Buscando a Dios en Cada Cosa

Tenemos que repetirnos una y otra vez que Dios nos ama y que quiere tener con nosotros una relación continua, total y de jornada completa.

Si llenamos la mente con Torá y con devoción a Dios y tratamos de programar la mente con pensamientos positivos, y purificamos la mente lo más que podemos cuidándonos con aquello que miramos, oímos y decimos, entonces nuestro conocimiento de Dios va a empezar a filtrarse en dirección al corazón, purificando nuestras emociones y también nuestros actos.

Cada vez más vamos a querer hacer buenas acciones y cumplir Sus preceptos, que es la principal fuerza de energía que tiene la persona. Y a medida que aumente el nivel de nuestro conocimiento de Dios, entonces va a ocurrir que vamos a querer perseguir a la gente y hablarles de Dios. Es algo tan bello percibir a Dios en todo; es algo tan fuerte y tan inspirador que vamos a querer que todos puedan recibir también ese regalo. Querremos que todos vivan la vida sirviendo a Dios y hablando con Él a diario.

Esta es una lección tan pero tan importante que vale la pena que la repitamos una y otra vez: cuanto más nos cuidemos de lo que miramos y de lo que escuchamos y de lo que decimos, más se purificará nuestro corazón y más podremos percibir a Dios en cada aspecto de la vida y más querremos realizar buenas acciones. Y en especial vamos a querer ayudar a los demás a que ellos también desarrollen una relación mucho más cercana y más profunda con el Todopoderoso.
 
Pero hay también otro beneficio más que surge del hecho de conectarnos más profundamente con Dios, y es que cuando hablamos con los demás de la emuná, también estamos fortaleciendo nuestro propio conocimiento del tema. Es por eso que acá en Breslev Israel, según el pedido expreso del Rabino Arush, ponemos especial énfasis en la difusión de libros y CDs de Emuná. Eso es precisamente lo que ocurre con todo el equipo de Breslev.co.il, cada uno de cuyos miembros es lo mejor de lo mejor en su campo, y son los más capos en lo que hacen, pero que en vez de estar firmando convenios por millones de dólares o de estar llevando a cabo la venta del siglo, o administrando empresas de varios millones de dólares, han decidido aunar esfuerzos para difundir la emuná en el mundo entero. Y en el proceso están aumentando su conocimiento de Dios  y alcanzando niveles cada vez más elevados de espiritualidad.

No olvidemos que cuando la persona se va de este mundo, lo único que se lleva consigo es ese nivel de percepción y entendimiento de Dios que logró alcanzar en sus años de vida. Una vez el Rabi Najman explicó que la razón por la cual hay tanta gente que está alejada de Dios es porque carecen de claridad mental. Y si él se expresó en esos términos respecto a su propia generación, más de 200 años atrás, ¿qué podemos decir nosotros de la generación actual?

Nosotros tenemos la cabeza repleta de pavadas. Pensemos solamente en todo lo que miramos en los iPhones o en el Internet; pensemos en todos los avisos y el marketing y las películas y la música a todo volumen y toda la sobrecarga sensorial que caracteriza la vida moderna del siglo 21. Hoy en día ¿a quién le queda lugar en la cabeza para centrarse en lo que es verdaderamente importante?

Con todas las distracciones de la vida moderna, ¿cómo puede el individuo encontrar el tiempo y el interés para estudiar Torá y disfrutar de lo que estudia? ¿O para servir a Dios con dicha, sin desviar un ojo al reloj o a la cuenta bancaria? ¿O para percibir la Mano Divina en cada faceta de su vida, incluso en las partes más tristes y más traumáticas? No es fácil, pero existe la forma, y es la forma que acabamos de aprender. Tenemos que hacer el esfuerzo de ver lo positivo en cada pensamiento, en cada sentimiento y en cada experiencia que tenemos en la vida y tenemos que hablar con Dios a cada oportunidad que se nos presenta, haciendo que Él sea una realidad para nosotros. Tenemos que repetirnos una y otra vez que Dios nos ama y que quiere tener con nosotros una relación continua, total y de jornada completa. Tenemos que hacer que nuestra percepción de Dios y nuestro entendimiento de Él sean parte de nosotros mismos.

Para algunos de nosotros, eso implica ir al campo y hablar con Él una hora por día, todos los días. Pero incluso si no podemos hacer eso, igualmente podemos concentrarnos en encontrar todas las oportunidades posibles para hablar con Él a lo largo del día, como por ejemplo, cuando estamos haciendo cola en el banco, o cuando estamos por irnos a dormir, debajo de la frazada. ¡Si eso fue lo que hizo el Rey David, entonces nosotros ciertamente también podemos hacerlo!