Mensajes tóxicos – Reé

“Si tu hermano, el hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o la mujer que amas o tu amigo que es como tu propia alma te tentara en secreto diciéndote: ‘Vayamos a adorar los dioses de todos’ – que no sabías, ni tú ni tus antepasados, de los dioses de los pueblos que están en torno a ti, aquellos cercanos a ti o aquellos lejanos a ti… no accederás ni le obedecerás” (Deuteronomio 13:7-9)

Sabemos que la Torá es universal y que sus mensajes son eternos. Todo en la Torá tiene un mensaje para la posteridad. Teniendo en mente eso, mucho tiempo tuve dificultad para entender el pasaje citado. Es verdad que nuestra generación tiene problemas. La violencia reina en el mundo. La decadencia moral no tiene precedentes. Eso no es nada nuevo. Pero quién oyó hablar alguna vez de un amigo, padre, esposo o hermano que practicara la idolatría? Tal vez yo sea ingenuo, pero no conozco a nadie que adore estatuas de madera y piedra, excepto las pocas almas perdidas que están buscando algo en las montañas de India o Nepal. Hasta que…

Hace dos años, en uno de mis viajes a los EEUU, me encontré con un querido amigo en Brooklyn, , que es uno de los mejores educadores en el mundo de la Torá, y en mi opinión, uno de los mejores oradores. En esa oportunidad conversamos acerca de un problema que los dos nos tomamos muy a pecho: todos los jóvenes de familias observantes que se alejan del camino de la Torá. Cuánto nos esforzamos por acercar a la gente que está lejos y que no sabe nada de judaísmo pero por cada persona que se acerca hay un joven que nació aquí dentro y que ahora se ha alejado. Es como una bolsa de papas con un agujero – cada vez que ponemos una papa en la bolsa, se cae una papa afuera…

Rabí Wallerstein me contó de una estadística muy alarmante. Me dijo que más del 15 % de las adolescentes religiosas de la zona de New York se envían mensajes de texto en Shabat!

Con una mezcla de alarma e incredulidad, yo expresé mi escepticismo: “Vamos, Rabí Zejaria, esto tiene que ser una exageración”.

Sin pestañear siquiera, él respondió: “Ojalá así fuera, pero en realidad, el número es probablemente muchísimo más alto. Las chicas se encierran en el dormitorio o en el baño la mayor parte del Shabat. No les importa de las comidas familiares, de las canciones de Shabat ni de nada. Lo único que les interesa es el Smartphone. Nada más”.

El Jatam Sofer cita una interpretación de Rashi de la Guemará en el Tratado Julín y dice que transgreder en forma voluntaria el Shabat es equivalente a la idolatría, porque uno está negando que Hashem haya creado el mundo en seis días y haya descansado al séptimo.

La persona que nació en un hogar observante y sabe que la Torá exige que observemos el Shabat pero a pesar de eso opta por transgredirlo, es llamada “transgresor voluntario del Shabat”.

 ¿Acaso el pasaje citado sea una profecía de que los adolescentes, o inclusive los adultos, iban a usar smartphones y mensajes de texto en Shabat? Acaso es la idolatría a que se hace mención? Les explico de qué manera.

La transgresión del Shabat se inicia cuando uno “inocentemente” deja el Smartphone encendido. Luego ve un mensaje de su mejor amiga. Y se dice a sí misma: “Si mi amiga, que estudia en un colegio religioso, me está enviando un mensaje en Shabat, entonces no debe ser tan terrible…”. Su conciencia le suena la primera vez que transgrede el Shabat. Pero cuando repite la transgresión, y ve que no le pasa nada malo, todo se vuelve más fácil. Muy pronto arrojó el Shabat por la ventana, junto con la emuná, el recato y muchos otros valores judíos…

Aquí en Ashdod, que es una ciudad con la tercer apoblación religiosa más grande de Israel, ocurrió hace poco una terrible tragedia en una familia jasídica con tres hijos. En contra de los deseos de su marido, la mujer recibió un regalo de sus abuelos “ortodoxos modernos” en USA, un IPhone último modelo. Este al poco tiempo ya logró destruir el matrimonio, tal como es sabido. Además de descuidar e ignorar a su marido, empezó a descuidar a sus hijos, que es un fenómeno que hasta los medios seculares admiten. Pero cuando ella empezó a transgredir el Shabat y a enviar mensajes de texto, el marido le dio el ultimátum: o bien renunciaba al iphone o bien renunciaba a la familia. Ella optó por lo segundo. ¿Quién lo hubiera dicho?

La Torá sabe de lo que está hablando. Y también lo saben nuestros rabinos y guías espirituales cuando hablan en contra del peligro de la tecnología.

Porque al proteger el alma, la emuná y la relación con nuestra familia y con Hashem, tenemos que tomar todas las precauciones.