Tú eres el Rey

Debemos hacer esforzarnos en forma especial para infundir en nuestra conciencia la realidad de que Hashem es el Rey.

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Dennis Rosen

Posteado en 04.04.21

Según nos enseñan los Rabinos, en Rosh Hashaná tenemos que coronar a Hashem como corresponde, debido a que no lo hacemos el resto del año. Tenemos el foco muy limitado y tenemos tendencia a olvidarnos. Por eso, debemos hacer esforzarnos en forma especial para infundir en nuestra conciencia la realidad de que Hashem es el Rey.

 

A menudo caemos bajo la influencia del rey viejo y necio, o sea, el Instinto del Mal, quien usurpa la autoridad del verdadero Rey. Pensamos que tenemos libertad de hacer lo que se nos antoje pero en realidad somos prisioneros de guerra del Instinto del Mal. Somos sus siervos cada vez que hacemos algo que va en contra de nosotros mismos y que nos daña el alma.

 

Tenemos que rendirnos a la Monarquía de Hashem y colocarnos bajo las alas de Su compasión infinita. Dice Rabí Natan que el principal aspecto de coronar a Hashem Rey es el arrepentimiento, el hecho de retornar a Él con todo el corazón. Necesitamos ser humildes y anular nuestra lógica y nuestras opiniones subjetivas, que son tan pero tan limitadas. Necesitamos aceptar Su soberanía con total simplicidad.

 

Nuestra tarea consiste en iluminar el mundo con la luz de Hashem. Cuanto más crezcamos en emuná y temor reverencial de Hashem, más se revelará Su compasión a nosotros y al mundo entero.

 

Nuestra corrección individual y nacional consiste en dejar de quejarnos y agradecerle a Hashem.

 

Tras la misión fallida de los espías, el pueblo de Israel lloró y se quejó sin ningún motivo. Todavía hoy seguimos pagando el precio de aquel trágico error. Debemos corregir esta falta agradeciéndole a Hashem profusamente por todas las bendiciones que nos dio y que nos sigue dando. El no apreciar todas las bendiciones que tenemos va de la mano con el hecho de quejarnos continuamente.

 

En hebreo, la palabra “judío” se dice iehudí, que significa “dar las gracias”. Cuando no damos nada por sentado, podemos ser felices. La gratitud es la principal tarea del judío. La ingratitud es la raíz de todos los problemas mientras que la gratitud evoca el perdón que mitiga los juicios estrictos.

 

La gratitud invoca la Compasión Divina

 

En uno de los CDs de emuná se cuenta la historia de un joven que tenía un hermano que se había enfermado de cáncer. Los doctores habían bajado los brazos, asegurándole que no tenía esperanza de recuperarse algún día. El Rabino Shalom Arush le recomendó al joven que le dijera a su hermano que empezara a darle las gracias a Hashem por su enfermedad durante cinco minutos por día. Este hermano se había criado en un kibutz anti-religioso y era una persona totalmente opuesta a la religión. No obstante, la situación era desesperante y él no tenía a quién dirigirse así que decidió aceptar el consejo y así fue como empezó a darle las gracias a Hashem cinco minutos todos los días. En forma milagrosa, en pocas semanas, el tumor canceroso desapareció por completo!

A la redacción de Breslev Israel llegan numerosos ejemplos a diario de salvaciones milagrosas que tienen lugar una vez que la gente empieza a darle las gracias a Hashem por las situaciones difíciles en que se encuentran. En este caso, el relato es especialmente fuerte debido a que el protagonista era una persona totalmente “anti” (religiosa), lo cual pone en relieve el tremendo poder de la gratitud y la infinita compasión de Hashem.

 

Debemos emular la compasión de Hashem

 

Iom Kipur expía únicamente aquellos pecados que la persona cometió en contra del Creador. Uno no puede llamarse “religioso” y andar despotricando contra los demás. El judaísmo exige que respetemos y ayudemos a cada ser humano.

En el Tratado Sanedrín se cuenta acerca de una sala de estudios que estaba llena de gente. De repente, Rebi pidió que la persona que tuviese el aliento con olor a ajo saliera de la sala, porque el olor era difícil de soportar. Rav Jiya se fue de la sala a fin de evitar que la persona en cuestión sufriera un bochorno, y entonces todos se fueron detrás de él. Al día siguiente, el hijo de Rebi le preguntó a Rabí Jiya por qué se había ido de la sala de conferencias, dando fin así a toda la sesión de estudios. Rav Jiya dijo que jamás se debe humillar a un ser humano, y mucho menos en una sala de estudio. Mil clases de Torá no justifican el hecho de avergonzar al prójimo.

 

Derej Eretz (buen carácter, saber cómo comportarse) es un prerrequisito y una consecuencia de la Torá. La Torá nos manda aferrarnos a Hashem. ¿Cómo podemos lograrlo? Tenemos que actuar como Hashem, y ser compasivos, comprensivos, y saber perdonar. En su comentario del Salmo 15, Rabí Samson Rafael Hirsch dice que la forma de acercarse de Dios es siendo generoso y honesto con el prójimo.

 

Cuando actuamos como Hashem, Lo estamos coronando. Estamos demostrando que Él es nuestro Padre y nuestro Rey y que nosotros somos Sus hijos amados. Además, dado que Él está por encima de la naturaleza, la naturaleza no tiene control sobre nosotros.

 

En el mérito de emular a Hashem y ser personas sensibles, amables, pacientes, comprensivas, generosas y que saben perdonar, que Su reino se haga manifiesto en el mundo entero y que todos ustedes sean bendecidos con un maravilloso nuevo año!

 

 

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1. Marcela Silveira

10/02/2016

Amén

Amén

2. Marcela Silveira

10/02/2016

Amén

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