Demasiado pronto para consolar

Mi hermano menor me llamó la semana pasada para contarme que lo acababan de echar del trabajo

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Yehudit Channen

Posteado en 15.03.21

Mi hermano menor me llamó la semana pasada para contarme que lo acababan de echar del trabajo. Era maestro de judaísmo en una escuela de Las Vegas y después de un año trabajando allí le dijeron que no tenía todas las credenciales necesarias para continuar en la escuela.

 

Dado que mi hermano es políticamente conservador, él sospecha que su despido tiene más que ver con la política que con sus credenciales. Esta escuela es muy liberalista y mi hermano es un judío ortodoxo y muy tradicional. Por ejemplo, durante una visita a Israel este verano, se decidió que los alumnos irían a visitar el lugar de nacimiento del hombre al que los cristianos consideran su salvador, así como también varias mezquitas e iglesias. Mi hermano se quedó afuera durante esas excursiones, lo cual no le gustó nada de nada a los directores.

 

Mi hermano fue convocado a una reunión con la nueva directora poco después del viaje a Israel y ella lo despidió ahí mismo. Siendo que ella misma es una de las Mujeres del Kotel, él ya sabía que a ella no les gustaban sus opiniones pero de ninguna manera pensaba que lo iba a despedir. Después de todo, a los alumnos les encantaban sus clases y se llevaba muy bien con los padres.

 

Mi hermano se quedó destrozado. Acababa de alquilar un nuevo departamento para su familia y ya había preparado el currículum del nuevo año escolar. Quedarse de repente sin trabajo fue un golpe muy duro y su mujer estaba como loca. Encontrar otro trabajo de maestro en esta época del año es prácticamente imposible y no sabe qué hacer.

 

Mi primer impulso cuando me contó esto fue decirle que ser despedido de esa clase de escuela en realidad es algo bueno, y que tenía que tener emuná y recordar que Hashem lo ama y que este golpe es en cierta forma una bendición oculta.

 

Pero no dije nada, porque sabía que en medio de toda esta humillación y semejante shock, él no estaba preparado para escuchar algo estas palabras, por muy verdaderas que sean. Si bien él cree en Dios y entiende que existe un plan maestro, hay un momento y un lugar para poder absorber incluso las más sinceras palabras de consuelo.

 

“No consueles al doliente cuando todavía tiene a su muerte frente a él” y “No razones con un hombre en medio de su ira” son dos excelentes consejos tomados directamente de la Torá (véase Pirki Avot 4:18).

 

La gente necesita tiempo y espacio para recuperarse cuando el mundo se les hace añicos. Llegar a toda velocidad con palabras de inspiración y consuelo puede resultar condescendiente (como si ellos en toda su vida no hubieran escuchado palabras de emuná) o insensible a las emociones de esa persona. Todos quieren creer que existe un buen motivo para que les pasen cosas “malas” a personas “buenas”, pero suele ser un proceso (que a veces puede ser bastante largo) alcanzar la aceptación y la paz.

 

Cuando yo estudiaba para ser asesora de duelo en Jerusalén, en el curso había un hombre que había perdido a varios miembros de su familia en el restaurant Sbarro en el atentado terrorista sucedido en agosto de 2001. Es un hombre muy amable, muy espiritual y además una persona observante que había tomado custodia de tres de los huérfanos de la familia. Él me dijo que durante casi dos años después de la tragedia no había podido rezar bien. Le faltaba concentración y sinceridad. A veces simplemente salía de la sinagoga al cabo de unos pocos minutos.

 

No somos robots. Siendo seres humanos, anhelamos el conocimiento y el entendimiento. Queremos entender por qué Dios hace lo que hace, y en especial esas cosas que nos causan dolor y consternación. Pero este mundo no es el lugar ni el momento para que Hashem revele la verdad. Hacerlo sería inútil e incluso tal vez destructivo.

 

Por eso también tenemos que tener cuidado cuando la gente comparte su dolor y sus problemas. Lo mejor que podemos hacer es escucharlos con atención.

 

Seamos como Dios. Pacientes, compasivos, y quedémonos callados.

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1. Flores

10/11/2018

momentos oportunos

Creo que cuando el dolor es muy grande , es mejor callar y acompañar al que sufre; salir con mucho optimismo( por más verdaderas que sean), como dice este artículo, puede causar más bien el efecto contrario, y hasta mover al reclamo iracundo contra Dios y a dudas más profundas o desdén contra verdades superiores; el remedio podría ser mejor que la enfermedad. Gracias por compartir la manera tan real de cómo hasta una persona espiritual puede sentirse perdido en circunstancias difíciles , que ni puede orar ; y hasta eso está bien y se sale con mucha más fe muchas veces.

2. Flores

10/11/2018

Creo que cuando el dolor es muy grande , es mejor callar y acompañar al que sufre; salir con mucho optimismo( por más verdaderas que sean), como dice este artículo, puede causar más bien el efecto contrario, y hasta mover al reclamo iracundo contra Dios y a dudas más profundas o desdén contra verdades superiores; el remedio podría ser mejor que la enfermedad. Gracias por compartir la manera tan real de cómo hasta una persona espiritual puede sentirse perdido en circunstancias difíciles , que ni puede orar ; y hasta eso está bien y se sale con mucha más fe muchas veces.

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