No Abandonen el Juego
Una vez que vivo una vida espiritual, no voy a discutir ni a pelearme con nadie. Voy a ceder, incluso si tengo razón en lo que digo…
Una vez que vivo una vida espiritual, no voy a discutir ni a pelearme con nadie. Voy a ceder, incluso si tengo razón en lo que digo…
El “muro” de los adolescentes
Los adolescentes nos necesitan, a nosotros, sus padres, para que seamos su “muro de contención”, contra el cual pueden rebotar. Y cualquier clase de muro es preferible a ningún muro en absoluto. Cuando los padres se dan por vencidos, y dejan que su hijo haga lo que se le antoje, porque “es un chico imposible”, ahí es cuando el hijo sí que se vuelve completamente loco.
Nosotros, los padres, tenemos que pararnos bien firmes y ser el muro de contención que rodea al hijo adolescente y al hogar. Tenemos que poner límites, pero tenemos que llevarlos con bondad. Tenemos que tener reglas, pero tenemos que implementarlas sin enojo, sin brutalidad, sin vengarnos de nuestros hijos.
Di-s sabe que la naturaleza humana es querer vengar hasta los más mínimos “abollones” a su orgullo. Es por eso que en la Torá están todos esos pasajes que hablan de “ojo por ojo”, “diente por diente”, etc. Vengarse es algo característicamente humano. ¿Por qué? Porque Di-s nos hizo de esa forma. ¿Por qué? Porque quiere que crezcamos y nos libremos de todos esos rasgos animales y tomemos la verdadera decisión de vivir una vida espiritual.
Una vez que vivo una vida espiritual, no voy a discutir ni a pelearme con nadie. Voy a ceder, incluso si tengo razón en lo que digo. Voy a enviar una señal muy clara de que estoy dispuesto a atravesar toda esa distancia para ser una buena persona.
El Momento de la Muerte
Por circunstancias de la vida, he estado al lado de muchísimas personas durante las horas y los minutos previos a su fallecimiento. Es increíble ver los radicales cambios de personalidad que pueden ocurrir en el enfermo terminal que sabe que está a punto de morir.
Yo diría que esa comprensión fue uno de los más grandes regalos que recibí en la vida, porque la persona que está a punto de fallecer no hace “como que”. De repente tiene una tremenda claridad acerca de lo que es verdaderamente importante en la vida. Y no es el dinero; tampoco son los títulos universitarios; no es el honor ni el prestigio, ni cerrar otro trato de varios millones de dólares. Todo se reduce finalmente a cuánto amor uno recibió, y a cuánto amor les dio a los demás, y a la cualidad de su relación con los demás.
Esta “ecuación relacional” siempre empieza dentro de la propia familia. Tenemos que preguntarnos: ¿Cuánto nos importó de nuestros familiares? ¿Qué tan “dadores” fuimos, si somos sinceros? ¿Cuánto les comunicamos a nuestros seres queridos que estábamos dispuestos a renunciar a todo, si llegaba a surgir la necesidad?
La mayoría del tiempo, Di-s no nos pide que hagamos ese esfuerzo extra por nuestros seres queridos, pero ellos mismos sí son capaces de percibir nuestra sinceridad, o nuestra falta de sinceridad. Los ojos son las ventanas del alma, y nuestra pareja y nuestros hijos saben lo que en verdad sentimos.
Cuando uno siente genuinamente que la otra persona está dispuesta a hacer ese esfuerzo extra por él -no importa cuán grande sea ese esfuerzo-, el conflicto desaparece por completo, y de pronto, uno llega a un compromiso sin ninguna dificultad. Yo he visto cómo en cuestión de segundos ciertas personas dieron vuelta por completo opiniones muy “firmes” acerca de las cuales no habían estado dispuestas a ceder ni un ápice.
Deja que el otro gane
En cada situación “conflictiva”, siempre tiene que haber un “ganador” y un “perdedor”. Sé tú el más grande. Deja que la otra persona “gane” y cuando lo hagas, Hashem te dará de regalo toda una nueva calidad de vida, y vitalidad. Él se encargará del resto y tú obtendrás todas esas bendiciones que tanto estás esperando: buenos hijos, paz conyugal, excelente salud, un abultado sustento, y todo lo que se te ocurra.
Hashem nos envía estos desafíos, y en especial estos desafíos en lo referente a las relaciones interpersonales, porque Él no quiere repartir todos esos beneficios gratis. No puedes comparar esa sensación que uno tiene cuando se gana las cosas en comparación con cuando uno recibe esas mismas cosas en bandeja. Qué sensación maravillosa es cuando sentimos que nos hemos ganado esos buenos sentimientos, ese buen matrimonio, esos buenos hijos…
Quédate en el juego
Pero estas recompensas no llegan fácilmente. Tenemos que quedarnos en el juego y no abandonarlo, ni rebelarnos contra Hashem y contra la dirección en la cual Él está haciendo que se encamine nuestra vida.
Si logramos hacer esto, entonces acabaremos siendo una persona calma, en control, con fuerza, que no sufre en absoluto de ansiedad, y que posee una gran auto-estima y una inmensa dosis de alegría. Además, hay que saber que estas personas viven una vida mucho más larga, más feliz y dejan un impacto mucho más grande y más positivo en el mundo que las rodea.
Una vez que llegues a ese lugar, podrás hacer tu propia y única contribución al mundo, que es para lo que Di-s te trajo al mundo, y que ninguna otra persona es capaz de hacer.
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