La mente de Torá

Cuando ves algo prohibido, aunque eso tenga perfume y trata de oler como rosas, deberías entrenarte a sentir que estás oliendo un tacho de basura.

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Rabino Avigdor Miller zt"l

Posteado en 15.03.21

Uno de los más grandes logros de la persona judía en este mundo, y algo que uno debe tratar de alcanzar en este mundo, es formar una mente de Torá. Cada idea, cada ideal y cada actitud en la Torá es un pensamiento de Hashem, y cada detalle de la Torá que uno incorpora a su propio pensamiento es un gran logro. Es la grandeza, la perfección de pensar junto a Hashem.

 

Ahora bien: el objetivo no es solamente saber, ser consciente o siquiera comprender lo que dice Hashem de determinada cosa. No basta con saber que Hashem que un cierto pecado es una aberración y que una mitzvá es algo positivo. El éxito del verdadero servidor de Hashem es sentir realmente de la misma forma que siente Hashem.  

 

Pero esta excelencia, esta grandeza, es mucho más que entrenar la mente para sincronizar sus pensamientos con los que Hashem ha modelado para nosotros en la Torá. La grandeza de la mente de la Torá jamás podrá lograrse con pensamientos fríos. Uno tiene que transformar sus pensamientos de Torá en sentimientos y emociones para poder superar la superficialidad de los meros pensamientos al hacerlo, uno se transforma en una persona con una verdadera mente de Torá. Vivir con una mente de Torá significa movilizar tus emociones y sentimientos rumbo al objetivo de transformar esos pensamientos en sentimientos reales. De esa manera, esos pensamientos pasan a formar parte de la persona que eres.

 

Muchas veces me preguntaron por qué vemos en la Torá y en las palabras de los Sabios que la palabra “corazón” se usa para aludir a la mente y a los pensamientos de la persona. La mente piensa. El corazón no. Entonces ¿Por qué decimos “corazón”?

 

La lengua sagrada no es un idioma engañoso. Es sincero. Cuando la persona piensa con la mente, tiene que estar interesado. Cuando realmente estás interesado en algo, el corazón empieza a latir más fuerte. Es a través del pulso, de las emociones, que puedes determinar si alguien realmente está interesado en el tema.

 

Entonces la mente comienza a pensar algo, pero es solamente una idea general. Pero si el corazón late y se entusiasma, entonces eso es un pensamiento. Es por eso que el corazón es el símbolo del pensamiento. Porque el corazón es la prueba de fuego de la sinceridad del pensamiento.

 

Por lo tanto, para que uno adquiera esta grandeza de pensar junto con Hashem, primero debe dar vida a sus pensamientos movilizando todas sus emociones, su ritmo cardíaco, para estar sincronizado con los pensamientos de Hashem. Cuando la Torá nos dice que una cierta cosa está mal, esta debe volverse algo aberrante en la mente de la persona. Y cuando Hashem nos dice lo que se espera de nosotros, eso debe transformarse en nuestro propio deseo y no solamente una idea superficial. Recién entonces, cuando tanto corazón como mente han internalizado la actitud de la Torá, uno piensa junto con Hashem.

 

Si no tomas esta idea, esta lección, y la utilizas, entonces estás perdiendo tu tiempo en este mundo. Puedes lograr grandes cosas si empiezas a usar estos conceptos. Por ejemplo, si la actriz más bella del mundo se encontrara contigo un día en la calle y te dijera: “Querido, me gustas mucho. ¿Por qué no vienes a visitarme?”, deberías pensar que ella tiene olor a un gato muerto que se ha estado pudriendo en el calle durante diez días en el calor del verano. Y así es como ella huele realmente, si te has entrenado a pensar como Hashem. Cuando ves algo prohibido, aunque eso tenga perfume y trata de oler como rosas, deberías entrenarte a sentir que estás oliendo un tacho de basura. Y te voy a decir lo que realmente tienes que hacer: deberías inclinarte y oler el tacho de basura que tengas más cerca. Baja la cabeza y huélelo. No lo relegues a la mera imaginación. Haz que la verdad de los pensamientos de Hashem te sean reales.

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