Una Evangelista Llega a Casa

Nací en el año 1970 en la familia de una pareja de escoceses sin historia. Mi padre era un pastor ordenado y yo quería ser judía.

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Tikvah Motley

Posteado en 05.04.21

Nací en el año 1970 en la familia de una pareja de escoceses sin historia. Mi padre era un pastor ordenado y yo habría de pasar mi infancia como un total enigma para mis padres. Yo quería ser judía.

Nací en el año 1970 en la familia de una pareja de escoceses sin historia. Mi padre era un pastor ordenado y yo habría de pasar mi infancia como un total enigma para mis padres. Yo quería ser judía.

Mi recuerdo más temprano de tal comportamiento se remonta a la edad de cinco años, cuando me negué a entrar al Santo de Santos y tocar una réplica del Arón Kodesh de un museo. A la edad de siete años, empecé a tener un sueño recurrente en el que me veía parada en el Kotel, el Muro de los Lamentos, donde un hombre con barba me sonreía. Yo rezaba todas las noches que pudiera acercar por lo menos a un solo judío a sus raíces, al Todopoderoso. Mi familia veía mi comportamiento como una forma de compasión excéntrica, pero a medida que fui creciendo, hubo quienes sugirieron que tal vez mi “llamado” era evangelizar al pueblo judío.

   En 1996 me enteré de una grabación israelí de unas canciones tradicionales. Yo quería desesperadamente escuchar el idioma hebreo. El día que llegó el cassette, lo primero que oí fue el momento en el que los israelíes recuperaron el Monte del Templo el 7 de junio de 1967. Recuerdo que derramé lágrimas de dicha cuando escuché el sonido del shofar después de dos mil años de exilio.

La banda siguiente me cautivó tanto que la escuché una y otra vez hasta que me la aprendí de memoria. Era una plegaria personal al Dios que yo todavía no había descubierto. Recién muchos años más tarde me iba a enterar de que lo que yo estaba recitando en forma repetida era el Shemá Israel.

En 1998 sentí que ya no podía soportar estar presente en los servicios de la iglesia. La última vez que asistí, sentí que me estaba sofocando. Nunca más volví. Había algo que andaba muy pero muy mal.

Me compré una computadora y con el tiempo encontré el periódico Jerusalem Post por Internet. Empecé a escribir cartas en defensa de Israel y me empezaron a llegar en tropel mensajes de judíos de todo el mundo. Ahí fue cuando me embarqué en mi misión de aprender por qué los judíos rechazaban el cristianismo. Hubo un hombre que estuvo dispuesto a responder a mis interrogantes. ¡En un instante, toda una vida de teología se vino abajo como un castillo de naipes!

Estudié en secreto durante meses. Leí cada libro que podía conseguir y aprendí sola el idioma hebreo. Me compré un Sidur y empecé a rezar. Mi sed de Torá se fue volviendo cada vez más insaciable.

En el año 2002 encendí por primera vez las velas de Shabat. Me parecía algo completamente natural y familiar. En ese momento sentí que me inundaba una ola de alegría como nunca antes había sentido. Era como descubrir algo que ya tenía desde hacía mucho dentro de mí.

Después de la masacre de Pesaj en la ciudad de Netania, quise unirme al destino del pueblo judío. El rabino aceptó reunirse conmigo. Antes de irme, me llegó un mail del Rabino Singer, a quien ya conocía, diciéndome que yo no tenía la culpa de haber sido criada en otra religión y me ofreció su ayuda. Y como al pasar, escribió: “Probablemente, eres judía”. No podía haber sido en un momento mejor.

En la sinagoga ortodoxa, me ahogué en mis propias palabras. Me salían lágrimas de los ojos. Le mostré al rabino el e-mail que había recibido. Yo sabía que estaba dispuesta a renunciar a todo lo que había conocido en pos de una vida de Torá. Él me tranquilizó y aceptó ayudarme a estudiar para la conversión, al tiempo que me recordó que iba a tener una vida muy restrictiva y que tenía que pensarlo muy bien antes de embarcarme en esto. Sin embargo, con el paso de los meses, a medida que me iba volviendo cada vez más observante, sentí que era más libre que nunca.

Cuando mi familia se enteró de lo que estaba haciendo, me rogaron que cambiara de opinión; me dijeron que estaba condenando a mis hijos y me advirtieron que hasta podía ser muerta por el “anticristo”. Me encontré a mí misma sumida en un torbellino de debates y discusiones. La vida se transformó en un ejercicio de obstinada determinación.

Durante una conversación muy intensa, mi madre de pronto exclamó: “¡Yo ya me temía que me iba a pasar esto, y es por mi propia culpa!”. Finalmente me enteré de la verdad. En 1985, mi mamá había descubierto la verdadera historia de su familia. Mis antepasados sefaradíes habían emigrado desde Amsterdam hasta el estado de Carolina. Al igual que muchos judíos del sur, ellos habían huido rumbo a Kentucky durante la Guerra Civil. Mis madres ancestrales jamás adoptaron el cristianismo, pero a través de los matrimonios mixtos, se apartaron de sus raíces.

Mi abuela tenía 28 años cuando sufrió un ataque de tuberculosis. Su marido había muerto, junto con cuatro hijos. Habiendo sido víctima de una agresiva proselitización por parte de los pastores cristianos, y habiéndosele dicho que jamás volvería a ver a sus hijos perdidos si no se convertía al cristianismo, mi abuela fue bautizada una semana antes de su muerte. Mi madre tenía cuatro años y fue enviada a un hogar cristiano, donde se le enseñó a pensar que nuestra tragedia era la forma de Dios de “salvar nuestras almas”.

Ahora empezó a tener sentido todo lo que había sentido de niña. Mi “compasión excéntrica”  ya no era más algo inexplicable, sino el grito interno de un alma judía secuestrada.

En el año 2003, decidí someterme a la conversión para quitar todo vestigio de dudas. Me sumergí en una Mikve y aceptó el yugo de los Preceptos. Sentí que había llegado a casa. La confusión de identidad con la que había vivido se evaporó. Mi niñez pasó por mi mente en flashes como si fuera una presentación de diapositivas y ahora comprendí. HaShem me había conferido mi sincera plegaria de salvar “un solo judío”: ¡yo!
 

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1. Beatriz ortiz llopiz

6/04/2020

Amo de una manera inexplicable las raices hebreas y por consiguiente al pueblo judio…mis hermanos, me parece que siempre he estado ahí!!!

2. Angeles

8/26/2019

Cuando adolescente leí sobre santos y no creí así los alejé de mi vida siendo educada en una familia Católica seguí pero con rebeldía y sini estar de acuerdo pasaron los años me casé por supuesto con un católico seguí rebelde algo no estaba bien no podía ser y la cuando sola sin HaShem a mi lado hice rebelde a mi familia en casa no había a imágenes y por lo tanto se me juzgaba sobreponía mi orgullo diciendo cómo voy a creer en esos muñecos de adorno y empecé a buscar equivocando me, Cristiános, adventistas, mormones etc. Y no encontré, leí varias veces la biblia que se me indicó en el catolicismo empezar por el nuevo testamento pero como era testaruda decís porque si primero es lo primero el Génesis y siempre la leí por el principio Bendito HaShem que me guió aún sin tener el conocimiento siempre me tomo de la mano entonces le pedí un lugar donde me reuniera en sábado para adorarlo y lo envío solo que con cristianos el pastor una persona preparada con un doctorado en genética era elocuente y por supuesto preparado el lis evangelios, me dije Padre amado me mandaste el sábado lo voy a dedicar a ti y empezar a guardar sábado inconforme por muchas cosas empecé a perder ánimo en asistir pero nunca en leer el pentateuco de mi biblia y leía no tendrás otros Dioses porque soy un Dios celoso soy uno y fuera de él no hay nada y así lo creí siempre me tuve que retirar de ese grupo porque no podía mentir y hablar de un Dios que crearon por eso leiad el nuevo testamento para cuando Iván al antiguo creian que ya lo sabían y que su Dios era El padre ya no pude más y me quedé con lo que HaShem ma había mandado hace unos cinco años encontré al rabino Yonatan y al rabino Shalom Arush y ellos hablaban de lo que yo tenía en el corazón ya no me sentí sola Mi pare celestial me había encontrado y yo feliz ahora me siento completa he difundido estas enseñanzas a mis hijos y esposo una de mis hijas y uno de mis hijos ya están en lo verdadero ya creen que todo viene de Dios, todo es para mí bien y algo quiere El Señor de mi, me gustaría que el pastor encontrará el verdadero camino HaShen ya lo encontró pero se rehúsa su jefa en el trabajo es judía el la quiere convertir y no se ha dado cuenta que HaShem ya lo encontró clamó a HaShem para que lo rescate ahora a mis 62 años me siento renovada para HaShem quiero siempre servirlo aunque no tengo un lugar para reunirme con quién crea solo en El y espero encontrar, mientras no dejo mi aprendizaje y el Señor no me deja cada momento está conmigo en mis aciertos y fallas me da la mano y como toda mi vida he dicho Ami Dios me ama me ha cuidado y no me ha dejado sola soy una profesora pensionados que estuve rodeada de hombres y HaShem es tan grande que no permitió decepcionar a mi familia y ai misma Lo Ami El siempre está por mi protección aún cuando no lo conocía pero me escucha me da me cuida , Gracias Ashem por ser mi padre.

3. Mario Nuñez

2/22/2018

Gracias por la enseñanza.

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