Deudas y discusiones

El hecho de estar endeudado es algo que automáticamente produce tensión en el hogar. I

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 15.03.21

En el Sefer Hamidot de Rabi Najman de Breslev dice: “No existe enfrentamiento en el hogar a menos que el sustento sea insuficiente”. El hecho de estar endeudado es algo que automáticamente produce tensión en el hogar. Incluso la persona que por naturaleza es generosa, acaba discutiendo por cada centavo y escatimando cada gasto de la casa, criticando a su mujer por cada compra que hace, porque empieza a sentir la presión de tener que devolver los préstamos.

 

Y la mujer, para quien el sustento es una necesidad existencial, apenas el marido empieza a mostrar señales de angustia y nerviosismo, siente como si le faltara el aire. Ella se deprime y los nervios no la dejan en paz. La mujer tiene una profunda necesidad emocional de contar con cierta seguridad financiera. Ella tiene que sentir que el sustento es suficiente para cubrir las necesidades básicas de la familia. Pero cuando el marido se encuentra bajo presión por problemas financieros, eso ejerce un gran efecto negativo en su mujer, que se siente totalmente abrumada e incapaz de seguir adelante. Hay casos en los que las deudas aumentan en tal grado que todos los ingresos de la familia se usan para devolverlas y no queda nada de dinero para pagar la hipoteca del departamento o el alquiler ni para llevar a cabo las compras domésticas más básicas, como por ejemplo comida y vestimenta.

 

Las riñas conyugales ejercen un efecto negativo en la capacidad de obtener el sustento y así es como se crea un círculo vicioso: la pareja no tiene paz conyugal y entonces no tiene bendición en el sustento, y cuando uno no tiene bendición en el sustento, aumentan las deudas y al aumentar las deudas, la paz conyugal se vuelve aún más tambaleante.

 

Hay una enorme diferencia entre vivir en pobreza pero sin deudas y vivir con lujos pero con deudas. La persona que vive “ajustada” y se arregla con lo mínimo, pero no le debe dinero a nadie, si bien no siempre la pasa fácil, por lo menos vive tranquila y en paz. Esa persona se va a dormir tranquila a la noche: “¡Gracias a Dios, no le debo plata a nadie!”. Tal como dijo el Rey Salomón: “Es preferible un bocado seco con tranquilidad que una casa llena de manjares con discordia” (Proverbios 17:1).

 

Aquel que vive dentro de sus posibilidades no se muere de miedo cuando oye que tocan a la puerta o que suena el teléfono. Esa persona puede ir tranquila por la calle sin necesidad de preocuparse de que se encuentre con uno de los tantos a los que les debe dinero. No le causa aflicción a nadie y por lo tanto nadie le guarda rencor. Él y su familia viven felices, tranquilos y sin preocupaciones, aunque no vivan con lujos.

 

Por el contrario, la persona que vive endeudada goza de un nivel de vida muy elevado, mucho más de lo que en verdad puede permitirse, pero su supuesta riqueza es a expensas de los demás. Y aunque dé la impresión de que esa persona “vive la buena vida”, en realidad su vida es un suplicio.

 

Por ende, es aconsejable que marido y mujer se pongan a pensar muy seriamente si realmente les conviene contraer préstamos y entrar en deudas a fin de vivir a alto nivel, porque al hacerlo, están corriendo el riesgo de perder la paz conyugal, la tranquilidad y la salud física y emocional…

 

Es solamente responsabilidad del marido proveerle el sustento a su familia. Por lo tanto, el marido debe hacerse un tiempo para orar y pedirle a Hashem que le dé el sustento, a la vez que toma las medidas necesarias a nivel práctico a fin de asegurarse de que su familia cuente con los ingresos necesarios para vivir en forma decente.

 

 

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