El arte de la condolencia

Hace unos días falleció en su casa mi anciano vecino, Akiva. Su muerte fue repentina; había ido a su habitación a descansar y una hora más tarde lo encontró su mujer...

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Yehudit Channen

Posteado en 04.04.21

Hace unos días falleció en su casa mi anciano vecino, Akiva. Su muerte fue sumamente repentina; había ido a su habitación a descansar y una hora más tarde lo encontró su mujer Naomí. Habían estado casados sesenta años. Él era un hombre brillante y muy vivaz al que extrañaremos mucho.

 

Siendo una asesora en temas de duelo, a veces le aconsejo a la gente cómo hacer la visita de shivá (condolencia). Pensé en compartir estos consejos con ustedes esperando que nunca los necesiten.

 

Por desgracia, mucha gente les causa a los dolientes dolor adicional diciendo o haciendo cosas inapropiadas a pesar de hacerlo con las mejores intenciones.

 

Es muy importante que entendamos que nadie puede realmente consolar a un doliente. No se hagan la ilusión de que incluso las más palabras más compasivas y más profundas hagan el milagro de curar el dolor de una persona que ha sufrido una pérdida reciente de un ser querido. Ellos quieren solamente un acosa: que es recobrar a la persona que perdieron. Tu tarea no es quitarle su dolor sino compartirlo con ellos. Solamente Dios en Su tremenda sabiduría y compasión, puede curar el corazón quebrantado y lo hace a Su propia manera y a Su propio tiempo.

 

Antes de ir a una visita de shivá asegúrate de conocer los horarios. Estos suelen aparecer en los avisos fúnebres, donde se anuncia las horas de rezos, comidas y descanso. Respeta las horas, para no sobrecargar a los dolientes. Sentarse en shivá es algo emocionalmente y físicamente agotador así que nunca te quedes demasiado tiempo. Si hay mucha gente presente, es suficiente con una visita de quince minutos, y si hay menos gente puedes quedarte más. Si no hay nadie, entonces quédate hasta que llegue otra persona. Puedes visitar más de una vez, pero que sea breve.

 

Al ir de visita a dolientes lo mejor es guardar silencio hasta que el doliente inicie la conversación. Así lo establece el Shulján Aruj, el Código de Leyes Judías.. Si el doliente desea hablar, debemos escuchar con atención, sin interrumpirlo para preguntar detalles (que pueden ser muchas veces muy personales) o comparar nuestras propias experiencias de pérdida con ellos (a menos que estés seguro de que les interesa escucharlas).

 

No estás allí para hablar de ti mismo ni tu vida. El foco tiene que estar puesto en los dolientes y en la persona fallecida. Las conversaciones vanas están prohibidas y ponerte al día con amigos que te encontraste allí es de muy mal gusto.

 

Es bueno que los dolientes escuchen elogios acerca de la persona fallecida. Si tienes algún lindo recuerdo de la persona que falleció no dudes en compartirlo con los familiares! Es muy importante para ellos saber que la persona que perdieron fue amada y valorada para otros.

 

Ten cuidado de emitir comentarios inapropiados. Nunca nadie está listo para dejar ir a un ser querido, por más anciano que sea. De hecho, cuanto más tiempo uno está unido al otro, más apegado está.

 

Frases cliché al estilo de “él vivió una vida plena” o “ahora él está en un mejor lugar” no consuelan a nadie. El doliente está pasando por momentos de dolor muy agudos y ponerse a filosofar está totalmente fuera de lugar. La perspectiva de la Torá acerca de la muerte es que es un estado temporario y los judíos creen firmemente en la resurrección de los muertos. No obstante, no tenemos idea de cuándo ocurrirá y por lo tanto ni siquiera debe usarse eso para consolar al doliente. Es demasiado de difícil imaginarlo, especialmente en un estado de dolor tan fuerte.

 

Ten mucho cuidado cuando vas a visitar a un padre que está haciendo shivá por un hijo (Dios no lo permita!). Este es un dolor no natural y que es absolutamente devastador. Decirle: “Gracias a Dios tienes otros hijos” puede causar mucho daño. Ningún hijo es intercambiable. De la misma manera, decirle a una viuda que va a volver a casarse es totalmente insensible. Las personas no son objetos que se pueden reemplazar así nomás…

 

Mi regla de oro es “Si dudas, no lo digas”. Si no tienes nada que decir, mejor que no digas nada. El solo hecho de que fuiste a visitar a los dolientes ya dice muchísimo. Los visitantes que se la pasan parloteando acerca de ellos mismos o haciendo preguntas entrometidas pueden dejar un mal recuerdo por muchos años.

 

Nunca trates de interpretar o atribuir significado a la muerte de una persona. Los pensamientos de Dios no son los nuestros y no tenemos la menor idea de por qué alguien muere cuando muere, o de la manera que muere o por qué. No entres en esos lugares.

 

Si bien está bien llorar junto con los dolientes, no pierdas el control hasta el punto de que ellos tengan que consolarte a ti! Tu trabajo consiste en darles consuelo a ellos, no al revés.

 

Los dolientes necesitan comida nutritiva y cocinarles es una maravillosa manera de expresar tu simpatía. Averigua quién se hace cargo de las comidas y ofrécele tu ayuda. Averigua su nivel de kashrut antes de hacer las compras y cocinar.

 

A nadie le gusta hacer visitas de shivá pero debes empujarte a hacerlo a pesar del temor. Es una mitzvá enorme y la familia siempre te quedará agradecida por haber estado en sus momentos de angustia.

 

Y si, Dios no lo permita, se te presenta la oportunidad de consolar a dolientes, haz todo lo posible por traer un poco de luz a su oscuridad. Y que la redención pueda llegar muy pronto en nuestros días. Y no tengamos más dolor. Amén!

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