabbalah" por Simcha ben Yosef), y ahí estaba la respuesta:

Hay un versículo en el Cantar de los Cantares (Shir HaShirim) que dice:

"Su [brazo] izquierdo está bajo mi cabeza mientras que su diestra me abraza" (Shir HaShirim 2:6).

¿Qué significa? Que hay dos maneras en las que nos relacionamos con HaShem, el Creador. La mano derecha que me abraza podríamos entenderlo como esa claridad, la cercanía que sentimos con HaShem cuando todo nos va bien. Ahí es cuando gritamos por los cuatro vientos que amamos a HaShem y que Él está junto a nosotros…

Pero ¿qué pasa cuando las cosas no nos salen así de bien, cuando nos sentimos abatidos, solos, abandonados? Ahí pensamos que HaShem está lejos, porque así nos sentimos. Porque no vemos Su Mano. Pero la verdad es que ahí, precisamente en esos momentos, es cuando HaShem esta increíblemente más cerca de nosotros, ahí es exactamente cuando Él nos está demostrando que cuando más Lo necesitamos, más cerca Él está. ¿Cómo? Con Su brazo izquierdo. Sí. Con aquél que no percibo directamente porque no se ve ("Su [brazo] izquierdo esta bajo mi cabeza"). Ahí es cuando vemos realmente que detrás de cada nisaión, cada prueba, HaShem está más cerca que nunca, cuidándonos, sosteniéndonos, abrazándonos, como sólo un enamorado lo haría con su enamorada.

Así que cuando todo parezca confuso y se sientan abandonados, no se dejen engañar: sean más inteligentes y fíjense que el que realmente está detrás de todo esto, siguiéndonos milímetro a milímetro, conteniéndonos y dándonos fuerzas para seguir adelante es únicamente HaShem.

Y bueno, mirando un poco las cosas en retrospectiva, y como dijeran algunas amigas, lo del cochecito no fue tan grave… ¡Por lo menos no me lo olvidé con el bebé adentro!

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