Evitar la confusión

No hay nada más peligroso que seguir falsas doctrinas. Esto nos confunde y nos esclaviza. La Verdad es la que nos libera. Y hace falta una gran fuerza de voluntad para buscar la Verdad en un mundo que está sumergido en falsedades. Cuando nos sentimos demasiado “competitivos”, esforzándonos por alcanzar el éxito y pisotear a los demás en nuestra búsqueda de honor y notoriedad, estamos aceptando la mentalidad de que el éxito es solamente producto de nuestro propio poder, del esfuerzo y la determinación. Esta noción confunde a la gente.

Cuando sentimos que tenemos que quitarles a los otros para poder tener lo que queremos, estamos malinterpretando el sentido de la Torá, que nos enseña exactamente lo contrario. Si bien es bueno tener un plan para alcanzar objetivos que nos ponemos, debemos entender que el propósito de Hashem al crear el mundo no es alcanzar el reconocimiento público por lograr algo grandioso.

La Torá nos desafía a que nos refinemos como personas y nos centremos en ser personas agradecidas y honestas. Debemos romper la cáscara del egoísmo y nos deben importar los sentimientos de los demás.

La visión general que tiene la gente que no sigue la Torá nos produce confusión y esto nos hace hacer cosas egoístas que tal vez puedan parecer lógicas, porque “todo el mundo” las hace para poder “progresar” en la vida.  Sin embargo, estas cosas son contrarias a la verdad y la compasión Divinas y nos hacen desperdiciar valioso tiempo en actividades de “espectadores”, pasatiempos vanos y hasta un montón de tiempo de prepararnos y sumergirnos de lleno en una carrera. Finalmente, el mal manejo del tiempo nos deja con una sensación de vacío y depresión, buscando alguna otra cosa que nos llene.

Las ideologías seculares al estilo de “La universidad es el camino al éxito” han confundido a muchísima gente que piensa que los logros materiales son el objetivo de la vida. Jóvenes adultos frustrados y confundidos siguen la corriente. De hecho, no hay un estándar moral si el juicio humano es el que decide qué está bien y qué está mal.

Cuando ignoramos la creencia en un “Poder Superior” Que ha establecido estándares de conducta ética y moral para todos nosotros, entonces el único resultado es caos y confusión. Y esto es algo que hoy por hoy todos experimentamos en todos los niveles, desde el jardín de infantes hasta la universidad.

Nunca antes ha habido un código de conducto tan inmoral en las instituciones educativas. A expensas de su inocencia, permitimos que nuestros hijos entren en un mundo de falsedades para que puedan tener una mente “abierta”. Pero como dijo una vez un sabio: “Tenemos que tener cuidado de no volvernos tan personas de cabeza TAN abierta que se nos caiga el cerebro afuera”. Eso es algo muy peligroso.

No piensen ni un segundo que la moralidad y la ética no tienen relevancia en la educación de los hijos. Si ambas, la sociedad no puede sobrevivir. Tener educación significa ser capaz de discernir entre el bien y el mal tal como lo enseña Hashem en Su Torá. Esa es nuestra principal función como padres y maestros.

Para poder ser una persona compasiva, amable, generosa y apreciativa, uno tiene que buscar la sabiduría de la Torá. Esa es la fuente para tener un buen carácter y es la única manera de evitar la confusión de las convenciones sociales y la “corrección política”.

La palabra de Hashem es la Verdad y la verdad es la única que puede producir suficiente luz como para acabar con la oscuridad. Cuando aplicamos las enseñanzas de la Torá podemos ganar claridad frente a la telaraña de supuestas prioridades que han usurpado el sentido común y la lógica en todos los niveles de la sociedad. Yo los invito a estudiar conmigo  espiritualidad práctica y principios de la Torá, tal como nos los enseñan los rabinos de Breslev. Adquirir los libros y los CDs es el primer paso!