La magia del Shabat

Era un mundo oscuro y loco. Había subido al poder el régimen Nazi y estaban yendo de una ciudad a otra acorralando a los judíos y enviándolos a los campos de concentración. Una vez, cuando llegaron a una ciudad, los nazis separaron a las adolescentes de sus padres: “¡Ayúdame mamá!” gritó una niña. “Sé fuerte mi amor”, le respondió la madre, llorando. Las niñas fueron apelotonadas en una camioneta, que viajó durante tres días y tres noches hasta que las niñas, llenas de hambre y de miedo, pudieron por fin salir.

Las hicieron alinear frente a un edificio muy grande y entonces el oficial de las S.S. se puso de pie y anunció: “Achtung!” Ustedes están con suerte. El Fuhrer ha decidido salvarles la vida. Si trabajan duro siete días a la semana haciendo uniformes militares en esta fábrica textil, ¡se van a salvar la vida!”.

Las jóvenes quedaron muy aliviadas tras este anuncio. Todas, excepto una, quien valientemente dio un paso al frente y pidió permiso para hablar. El oficial de las S.S. miró a la joven con los ojos llenos de odio pero la dejó hablar. “Aprecio esta oportunidad”, dijo ella con voz muy suave, “pero yo no puedo trabajar siete días a la semana porque no puedo trabajar en Shabat. Estoy dispuesta a compensar el trabajo durante los otros días de la semana, pero no voy a trabajar en Shabat”.

“¡Qué insolencia!” exclamó el oficial. “El Fuhrer te ha dado la oportunidad de vivir y tú tienes la osadía de negociar?”. La joven respondió con un poco más de confianza: “Realmente aprecio mucho que se nos haya dado esta oportunidad, señor, pero simplemente no puedo trabajar en Shabat”.

Finalmente, el rostro del Nazi se ablandó un poquito y dijo: “¡Escuchan todas muy bien! Esta valiente joven ha defendido aquello en lo que cree incluso a riesgo de su propia vida. Por lo tanto, ella va a tener el Shabat libre pero el resto de ustedes va a trabajar los siete días de la semana”.

Aquella joven sobrevivió la guerra y cuando llegó el momento de casarse, tuvo el mérito de casarse con nada más ni nada menos que uno de los rabinos más conocidos del mundo entero, Rabí Yehuda Leib Shteinmann shelita!

Esta conmovedora historia fue relatada en una conferencia dada por Rabi David Ozeri llamada “Shabat la Fuente de todas las bendiciones”, grabada el 3-8-10 en New Jersey.

El Shabat es la mitzvá mencionada más veces en la Torá. Nuestros Sabios de bendita memoria enseñaron que todas las transgresiones se perdonan si uno observa el Shabat de la forma debida. Cualquier tema que estudiemos en Shabat o cualquier Salmo que recitemos en Shabat equivale a 500 veces más que ese mismo estudio o Salmo dicho durante el resto de la semana.

Nuestros Rabinos de bendita memoria mencionan muchas analogías entre los preparativos para Shabat y los preparativos del Sumo Sacerdote en Yom Kipur antes de la plegaria de Neila, cuando entraba al Santo de Santos. El Sumo Sacerdote se sumergía en una mikve (baño ritual), se cambiaba la ropa y se preparaba toda la semana anterior,  haciendo teshuvá (arrepentimiento), en espera de este sagrado momento de unificación entre el Sumo Sacerdote que representa al Pueblo Judío y Hashem.

Cuando aceptamos el Shabat cada semana, estamos haciendo lo mismo. Cada hombre judío y cada mujer judía están a punto de ingresar al Santo de Santos y pasar 26 horas de cercanía junto al Creador. Nos limpiamos, vamos a la mikve, limpiamos la casa y preparamos comida en anticipación del Shabat.

Gracias Hashem por esta mitzvá tan bella y tan única. Porque más de lo que el Pueblo Judío cuida el Shabat, el Shabat cuida al Pueblo Judío.