Llegar a conocerte

Hacer terapia requiere de agallas. Y si no me creen, pregúntenle a cualquiera que haya hecho terapia durante un tiempo (no dos semanas) y él o ella les va a decir que puede ser muy pero muy difícil enfrentar tus propias debilidades.  Pero también puede ser muy divertido analizar tus expectativas irrealistas, tus conceptos erróneos y tu insistencia enferma de hacerte la víctima, el tzadik, el héroe, el psicólogo de la familia, el bebé indefenso o Dios. Los mejores pacientes son aquellos que saben reírse de sí mismos.

Muchas veces no sabemos qué es lo que nos motiva a actuar o a reaccionar como lo hacemos. Tal vez no entendamos por qué tenemos estas peleas tan horribles con nuestra pareja, estas luchas de poder con nuestros hijos o el enojo que tenemos con nuestros padres.

Todos tenemos una mala inclinación. No importa si te criaste en una casa normal o si te criaron un par de lunáticos: siempre vas a tener problemas por resolver. E incluso si eres bastante cuerdo, Hashem te puede enviar un cónyuge enfermo mental, lo cual inevitablemente va a afectar tu propio comportamiento, si bien eso no lo sé por mi experiencia personal (en caso de que mi marido alguna vez lea este artículo), ya que yo tuve la bendición de casarme con un hombre excepcional que jamás me volvió loca. Pero me estoy yendo del tema…

Lo que quiero decir es que si bien entenderte a ti mismo puede exigirte coraje, dinero y tiempo, por lo general vale mucho la pena.

Cuando reaccionamos de manera exagerada a una situación determinada casi siempre hay algo de nuestra infancia que se está reactivando. Hoy en día a eso se lo llama “desencadenante”.

Si, por ejemplo, te niño te descuidaron, entonces cada vez que te sientes ignorado, despreciado, etc, puede evocar fuertes sentimientos de dolor y enojo más allá de lo que sería normal en una situación así. Y antes de que te des cuenta, te sientes la víctima.

Si un hombre fue constantemente criticado por padres y maestros siendo niño, es muy probable que se ponga a la defensiva ante la más mínima queja de parte de su mujer, lo cual puede provocar una gran pelea. El hombre está reaccionando a mucho más que la simple queja de su mujer.

Tengo una paciente que estaba en la escuela primaria cuando su padre se enfermó y lo internaron en el hospital.

Ese mismo día varias horas más tarde el hombre falleció y ella jamás llegó a despedirse de él. Cada vez que esta mujer ve que su marido llega tarde a casa, se imagina lo peor y lo llama todo el tiempo para fijarse si está bien, que es exactamente lo mismo que hacía su mamá con ella después de que murió su padre. Al comienzo del matrimonio, esta obsesión de llamarlo todo el tiempo le molestaba muchísimo al flamante marido. Pero cuando logramos encontrar la fuente de esa obsesión, empezamos a tratarla.

Además del aspecto psicológico, la persona necesita emuná para pasar por esta vida con un módico de serenidad. Repetir la frase “No hay nada fuera de Él” – ein od milvadó – nos ayuda a aceptar que será lo que deba ser y que todo el temor del mundo no puede evitar que pase algo que Hashem decidió que pase o que no pase. No puedes impresionar o influenciar a Dios con toda tu preocupación. Él quiere que tengamos fe, no que nos preocupemos. Oramos por la salud, por la seguridad, por dulces bendiciones, pero  también tenemos que saber que no sabemos lo que sabe Dios. Y aunque Él nos lo explicara, nuestras mentes serían incapaces de captarlo.

Imagínate explicarle a un bebé por qué no puede comer los crayones o por qué tiene que dormir la siesta. Él no va a entenderlo. Por eso, no es que nos falte información sino que no tenemos la capacidad de procesar la sabiduría infinita y absoluta de Dios, aunque Él nos lo explicara, lo cual no tiene ninguna necesidad de hacer, ya que Él es Dios… nunca tenemos que sentir que la vida es injusta o que debido a que sufrimos, Hashem no nos ama. Está escrito: “Yo estoy con él en su aflicción” (Salmos 91).

Nunca podemos entender a Dios, pero como dice el refrán: “Yo no querría adorar a un Dios al que pudiera entender”. Sí podemos trabajar para mejorar nuestro carácter y nuestro entendimiento de nosotros mismos. Conocerte, tenerte compasión, aumentar tu fe en ti mismo, asumir responsabilidad por tus disparates …. todo esto tiene muchos beneficios. Entonces vas a poder tener relaciones mucho mejores, más auto-respeto y te resultará más fácil llevar a cabo tu misión personal en este mundo.