Millones de piedras preciosas

La oportunidad de profundizar nuestra relación con Dios, está a nuestro alcance a cada momento.

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Netaniel Proskiw

Posteado en 04.04.21

Este mundo es la creación más increíble! Es un tesoro de riqueza eterna. Antes de que podamos usar ese mundo, debemos curarnos con una medicina que es el entendimiento del valor de la vida y la verdad de la realidad. Esta comprensión debe grabarse en nuestra mente y en nuestros ojos, a fin de liberar nuestra visión externa e interna de la ilusión de la ideología moderna y la máscara de lo físico.

 

La Torá y los preceptos son esos tesoros intrínsecos. Son los únicos bienes permanentes que tenemos la capacidad de adquirir en este mundo. A diferencia de la riqueza material, ellos permanecen con la persona para siempre. Esta moderna corriente eterna puede adquirirse por medio de las tres principales facetas humanas que son la acción, el habla y el pensamiento.

 

Rabí Simja Zisel Broide de bendita memoria, director de la Yeshiva Jebron en Jerusalén durante la generación anterior, explica que vale la pena sufrir 120 años de agravación por la recompensa que uno obtiene al decir baruj hu ubaruj shemo una sola vez y que el valor de una amén dicho después de oír una bendición es mil veces más grande que la bendición misma. Luego dice que el valor de decir amen iehe shema raba durante el Kadish es mil veces más grande que decir amén. Y para terminar, enseña que decir una palabra de Torá es mil veces más valioso que responder amen iehe shema raba.

 

Ejemplos de preceptos que tenemos a nuestra disposición: creer y saber que existe un Dios Único, creer que no existen otros dioses, amar a Dios, temer a Dios. Etc. Todos estos son tesoros que se adquieren en un segundo, cuando uno piensa en esto.

 

Miles de palabras de Torá están a nuestra inmediata disposición. Miles de pasos que damos usando tzitzit a cada instante del día; cientos de bendiciones y de améns, etc.

 

Esto no es más que una mera fracción del tremendo tesoro que tenemos a nuestra disposición. La oportunidad de profundizar nuestra relación con Dios, y que es la que va a determinar el grado de felicidad y goce de nuestra existencia eterna, está a nuestro alcance a cada momento. Solamente tenemos que abrir los ojos y movernos. Uno tiene que invertir con mucho cuidado en este mundo con el valioso tiempo que Dios le da con tanta generosidad a fin de generar una cuenta bancaria eterna que sea lo más grande posible, de acuerdo con la capacidad y el potencial de cada uno.

 

La más grande bondad que uno puede hacer por el otro es darle de regalo una mitzvá. La mitzvá de tzedaká, caridad, está restringida para los pobres en términos materiales, pero la mitzvá de benevolencia es ilimitada. Decir una bendición en voz alta para que el otro pueda responder Amén, acercar a los demás a la Torá, alentar a alguien a que use tzitzit y tefilín son todos ejemplos de lo que podemos ofrecerles a nuestros hermanos y hermanas espirituales. Tenemos que ser creativos. Cuando le damos al otro una mitzvá estamos literalmente cambiándole el aspecto que va a tener su eternidad. Le estamos dando riquezas que la van a durar por siempre y a nosotros no nos cuesta nada. Por el contrario: eso nos da un mérito que  nos beneficiará eternamente.

 

Asegurémonos de plantar las semillas de nuestra propia eternidad. Siempre debemos recordar el valor de un momento de vida para poder acercarnos más a nuestro destino individual y para acelerar la llegada del Mashíaj, el Templo Sagrado y el mundo de verdad y perfección. Amén!

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