¿Por qué las Tres Semanas?

Nuestra propia generación se enfrenta a montones de problemas: a una masiva presión internacional, terribles problemas conyugales, enfermedades, accidentes de tránsito,atentados...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Nuestra propia generación se enfrenta a montones de problemas: a una masiva presión internacional, terribles problemas conyugales, enfermedades, accidentes de tránsito,atentados…

Nos encontramos en el período denominado “Bein HaMetzarim”, que son las Tres Semanas de Calamidad que comenzaron el 17 de Tamuz y culminarán en Tishá BeAv, que es la la infame fecha en que fueron destruidos el Primer y el Segundo Templo, los judíos fueron expulsados de España, y ocurrieron otras tantas catástrofes nacionales, hasta llegar al reciente exilio de nuestros hermanos de Gush Katif, hace ya varios años, acá en la Tierra de Israel.

Hasta el día de hoy seguimos sufriendo como nación. ¿Por qué? HaShem dijo que los judíos serían castigados por toda la posteridad por haber llorado y por haberse quejado tras el Pecado de los Espías. Pero yo pregunto: ¿acaso esto a ustedes les parece algo justo? ¿Por una sola noche de llanto tenemos que ser castigados por toda la posteridad? Veamos lo que ocurrió…

Nuestros antepasados que salieron de Egipto se quejaron y lloriquearon en varias ocasiones. Pero la queja que colmó el vaso fue el llanto infundado que lloró el Pueblo de Israel al oír las palabras de los espías. Estos difamaron a la Tierra de Israel en el Libro de Números (Parashat Shelaj Leja). “Entonces el Santo Bendito Sea dijo: Han llorado sin causa. ¡Ahora les daré un motivo para llorar por todas las generaciones!”. El llanto innecesario desencadenó un castigo devastador: miles de años de terrible exilio, lleno de sufrimiento y de dificultades.

Este castigo que decretó el Creador a los judíos a causa del pecado de los espías es indescriptible. ¿Acaso el Pueblo de Israel a lo largo de las generaciones realmente se merece semejante castigo por el simple hecho de haber llorado porque sí una sola noche? ¿La destrucción de los dos Templos y la subsiguiente tortura indescriptible y las muertes de millones de judíos que acosaron a los judíos a lo largo de este prolongado y arduo exilio? ¿La Inquisición Española? ¿Las otras tragedias que nos acosaron como pueblo, incluyendo los pogroms en Ucrania y el Holocausto? ¿Esa es la Justicia Divina?

Nuestra propia generación se enfrenta a montones de problemas: a una masiva presión internacional  que amenaza a nuestra Tierra, terribles problemas conyugales, enfermedades, accidentes de tránsito, atentados terroristas, tremendos problemas económicos, entre otros, que Dios se ampare de nosotros… Esto no es más que la punta del iceberg de todas las tribulaciones de esta generación. ¿Acaso todo esto es consecuencia de que el Pueblo de Israel lloró sin causa esa sola vez? ¿Acaso eso fue tan terrible? Al fin y al cabo, ¿qué fue lo que hicieron? No cometieron pecados lujuriosos ni adoraron ídolos. Lo único que hicieron fue llorar. ¿Acaso tienen que sufrir tal reprimenda una generación tras otra? ¡No hay ningún pecado en la Torá que invoque un castigo tan amargo!

La respuesta es increíblemente simple: HaShem desprecia la ingratitud más que cualquier otro pecado. Y tampoco soporta la autocompasión. HaShem es absolutamente consciente de que las personas tienen Mala Inclinación y que son presa fácil de los deseos. Pero por más terribles que son estos pecados, no se aproximan siquiera a la falta de la ingratitud. Veamos todas las bondades que hace HaShem con la persona: le da vida, le provee una abundancia de bondad, la eleva por encima del lodo de la promiscuidad y los deseos corporales.

HaShem libera a la persona de la esclavitud del cuerpo y del espíritu. HaShem opera en forma personalizada cada uno de nuestros órganos. HaShem nos da de comer cada comida… Y después de todos los años que Dios nos salvó y nos proveyó y nos dio vida, ¿la persona sigue llorando? ¿Llorando lágrimas sin base ni fundamento? Entonces HaShem nos enseña que las quejas y el llanto infundado son las peores formas de comportamiento que puedan existir. De allí que el castigo por el llanto infundado sea el más grande de todos.

La principal razón por la que el castigo de haber llorado gratuitamente en el desierto continúa hasta el día de hoy es porque nosotros seguimos llorando y quejándonos, hasta el día de hoy. Continuamos llorando y quejándonos de que no todo va de acuerdo con nuestros deseos.

El exilio de hoy en día no se debe al enojo de HaShem hace miles de años en el desierto, sino a que el Creador desea que rectifiquemos de una vez por todas esta falta y arranquemos de raíz la ingratitud de nuestro medio. Mientras no corrijamos este defecto, continuará el exilio con todas sus tribulaciones. En otras palabras, no se nos castiga por las lágrimas que derramamos en el pasado, sino por el hecho de que hasta el día de hoy continuamos lloriqueando. Ahora entendemos las palabras de HaShem cuando dijo: “Yo les daré motivo para llorar durante generaciones enteras”, que significa que mientras el Pueblo de Israel llore, se continuaran invocando dinim, estrictos juicios, así como se evocaron dinim en el desierto. Por eso, en el momento en que los judíos den por tierra con esta terrible falta, la redención llegará de inmediato.

¿Y por qué la ingratitud, el llanto infundado y el hecho de no decir “gracias” son los pecados más grandes?

Incluso sin la Torá y sin sus preceptos, la decencia humana normal exige que uno aprecie lo que los otros hacen por él y exprese su gratitud. Cada persona, sin excepción, debe ser un ser humano decente y justo. Parafraseando a nuestros Sabios, la decencia básica es un prerrequisito para la Torá.

Cuando los demás hacen caso omiso de los favores y las bondades que les hacemos, nos sentimos heridos. De hecho, no hay nada que nos frustre más que la ingratitud. Enseña Rabí Akiva: “No le hagas a tu prójimo aquello que a ti no te gusta que te hagan”.  La pregunta es ¿cómo podemos corregir esta falta?

No hay que perder la esperanza. Podemos corregir este pecado. Todos tenemos el deber moral de demostrar gratitud. Y muy pronto tendremos la herramienta por excelencia para aprender a hacerlo: En el Jardín de la Gratitud, ¡de próxima aparición en español!

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