El sacrificio de la hamburguesa

A mi amigo le encantan las hamburguesas con queso. Todo su vida iba al Mc…., pedía una hamburguesa con queso Deluxe con papas fritas y Coca y se iba a su casa a disfrutar de aquel manjar. Algunos días se ponía creativo y hasta le ponía algunas tiras de panceta.

Entonces descubrió la Torá. Y le encantó. Muy rápidamente, el hombre descubrió el klezmer y los kreplaj.

Bueno, más o menos…

Durante mucho tiempo sufrió por el tema de la comida. Le encanta el Shabat. Le encanta la comunidad. Le encanta estudiar Torá. Pero con lo que tuvo problemas fue con las hamburguesas. Trató todo. Trató con panceta hecha de tofu quemado. Trató queso parve. Trató cocinando cebolla. Trató todas las formas de preparar una hamburguesa.

Nada funcionó.

Hasta le preguntó al rabino qué podía hacer. ¿Existía alguna forma de seguir comiendo hamburguesa con queso y ser observante? La respuesta fue obvia: Hamburguesa de tofu con queso.

Eso sirvió, pero lo único que logró fue recordarle lo que estaba perdiéndose al aceptar la Torá. Todos sentimos eso a cierta altura. Las exigencias de la vida de Torá se meten en la vida que conocemos y amamos, y empiezan a quitarnos cosas a las que no queremos renunciar.

Nuestro instinto nos dice que le echemos la culpa a la religión. “Los ortodoxos son demasiado estrictos”. “Los rabinos tienen demasiadas exigencias” “¿Por qué tengo que ser un fanático?”. Aunque ya seamos desde hace mucho tiempo observantes, siempre hay aspectos de la vida que no hemos logrado elevar.

Para algunas personas, es la moralidad sexual y todo lo que tenemos que hacer para cuidarnos, en especial durante el verano. Para otros, es que no pueden dejar el cigarrillo en Shabat. Para otros, es que no pueden dejar de hablar mal de los demás y pasarse el día contando chismes. Para mi amigo, eran las hamburguesas con queso. Su primer instinto fue ignorar las instrucciones de los “rabinos fanáticos” por pedirle que hiciera algo que, de acuerdo con su estilo de vida, era un cambio radical.

Fue una dura batalla. Él ama la Torá y no quería sentirse mal por adoptar un estilo de vida de Torá. Se dio cuenta de que si hacía demasiados sacrificios, iba a resentir la religión y la iba a abandonar completamente.

Entonces se sacó la kipa, se escondió los tzitzit; fue a su restaurante favorito y encargó la hamburguesa con queso más cremosa, más apetitosa y más grande que había en el menú.

Traté de convencerlo de que no lo hiciera, pero no había nada más que pudiera hacer. Él decidió que la única forma de salvar su observancia de las mitzvot era permitirse esto solo, que no podía pensar que iba a abandonar.

Cuando volvió, era todo sonrisas. La mirada de pura satisfacción en su rostro lo decía todo. Yo no entendía cómo es que se sentía tan “elevado” por haber comido algo taref.

“No pensé que una hamburguesa con queso podía significar tanto para ti”.

“Pues sí. Este fue uno de los momentos más significativos de mi vida. Fue una gran comida”.

“¿Acaso esto va a pasar a ser una costumbre?”

“Con la ayuda de Dios…”.

“¿Estás seguro?”

“Cien por ciento seguro. Ordené mi plato y la moza vino con mi hamburguesa jumbo. El olor me volvía locol. Quería comérmela en un instante. El problema es que no podía mover los brazos. No tenía fuerza para levantar la hamburguesa. Me quedé allí sentado diez minutos, solamente mirando. Entonces me di cuenta”

“¿La salsa?”

“Dov, este es el más grande regalo que Le puedo hacer a Hashem. ¿Qué necesita Él de mí? ¿Acaso Él se beneficia de mis mitzvot? ¿De mi estudio de la Torá? Lo único que Le puedo dar a Hashem son mis deseos. Puedo darle mi pasión por la hamburguesa con queso. En el Shema dice “Amarás a Dios con todo tu corazón”. Eso significa que debemos amar a Hashem con nuestra mala inclinación y con nuestra buena inclinación. Cada vez que me dan ganas de comer una hamburguesa con queso y no lo hago, Le estoy diciendo a Hashem que Lo amo a Él.

Entonces se sacó los hilos de los tzitzit afuera y se puso la kipa en la cabeza.