Avinu Malkenu

Amar a Dios sin nada de temor puede hacer que uno descuide sus estudios de Torá y su cumplimiento de los preceptos. Por el otro lado, un temor que no está balanceado con amor puede causar una falta d

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Orit Esther Riter

Posteado en 01.10.24

En las Altas Festividades, recitamos en las plegarias la frase “Avinu Malkenu”, que significa “nuestro Padre, nuestro Rey”. Avinu Malkenu representa el pacto entre el pueblo judío y Dios. La referencia a Dios como Avinu, nuestro Padre, enfatiza la cercanía y la compasión de un padre para con sus hijos. Así, Dios es nuestro Padre y necesitamos Su guía. Pero al mismo tiempo debemos recordar que estamos en presencia del Rey de Reyes y que debemos servirlo con temor y reverencia.

Avinu es el término que representa el amor de Hashem, el padre ercano, cariñoso, compasivo y protector  que nos perdona porque nos ama. Malkenu es el soberano distante, estricto y severo que administra justicia. Nuestra relación con Dios debería ser tanto de amor como de temor. Amar a Dios sin nada de temor puede hacer que uno descuide sus estudios de Torá y su cumplimiento de los preceptos. Por el otro lado, un temor que no está  balanceado con amor puede causar una falta de alegría y dejarnos como robots que sirven a Dios como autómatas.

Al referirnos a Dios llamándolo Avinu Malkenu, estamos recordando que el Creador nos ama y que todo lo que hace es para nuestro propio bien y que Él es el único que tiene poder para salvarnos. Él puede anular los malos decretos y tiene acceso a recursos ilimitados para ayudarnos. Este título representa el aspecto de reverencia de nuestra relación con Él.

En Rosh Hashaná, el Año Nuevo Judío, Dios se sienta con los libros de juicio abiertos delante de Él. Esto nos recuerda que somos sirvientes de la corte del Rey. En este mundo actuamos con esta aparente distancia y nuestro cuerpo crea una barrera que reviste el alma y nos hace sentir como un siervo que sirve a su amo.

Así nos acercamos a Dios y nos motivamos a hacer teshuvá (remordimiento), por temor y reverencia.  Nos damos cuenta de que Dios es el Rey supremo, que controla la vida y la muerte. Y nosotros somos completamente dependientes de Él y necesitamos arrepentirnos, porque Él es el que dirige el mundo.

Si bien tenemos que conectarnos con Dios a través del amor y también del temor, en estos días de la llegada del Mashíaj, nuestros Sabios nos enseñan que es más importante centrarnos en el aspecto del amor de nuestra relación con Él. El sagrado Baal ShemTov trajo al mundo este sendero de acercarnos y aferrarnos a Dios al cumplir con los preceptos con alegría y entusiasmo. El Baal Shem Tov solía decir: “Si las lágrimas abren las puertas del Cielo, entonces la alegría directamente las derriba!”. El camino del jasidismo es hacer todo con alegría.

Incluso podemos hacer teshuvá con alegría. Tal vez esto parezca difícil de aceptar, ya que hacer teshuvá suele asociarse con la autocrítica y la aflicción. Sin embargo, al percibir la imagen más completa, el proceso de arrepentimiento puede envolvernos de alegría, porque nos posibilita ver hacia dónde nos estamos dirigiendo y de qué manera podemos crear una relación más significativa con nuestro Creador. No existe felicidad más grande que el perdón que resulta de la expiación de los pecados.

La separación produce tristeza. Sin embargo, la Torá enseña que “a cada instante Dios renueva el mundo”. Esta es una idea muy revitalizadora: porque no importa lo que haya sucedido en el pasado, la reunión que tiene lugar a través del arrepentimiento nos repara la vida. El acto del arrepentimiento nos reúne con nuestro verdadero propósito en la vida: reconocer nuestra chispa Divina. Nos realínea con el ritmo de vida y renueva nuestras fuerzas. Además, de esa manera fortalecemos nuestro amor y nuestro apego a Dios. Nuestro corazón se vacía de todas las pesadas transgresiones y entonces nos queda lugar para los sentimientos de afecto y cercanía.

Nuestro viaje por la vida comprende movimientos repetidos de separación y retorno – de una existencia fragmentada y rota a un anhelo de Unión y bienestar. Al orar con los dos términos  -Avinu y Malkenu-  básicamente estamos dirigiendo nuestras plegarias a través de dos canales diferentes, recordándonos a nosotros mismos que hay tanto una necesidad de respeto como de amor  en nuestra relación con nosotros mismos, y con los demás, y con Dios. Y también nos recuerda que el mismo Dios Que nos castiga es el mismo que nos ama. Esta realidad multiabarcadora nos ofrece la oportunidad de volver a empezar desde cero cada día, y de corregir todo aquello que haga falta en nosotros mismos, en nuestras relaciones y en nuestras vidas.

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1. PAULIN NIKOLLI

10/02/2024

GRACIAS RAB RITER POR LA ENSENASA

2. Reyes

11/10/2020

¡Hermosísima frase!, cuando sabemos su significado permite que al pronunciarla tengamos presente en nuestras oraciones el Amor y Temor hacia El Rey del Universo, Nuestro Dios, Bendito sea

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