¡Sólo Hoy!

Nuestro máximo esfuerzo debe ser atesorar cada momento del presente y comprender que lo único que tenemos en el mundo es ahora y hoy...

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Rabino Yaakov Meir Schechter

Posteado en 05.04.21

Nuestro máximo esfuerzo debe ser atesorar cada momento del presente y comprender que lo único que tenemos en el mundo es ahora y hoy…

¡Sólo Hoy!

Nuestro máximo esfuerzo debe ser atesorar cada momento del presente y comprender que lo único que tenemos en el mundo es ahora y hoy. En este mundo, el hombre sólo tiene el día y el momento en el cual se encuentra. Mañana será un mundo completamente distinto (Likutey Moharán I, 272).

El gran Justo, Or HaJaim, escribió que el alma de la persona está dividida en muchas partes diferentes: numerosas chispas repartidas entre todos sus días de vida. Cada una vivifica un determinado día. Después de haberse agotado todas las chispas, la vida de la persona llega a su fin ("Or HaJaim sobre la Torá", Génesis 47:27, en nombre del Ari z"l. Véase también "Arvey Najal", Parashá Veyeji).

Esto significa que cada día el hombre recibe una nueva chispa y según sean sus actos, puede o rectificarla o dañarla. En determinados días del año, como: Shabát (sábado), Yom Tov (Festividades), y los Diez Días de Arrepentimiento, las chispas que recibimos son especialmente refinadas y frágiles. Entonces debemos ser mucho más cuidadosos en la Halajá, las leyes judías. El Shulján Aruj (el código de leyes judías) establece que si comemos cualquier pan durante el año (que debe ser Kasher), durante los Diez Días de Arrepentimiento debemos cuidarnos de comer únicamente "pan judío" (Shulján Aruj, Oraj Jaim, 603:1). Podríamos preguntarnos, si está prohibido comer pan hecho por cualquier hombre durante estos días, ¿por qué está permitido hacerlo durante el resto del año? Y si durante todo el año está permitido, ¿por qué ahora está prohibido? La respuesta radica en la calidad de las chispas de esos días.

Igual como el cuerpo está formado por 613 miembros y nervios, también el alma está dividida en 613 partes. Sus "miembros y nervios" corresponden también a los días del año. Así como el organismo tiene órganos vitales y secundarios, igual los tiene el alma. Los órganos secundarios son chispas que funcionan durante la semana. Estas no se dañan si no observamos alguna ley con toda severidad, o si nos ocupamos de conversaciones mundanas. Sin embargo, las chispas que funcionan en Shabát o Yom Tov son órganos vitales del alma, y debemos tener mucho cuidado de no dañarlos.

La "Keriát Shemá" antes de dormir

Según Rabí Jaim Vital, el gran discípulo del Ari z"l, el recitado del Keriát Shemá (la plegaria que empieza con el versículo "Oye Israel, el Señor es nuestro Di-s, el Señor es uno") antes de dormir, es un momento importante para el examen de conciencia. En este momento decisivo, la chispa del día está a punto de partir, y otra nueva tomará su lugar. No obstante, la chispa saliente aún puede ser rectificada mediante la Teshuvá, el arrepentimiento y confesión de nuestros pecados a Di-s, preparándonos así para recibir la chispa entrante.

El esfuerzo que el hombre haga para recitar el Keriát Shemá antes de dormir con concentración y fe, repercutirá en la manera como la persona devuelve su alma al Creador al final de su vida – en Teshuvá y en creencia en la Unidad absoluta de Di-s (Véase Sha’arei Kedushá 1:1, donde Rabí Jaim Vital compara el sueño con la muerte).

Los Justos vienen "con todos sus días".

Este es el significado profundo de la frase: "Los Tzadikim (Justos) vienen con sus días." Cada día de sus vidas es completo. Sobre el versículo: "Y Sara vivió ciento veintisiete años” (Génesis 23:1), el Ari z"l escribe: Cien, representa la Sefirá de Keter, veinte las Sefirót de Jojmá y Biná, y el siete representa las siete Sefirót inferiores: Jesed, Guevurá, Tiferet, Netzaj, Hod, Yesód y Maljut (Likutey Torá, Parashá "Jayei Sara"). Esto significa que Sara perfeccionó las diez Sefirót – todo el "cuerpo" espiritual. El versículo también dice que Abraham "viniendo con sus días" (Génesis 24:1), es decir, su alma tenía todas las chispas de cada día de su vida.

En el entierro del Rabi "Imrei Emet" de Gur, se escuchó a su hijo, el Rabi "Beit Israel" comentar: "Mi padre tuvo largos días". Cuando alguien observó: "pero sólo vivió sesenta y seis años", el Rabi "Beit Israel" replicó: "No vivió largos años, pero largos días si."

Cada día es totalmente nuevo

Rabi Najman enseñó que cada día es un mundo completamente nuevo (Likutey Moharán I, 272). Cada día utiliza una chispa diferente y, aun cuando el hombre perfeccione la chispa de hoy, todavía tendrá que trabajar sobre la del día siguiente.

Sin embargo, la Mala Inclinación nos roba nuestros días, uno por uno. Nos confunde con preocupaciones del pasado y del futuro, las cuales están totalmente fuera de nuestro control. Un día u otro parece insignificante, pero al final, se perderán todos los días de nuestra vida, con todas sus chispas sagradas.

El presente es lo más Importante

Por lo tanto, Nuestro máximo esfuerzo debe ser atesorar cada momento del presente y comprender que lo único que tenemos en el mundo es ahora y hoy. No hay que ser muy sabio para aferrarnos al presente, únicamente poseer la sinceridad y simpleza de reconocer exactamente lo que tenemos que hacer en ese momento. Por ejemplo, cuando el hombre camina por la calle sabe que no debe dejar que sus ojos miren lo no apropiado. Después de la plegaria sabe que debe responder "Amén", o responder al Kadish con concentración. En la Yeshivá, sabe que debe estudiar Torá otra hora sin interrupción – lo correcto para ese momento determinado.

La toma de conciencia de nuestras responsabilidades también puede salvarnos de desperdiciar nuestra vida en trivialidades. Esta es la única manera de perfeccionarnos. Cuando nos preocupamos por el futuro, adelantamos nuestros días: cuando nos preocupamos por el pasado, nos colocamos detrás de ellos. En ninguno de los casos realmente vamos con nuestros días. Pero, si fijamos toda nuestra atención en el presente, entonces cumplimos el versículo, que dice: "Y Abraham era anciano, viniendo con sus días" (Génesis 24:1).

La riqueza espiritual de cada momento transcurrido

Escuché una historia sobre un gran erudito de la Torá de las pasada generación conocido por su notable asiduidad en sus estudios; leyó todo el Talmúd muchas veces. Al término de uno de ellos, ofreció un banquete especialmente hermoso. Su familia le preguntó: ¿Por qué fue tan especial esta ocasión? ¿No lo habías estudiado completo muchas veces antes? Explicó que esta vez lo apreció más porque lo estudió todo durante su tiempo libre. Siempre llevaba una pequeña Guemará dondequiera que fuese, y estudiaba en esos momentos libres: viajando, comiendo, o esperando en una fila. Este logro lo alegró muchísimo y por ello ofreció un banquete especial. Hay personas tan ocupadas en diferentes asuntos que la única manera que pueden terminar de leer un libro es utilizando esos momentos libres. Sólo se requiere prontitud y entusiasmo.

(Usado con permiso del autor, Extraído del libro "In all my ways" -en inglés-, publicación "Keren Ohr")

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